El pasado 1 de marzo de 2019 se presentó en el Museo Zabaleta de Quesada la primera parte de la obra "Quesada Republicana". Prologó el acto Luis Garzón Cobo. Transcribo (con cierto rubor) sus palabras y a continuación mi intervención.
Se puede encontrar en librerías de Quesada o Aquí
La segunda parte, La Guerra Civil en Quesada, está disponible en formato PDF en Dialnet, pinchando Aquí
intervención de Vicente Ortiz:
intervención de Luis Garzón:
Hace menos de dos años contacté
por primera vez con Vicente, a quien solo había visto con anterioridad, y
accidentalmente, en una ocasión en la que yo intentaba localizar la finca que
mi padre tuvo arrendada en Lacra hace muchos años.
Yo estaba escribiendo un amplio
artículo sobre la Quesada del siglo XIX a partir de los documentos encontrados
en el Archivo Histórico Municipal, y solicité su autorización para incluir
datos que ya figuraban en su blog sobre la historia de Quesada. Fue el comienzo
de una serie de investigaciones en las que venimos colaborando, a través de las
cuales estoy aprendiendo mucho de él, de su método de trabajo y de su rigor en
el tratamiento de los datos, de los documentos y de las fuentes. Pero sobre
todo fue el comienzo de una gran amistad.
Creo que nos unió nuestro
interés común por la historia de Quesada, especialmente la referente a las
épocas menos estudiadas -curiosamente las más recientes- como las
correspondientes a la II República, la guerra civil y la posguerra, aún
rodeadas de un intencionado olvido, de recelos y de tabúes; y tal vez por ello
especialmente apasionantes.
El trabajo de historiadores
aficionados como nosotros (al menos como yo) está repleto de momentos de
agobio, desánimo y dudas; y supone un gran apoyo poder compartir con alguien
interesado en los mismos temas pequeños descubrimientos, avances y
planteamientos, ya que cuando nos ponemos a escribir nos hacemos siempre las
mismas preguntas: ¿Tiene esto algún sentido? ¿Le podrá interesar a alguien? ¿Podrá
malinterpretarse nuestro trabajo? ¿Provocará rechazos?
Es en este aspecto en el que
creo haber aportado a Vicente mi modesta ayuda, pues su formación histórica y
su dominio del método de investigación son muy superiores a los míos. He
intentado siempre transmitirle mi apoyo y estimular su trabajo, lo que por otra
parte él ha hecho también conmigo.
El método de investigación,
documentación y análisis de datos que él practica es muy particular; quiero
decir con ello que está alejado, tanto en el fondo como en la manera de exponer
sus conclusiones –muy coloquial, muy cercana al lector-, de los protocolos
académicos al uso. Pero nada de ello le resta un ápice de objetividad, de
rigor y de validez a su trabajo.
En este sentido, quiero
resaltar que, sin renunciar al análisis de documentos de archivo y de
hemeroteca, le concede siempre un gran valor a los recuerdos personales de
testigos directos o indirectos de los hechos estudiados, a los testimonios de
las personas entrevistadas, y al trabajo de campo realizado personalmente sobre
el terreno.
Los recuerdos de toda persona,
por sencilla que sea, son importantísimos para la historia y para los
historiadores. Por ello, me atrevo a animar a nuestros conciudadanos a escribir
sus recuerdos y los recuerdos de sus mayores, a superar ese pudor que nos lleva
frecuentemente a pensar que lo vivido por cada uno de nosotros carece de
importancia. Observando el trabajo de Vicente, se puede comprobar la
importancia de la pequeña historia familiar que cada uno de nosotros conserva
en su memoria.
Cuando el historiador
entrevista a los testigos de los hechos que estudia, obtiene un rico testimonio
que le permite entender con mucha más precisión los datos que aparecen en los
documentos, darles vida y dotarlos de un contenido emotivo al que Vicente
concede igualmente gran valor porque su trabajo huye conscientemente de la
frialdad de los simples datos.
Cuando el tema de estudio es,
como en el caso de este libro que hoy presentamos, la II República española en
Quesada, los testimonios de los testigos suelen manifestar un gran recelo, un
gran temor que les resulta difícil superar; y ese sentimiento es tan elocuente
como lo que cuentan porque muestra claramente lo que aún no hemos conseguido
superar tras largos años de dictadura y por qué nuestra historia más reciente
se intenta mantener oculta y olvidada.
El trabajo de Vicente es una
labor ardua a la que dedica muchísimas horas, a veces hasta el agotamiento. Y
la realiza en solitario, sin apoyo de becarios que la alivien. Y sin otro interés
que el de rescatar del olvido la verdadera historia del pueblo, la que tantos
silencios y tantas versiones interesadas y sesgadas han ido enterrando.
Pocas localidades,
especialmente las más pequeñas, tienen la suerte de contar con el esfuerzo
desinteresado de historiadores como Vicente Ortiz. Su “Quesada Republicana” nos
da a conocer con gran claridad lo sucedido en este pueblo en unos momentos
especialmente difíciles de la historia de España y de la historia local. Y lo
hace en profundidad, sin quedarse en lo puramente anecdótico, aunque en
ocasiones incluya alguna anécdota que sirva para dar color a los hechos en su
conjunto y aportar pinceladas de amenidad a un trabajo tan denso.
Pero de ese trabajo nos hablará
él.
Antes de comenzar quiero agradecer al Ayuntamiento de
Quesada, a su alcalde y concejal de cultura, la oportunidad de presentar este trabajo.
Al Museo Zabaleta-Miguel Hernández que ha cedido el espacio
y a sus trabajadoras que amablemente han colaborado en su organización.
A Luís Garzón, no sólo por prologar esta presentación, sino por
su consejo y apoyo continuo durante la investigación.
Y por supuesto a todos vosotros por acudir y prestar
atención a este acto.
Haré una reflexión
general sobra la historia de Quesada, que se ha ocupado siempre de los
siglos medievales y casi nada de los tiempos más cercanos.
Hablaré luego de cómo era el pueblo al final de la Monarquía y a continuación, un breve
resumen de las principales etapas
por las que atravesó la República en Quesada.
Finalmente me referiré a las fuentes documentales que he utilizado y al plan de trabajo seguido.
Quesada, como todos sabemos, es un pueblo con una larga historia.
Cuenta con pinturas rupestres, yacimientos arqueológicos, castillos, atalayas y
arcos de muralla. Además de estos restos materiales, ha dejado abundante huella
en las fuentes escritas medievales, desde los geógrafos musulmanes a las
crónicas castellanas. A lo dicho por historiadores y cronistas, se
superpusieron las leyendas alrededor de la Virgen de Tíscar y se creó,
mezclándolo todo, un relato del pasado medio fantástico y medio real, pero en
cualquier caso importante y famoso.
Quesada tuvo además la suerte de que aquí se criara Juan de
Mata Carriazo. Él fue quien hizo los primeros trabajos arqueológicos, Bruñel
incluido, quien salvó de la destrucción el archivo municipal y quien lo estudió
y publicó en su monumental "Colección Diplomática". Pocos pueblos
tienen un archivo histórico semejante y muy pocos han tenido la suerte de
contar con un arqueólogo y medievalista
como Carriazo. Que yo estudiara historia
medieval lo debo en buena parte a la impresión que me produjo la lectura de sus
trabajos en los años de juventud.
La historia de Quesada ha sido muy bien estudiada y ha
merecido muchos y buenos trabajos. Abundantes son los publicados en la Revista
de Ferias, en la que no pasa un año sin que se añadan nuevas páginas a los
estudios locales.
Estudios siempre referidos a los primeros tiempos de la
historia, a las épocas antigua y medieval. Porque en 1492, cuando se conquistó
Granada, desapareció la frontera y desde entonces Quesada perdió todo
protagonismo. Pasó a ser un pueblo casi sin historia. Poco se ha escrito sobre ella
posterior al siglo XVI. Poco del siglo XVII y XVIII. Muy poco del XIX y casi nada
del XX.
El aparente desinterés por lo más próximo y cercano no se
daba solo aquí. Las personas de una edad recordarán como en el bachiller, con
la excusa de que se acababa el curso y no había tiempo, la historia que se
explicaba apenas llegaba a las guerras de Napoleón. De esta manera incluso
personas con un buen nivel de formación, tienen un amplio desconocimiento
general de los siglos XIX y XX. Es
evidente que en todo esto hay un trasfondo político. En 1975, con la muerte de
Franco, se empezó a corregir el olvido de la historia más reciente.
Pero en Quesada Franco no murió en 1975, sino que lo hizo algo
después, porque aquí las novedades llegaban tarde, como lo hacía la prensa, que
nunca era la del día sino la del anterior. Por eso, la recuperación de su
historia más reciente comenzó con algo de retraso. Eran ya empezados los años
ochenta cuando conocimos que un escritor valenciano, de la generación del 98,
había escrito ciertas novelas inspiradas en este pueblo hacia 1910. Supimos entonces
que Villavieja y La Romería fueron piezas de escándalo para la gente de orden
de la época. Pero fue esta de Ciges una recuperación parcial, porque aunque se
le puso una calle, se siguió sin leer ni conocer su obra. En cualquier caso no
dejó de ser un primer acercamiento a la historia actual.
Mientras tanto, fuera, empezaron a ser más y más numerosos
los historiadores que publicaban trabajos sobre la Restauración, la República y
la Guerra Civil. Hoy, la historiografía disponible sobre estos periodos es
abundantísima y buena. Referido, claro está, al marco general español.
Por aquellos años era yo un estudiante con mucha curiosidad
por la
historia local. Solo podía satisfacerla en los escritos de
Carriazo sobre tiempos medievales. De cosas más recientes apenas conocía las
vagas noticias oídas a los viejos en la intimidad familiar. Eran esas cosas
sobre la Virgen arrojada al río Guadiana por los rojos, sobre señoritos que iban
obligados a coger aceituna, sobre la cosa dramática de los muertos y poco más.
En determinado momento, de forma azarosa y completamente
inesperada, cayó en mis manos un par de hojas fechadas en Quesada en el año
1937. Eran la copia en papel de calco de un documento escrito a máquina, que
contenía una relación de personas clasificadas por el Ayuntamiento como
desafectos al Régimen. No se trataba del régimen de Franco, estos desafectos lo
eran a la República. Estaba validado por el sello del Consejo Municipal
republicano y lo firmaba su último alcalde presidente.
Fue aquel papel la primera evidencia material que tuve de la
existencia de la República en Quesada. Con mucha lentitud me fueron llegando
otros datos. Pero hasta bastante más tarde, con la aparición de Internet y la
digitalización de documentos, no me encontré con abundantes noticias de la
republica quesadeña. Acumulé gran cantidad de información, pero nunca pensé en
serio en sistematizarla y mucho menos en escribirla y darla a conocer. Temía
meterme en un asunto que sigue siendo espinoso por muchos motivos y, pensaba yo,
que no había necesidad de meterse en semejantes aventuras.
Los que conocen mi blog "Historia de Quesada",
pueden comprobar que no hay ninguna entrada dedicada a la República o a la
Guerra Civil, y se debe a este temor. No recuerdo ya con exactitud cuando superé
estas prevenciones y me puse a escribir. Creo recordar que Luís Garzón tuvo
algo que ver.
Antes decía que la historia de Quesada parecía acabar con la
conquista de Granada. Que después de unos siglos heroicos y gloriosos no había
vuelto a pasar nada fuera de lo normal. Apenas la rutina del sucederse las
generaciones, todas más o menos iguales y sin que ninguna de ellas destacase.
Es cierto que desde el siglo XVII Quesada entró en una larga decadencia, en un
periodo gris construido con años casi indistinguibles.
Pero eso no significa que no exista una historia interesante.
Además de personajes famosos como el general y ministro Serrano Bedoya, su
sobrino Manuel, también general y conquistador de las Carolinas Orientales en
el Pacífico, del gramático Santiago Vicente, con cuyos libros estudiaban
alumnos de toda España a mediados del siglo XIX, de otros como el cabecilla
carlista Luís Moreno, o del propio Ciges Aparicio, la historia local ha tenido
momentos nada vulgares e incluso sorprendentes. Me refiero especialmente a la
etapa de la Segunda República y Guerra Civil.
El siglo XIX, tan novedoso en muchos aspectos, no trajo
grandes cambios a Quesada. Las desamortizaciones cambiaron el paisaje urbano,
pero empeoraron problemas antiguos como el de la propiedad de la tierra. Tras la
Revolución de 1868 y la fugaz Primera República, que fue el último sueño
colectivo del siglo, llegó la Restauración borbónica con el objetivo principal
de evitar nuevas aventuras.
La de aquellos años de la Restauración era la Quesada de la
que hablaba Ciges en Villavieja. Una sociedad estática en la que no se valoraba
el esfuerzo personal ni el colectivo, porque se pensaba que el mundo era como
era y que resultaba absurdo cambiarlo.
Políticamente, todo estaba controlado. Los dos partidos
dinásticos, conservador y liberal, se turnaban en el mando mediante unas
elecciones formalmente democráticas y realmente amañadas. Detrás de ellos no
había ideología alguna. Sus diferencias no eran políticas sino personales y de
casino. Más que partidos eran grupos rivales, como equipos de fútbol, que fuera
de algunos matices veían las cosas de la misma manera y que tenían un mismo
objetivo: procurar que la rueda del mundo siguiera rodando en la dirección en que
siempre lo había hecho.
De todas formas, durante la Restauración habían cambiado
para bien algunas cosas, pero no muchas. En la plaza de la Villa, que ahora se
llamaba del general Serrano, se había plantado el Jardín. El mercado, que hasta
entonces se instalaba delante de la casa del Ayuntamiento, se trasladó al claustro
del antiguo convento dominico. Las comunicaciones eran algo mejores, pero seguían
siendo difíciles. El ferrocarril se había quedado lejos, las carreteras eran
malas y su construcción se eternizaba. La de Tíscar, por ejemplo, todavía no
llegaba a Pozo Alcón.
Desde 1901 se disponía de electricidad procedente del
pequeño salto de Béjar. Pero el alumbrado público era escaso y las noches
seguían siendo bastante oscuras. No había aún teléfono y el telégrafo
funcionaba regular.
Es verdad que la expansión del cultivo del olivar había
aumentado la producción agrícola y por tanto el trabajo disponible. Pero los habitantes
también habían aumentado y en mayor medida. Como apenas existía emigración, la
presión sobre los escasos recursos aumentó. En 1930 la proporción de trabajadores
agrícolas sin tierra y que dependían únicamente de los jornales, era la misma
que en el siglo XVIII: más del cuarenta por ciento de las familias del pueblo.
La educación tampoco había mejorado prácticamente en nada y
llevaba un enorme retraso respecto a la media del país. El analfabetismo rondaba
el 80%, y este nivel se había mantenido estable y sin ninguna mejora durante
décadas.
Volviendo al ámbito nacional, el fracaso de la Dictadura de Primo
de Rivera obligó al rey a restablecer la Constitución. Seguidamente se
convocaron elecciones municipales para el domingo 12 de abril de 1931. Se pensaron
como un paso previo a las elecciones generales y a la reapertura del Congreso.
Mientras el país hervía, aquí no se esperaba ningún cambio. No
parece que hubiera una campaña electoral muy reñida, ni que se viviera el
momento político con especial tensión. Al último pleno municipal de la
Monarquía, el primero de abril, apenas asistieron 8 de los 15 concejales. Despacharon
pequeños asuntos rutinarios y administrativos.
A las elecciones del día 12 solo se presentaron en Quesada
los partidos conservador y liberal. Todos los concejales elegidos fueron
monárquicos, 12 conservadores y 5 liberales. Parecía como si el atormentado
siglo XX quisiera pasar de largo sin detenerse en Quesada, un pueblo
aparentemente al margen de la historia.
Pero no fue así, y aquel mes de abril trajo grandes cambios.
El triunfo de las candidaturas republicanas en las ciudades y zonas industriales
fue incontestable. Aquí cerca, en Linares, importante centro industrial y
minero, la victoria republicana fue aplastante. Dos días después, el martes 14
de abril, desde el balcón de Gobernación
en la Puerta del Sol, se proclamaba por segunda vez en la historia la República
Española.
Las celebraciones se extendieron por todo el país. Esa noche
hubo manifestaciones en Jaén, en Linares, en Úbeda y aquí cerca, en Cazorla,
donde ya existía el partido socialista y los republicanos consiguieron vencer
al histórico Foronda. Seguramente en Quesada, si es que las hubo, las
expresiones de alegría fueron individuales y de poca cuantía. Sin embargo, en
pocos días cambiaron las cosas como no lo habían hecho en siglos.
La corporación monárquica quesadeña elegida el 12 de abril,
no llegó a constituirse y se formó una comisión gestora municipal que preparó nuevas
elecciones para finales de mayo. Su resultado fue completamente distinto. En el
nuevo Ayuntamiento entró gente que nadie hubiera soñado jamás ver por allí. Gente
que nunca había contado para nada en la política municipal.
No existía entonces en Quesada actividad política, partidos ni
organizaciones sindicales. Hubo que improvisarlo todo en pocos días. Tomó la
iniciativa la parte sindical. UGT fue la primera porque se lo permitía su gran implantación
y fuerte estructura en la provincia. En aquellos primeros movimientos
sindicales, fue donde nació la candidatura que triunfó en las municipales. Una
candidatura más sindical que política, hecho que dará origen a una de las
muchas particularidades de la Quesada republicana, que las organizaciones
sindicales fueron las protagonistas y que los partidos, en general, vivieron a
su sombra.
No hay mucha información de como fueron aquellos días de la primavera
del 31, pero debieron ser muy distintos a lo acostumbrado. El 3 de mayo se
produjeron incidentes en la Traída de la Virgen. En la Cruz, además de sonar la
Marcha Real, una bandera monárquica presidió la procesión. Hubo cierto
escándalo y protesta pero sin mayores consecuencias. Sin embargo, el suceso
llegó a las páginas de periódicos madrileños como La Libertad, que acusó
directamente al párroco Ángel Morán de provocar los incidentes, y de ser un
seguidor radical del radical cardenal Segura.
Como decía, los primeros pasos políticos los dio UGT y en
mayo de aquel año se repartieron sus primeros carnés. Pero no se creó una
organización propia sino una sociedad obrera, denominada El Progreso, que
agrupaba a trabajadores de todas las tendencias y sensibilidades. Se integraron
en ella afiliados de UGT, pero también de
la CNT y otros independientes no afiliados. La derecha quesadeña, excepto una
minoría monárquica extremista, se refugió en el viejo Partido Republicano
Radical de Alejandro Lerroux.
Los grupos que convivían dentro de la sociedad obrera El
Progreso, tenían visiones muy distintas de la acción sindical y política. Por
un lado la socialista UGT, que participaba en el entramado institucional y en
el Gobierno, donde su secretario general, Largo Caballero, era ministro de
trabajo. De otro la anarcosindicalista CNT, que mantenía una oposición extrema
y radical a la que llamaba "república burguesa". Sus huelgas y
acciones tenían un carácter revolucionario que, por encima de reivindicaciones
concretas, buscaban el advenimiento del comunismo libertario.
Desde 1931 y hasta 1939 hubo una nítida diferenciación entre
las organizaciones sindicales quesadeñas. UGT estaba formada mayoritariamente
por gente de oficios, que solían tener las necesidades básicas cubiertas y que
dentro de su pobreza no pasaban hambre. Su tendencia incluso en los momentos
más dramáticos fue hacia una relativa moderación. Por el contrario, se
afiliaron a CNT los que dependían exclusivamente de un jornal. Un jornal que
era escaso y que no se conseguía todos los días. Sus acciones fueron radicales
y extremistas por necesidad. Su base social era la más numerosa en el pueblo y
le dio una mayoría contundente.
El enfrentamiento entre socialistas y anarquistas dentro de
El Progreso comenzó de inmediato. Para finales de septiembre de 1931 se puede
decir que la sociedad unitaria había desaparecido, y que las dos centrales sindicales
tenían vida independiente. Ese otoño los choques alcanzaron niveles de
auténtica ferocidad. CNT trató como enemigos a sus antiguos compañeros de UGT.
Y fueron correspondidos.
No dudaron los anarcosindicalistas, en su enfrentamiento con
los socialistas, en juntarse incluso con elementos de la extrema derecha local.
Fue el caso ocurrido en abril de 1932, cuando tres diputados socialistas
hicieron una gira por la comarca. Coincidieron en el boicot anarquistas y
monárquicos, reventando los actos de Huesa, Quesada y Peal. Solo en Cazorla, de
donde era el diputado Lozano y donde tenía fuerza el partido socialista,
consiguieron hablar, aunque en un ambiente de gran tensión.
Ni que decir tiene que UGT respondía a estos ataques con la
fuerza que le daba su control del Ayuntamiento y la buena relación con otras instituciones
oficiales, que siempre favorecieron a UGT y recelaron de los
anarcosindicalistas.
En la CNT quesadeña de aquellos años hay dos características
que la hacen muy singular. Una es su carácter mayoritario, la otra su conexión
directa con los núcleos centrales del movimiento anarcosindicalista español.
Dentro de Andalucía, el valle del Guadalquivir era cenetista.
La provincia de Jaén fue excepción y UGT predominaba incluso entre los
jornaleros. En consecuencia, su estructura y medios eran muy potentes. Hubiera
sido lo normal que esta fuerza de UGT se hubiera repetido en Quesada, pero por
las razones que fuese, no sucedió así y CNT se impuso. Esta circunstancia
también se dio en Peal, pero mucho menos en Cazorla, donde UGT tenía tradición
y fuerza.
La otra particularidad que llama la atención en un pueblo
tan aislado y perdido, fue que los anarquistas quesadeños tuvieron una relación directa y estrecha con el
movimiento anarcosindicalista general. Mauro Bajatierra, conocidísimo
periodista y anarquista madrileño, a menudo se refirió en sus artículos a los
asuntos quesadeños. Estuvo personalmente en Quesada y en 1932 dio un sonado
mitin en el patio del antiguo convento. El propio Mauro lo contó en la primera página del diario
"La Tierra".
Pero lo más llamativo fue la atención que el semanario
anarquista barcelonés, El Luchador, dedicó a Quesada. Estaba dirigido por Federico
Urales, padre de Federica Montseny y uno de los referentes anarquistas del
momento. En Quesada tuvo un corresponsal que escribía frecuentemente sobre la
situación y los sucesos locales. Se hizo eco, por ejemplo, de los graves enfrentamientos
de diciembre de 1931, de la huelga revolucionaria de diciembre de 1932 y del
avance del laicismo y los matrimonios civiles, regodeándose con el consiguiente
disgusto del párroco Morán.
El anarquismo quesadeño no fue simplemente un movimiento desesperado contra el hambre, sino
que estuvo muy ideologizado, tanto por sus contactos exteriores como por la
labor de sus propios dirigentes locales. Fueron sus ideólogos Manuel Salas y
José Tíscar, quienes, según el Luchador, por las noches daban charlas políticas y culturales en el
local de la CNT, actual bar Tirol.
Gracias al enfrentamiento UGT-CNT y a las acciones y huelgas
revolucionarias, el primer bienio de la República fue extraordinariamente movido
en nuestro pueblo. Su nombre aparecía continuamente en la prensa nacional. Tan frecuente
y conocido llegó a ser que cuando en el verano del 32 hubo disturbios en “Quesa”,
provincia de Valencia, la prensa madrileña los atribuyó casi unánimemente a
Quesada, nombre que les debía resultar más familiar. Esta fama fue otra
particularidad de aquellos años. Nunca antes y nunca después tuvo tal
protagonismo periodístico el pueblo.
La causa de este protagonismo estaba en la enorme
conflictividad social. El paro obrero era un problema terrible. Gran cantidad
de familias dependían exclusivamente de los pocos y mal pagados jornales.
Bastantes meses al año las faenas del campo apenas daban trabajo. Las sequías que
mermaban las cosechas y los temporales que interrumpían la aceituna, hacían que
los jornales nunca fueran seguros y casi nunca suficientes.
Para aliviar la situación del campo andaluz se promulgaron
los llamados "Decretos Agrarios", pensados para aumentar el número de
jornales y repartirlos con equidad. También se fomentaron las obras públicas. En
1931 se dispuso que un 10% de lo recaudado por las contribuciones rústicas y
urbanas, se destinase a obras municipales. Gracias a estas obras de “la décima”,
cuando se ensanchaba el Paseo de Santa
María, se encontró la Estela Discoidea, hoy en día en el museo de Jaén. Con el
mismo objetivo, el Ministerio de Fomento aceleró inversiones como la carretera
de Cazorla, iniciada entonces, o la de Huesa, construida entre 1933 y 36.
Estas medidas aliviaban momentáneamente el problema pero no
lo resolvían. Porque su origen estaba en la desequilibrada estructura de la
propiedad de la tierra. Para atajarlo se había iniciado la reforma agraria,
proyecto de gran complejidad técnica y social. El desfase entre los resultados
a medio y largo plazo de la reforma y la
urgencia de las necesidades inmediatas, ocasionó una conflictividad social
extrema en el campo andaluz... En Quesada especialmente. En una entrevista al diario El Sol en enero de
1932, el gobernador civil de Jaén, Martín de Villodres, citó expresamente a
Quesada, Peal y Arjona como los pueblos conflictivos de la provincia.
En el otoño de 1933 las derechas ganaron las elecciones. No sucedió
porque votaran por primera vez las mujeres como dijeron algunos, sino porque el
sistema electoral mayoritario castigó la desunión en candidaturas independientes de republicanos y
socialistas. En Quesada, donde también ganó la derecha, durante unos meses
convivieron el Ayuntamiento, presidido por el socialista Antonio Serrano Linares,
y los gobernadores civiles conservadores del Partido Radical. La convivencia
duró poco porque, tras una dura campaña en contra, en el mes de mayo de 1934, el
gobernador civil, alegando razones
administrativas, cesó al alcalde y concejales izquierdistas. Los
sustituyó por personas que habían participado en los anteriores ayuntamientos
monárquicos y por otros afines al Partido Radical.
Simultáneamente a estos cambios, se produjo un gran declive en
el movimiento sindical, que sufrió especialmente CNT. Como consecuencia disminuyó
mucho la conflictividad. Las causas no están muy claras. La decadencia sindical
pudo originarse por los vientos conservadores traídos por el cambio político, pero
también pudo deberse a la fuerte represión antisindical, que CNT sufría ya con
anterioridad al cambio de mayoría parlamentaria.
Fuera como fuera, en 1934 parecía que habían vuelto los
viejos tiempos. Pensarían algunos que todo lo vivido los tres años anteriores había
sido una pesadilla de la que por fin estaban despertado. Pensarían otros que el
sueño había sido nada más que eso, un sueño, y que el mundo había vuelto a ser
lo que siempre había sido. Muchos olvidaron o rompieron su carné sindical y Quesada
desapareció de la prensa. Nunca volvió a tener el protagonismo de estos años.
Desde la proclamación de la República se habían producido algunos
avances en Quesada. En materia de comunicaciones se terminó el viaducto del
Turrilla, en Hinojares, que completaba la carretera hasta Pozo Alcón. Además, y
como antes he dicho, se construyó la carretera de Huesa y se inició la de
Cazorla. En 1932 llegó el teléfono y también lo hizo la radio, en parte de la
mano de la FEDA, que tenía la representación exclusiva para la comarca de los conocidos
aparatos alemanes "Punto Azul".
Fuerzas Económicas de Andalucía S.A., la FEDA, fue creada en
1933 con sede social en Quesada, plaza de la República 22, debajo de la fonda
La Moderna. En 1934 construyó la central hidroeléctrica del Barranco de la
Canal que entró en servicio los primeros días de 1935. Esta obra, que hoy nos puede
parecer poca cosa, tuvo en su momento un gran impacto en toda la comarca. Multiplicó
y regularizó el suministro de energía, mejorando el alumbrado público y favoreciendo
la electrificación de buena parte de los molinos de aceite, cuya producción
aumentaba al tiempo que la expansión del olivar.
Los avances económicos, que existieron, no fueron sin
embargo suficientes para resolver los gravísimos problemas sociales que se
arrastraban puede decirse que desde siempre.
Más eficaz fue la política de mejora de la educación. Entre
1930 y 1940 el analfabetismo bajó 16 puntos, más del doble que en los sesenta
años anteriores. Entre los hombres la reducción fue aún mayor y por primera vez
bajó del 50%. En esta materia los avances sí fueron importantes y rápidos.
Desde 1931, la Inspección Provincial de Enseñanza presionó
al Ayuntamiento para la creación de nuevas escuelas. La pésima situación
financiera municipal dificultó la tarea que no se materializó, con timidez,
hasta el curso 1932-33.
Fruto de la prioridad que ahora se daba a la educación
pública, en 1936 se aprobó un amplio proyecto de construcción de escuelas. Consistía
en dos grupos, uno en el solar de la antigua ermita y cementerio de Madre de
Dios y otro en las Eras de la Tercia. En total constarían de 12 aulas, 2
bibliotecas, una cantina y una vivienda para conserje. Además, se construirían 12
viviendas para maestros en la plaza de Santa Catalina, donde bastante después se
levantó el primer Museo Zabaleta. La subvención aprobada por el Ministerio fue
de 252.000 ptas., seguramente la mayor inversión pública de la historia de
Quesada. 6 días después de que la Gaceta de Madrid publicase la resolución del
Ministerio de Instrucción Pública, se produjo el golpe militar que provocó la
guerra. El proyecto se abandonó por fuerza mayor.
También por aquellos años Rafael Zabaleta, recién terminados
sus estudios de Bellas Artes, expuso por primera vez su obra. Lo hizo en la muestra colectiva del sindicato
universitario republicano FUE, que se celebró en febrero de 1932 en el Museo de
Arte Moderno de Madrid. Tres años después, en "El Adelantado de
Cazorla", como ilustración de los capítulos correspondientes a Quesada, publicó
un dibujo del jardín visto desde las ventanas de las escuelas, junto a la Torre
del Reloj. Fue la primera versión conocida de la larga serie que dedicó al jardín
y plaza.
El bienio 1934 y 35 fue relativamente tranquilo en Quesada. Pero
bajo aquella calma aparente rugía un volcán social a punto de explotar. A las
elecciones de febrero de 1936 se presentaron dos grandes bloques; uno el de la
derecha agrupada en torno a la CEDA; otro el Frente Popular, la antigua
coalición republicano-socialista en la que, por imposición de Largo Caballero, se incluyó al pequeño
Partido Comunista.
En Quesada la campaña
electoral fue intensa. Hubo una gran movilización, mítines de unos y otros,
carteles y propaganda, también algún altercado. Las centrales sindicales
resurgieron. Especialmente CNT. Muchos que habían abandonado el sindicato se
afiliaron de nuevo y la organización volvió a ser la más fuerte y con mayor
número de afiliados. Con mucha
diferencia. En el congreso de CNT de Zaragoza, en mayo de 1936, Quesada
representaba a 1.130 afiliados, un porcentaje altísimo sobre el total de
población. Por comparar, en ese mismo congreso los delegados de Linares representaban
a 480 afiliados.
Las elecciones dieron protagonismo a dos nuevos grupos
políticos de muy distinto signo. Uno es bien conocido, Falange, el equivalente
español de los fascismos europeos de la
época. El otro Unión Republicana. Su origen estuvo en la escisión de sectores
centristas del Partido Republicano Radical a los que se sumó parte del Radical
Socialista. Nunca dejó de ser un pequeño grupo, siempre estuvo por detrás del
gran partido republicano de Azaña. No obstante en Quesada, de nuevo otra
particularidad, Izquierda Republicana no existió y fue Unión Republicana quien
ocupó su lugar.
Unión Republicana no fue un partido de izquierdas pero sí
decididamente republicano y democrático. Por su alianza con el partido de Azaña
acabó formando parte del Frente Popular. Esta fue la razón por la cual algunas personas
tan poco radicales como Juan Arroquia se vieron arrastrados al exilio. Arroquia
fue presidente local y luego provincial de Unión Republicana. Nombrado en 1937
Director General de Correos, durante su mandato se creó la tarjeta postal de
campaña, ampliamente utilizada en los frentes.
La tarde del 17 de julio de 1936 se escucharon en Melilla
los primeros disparos de una sublevación militar que en pocos días se extendió
por la Península. La comandancia de la Guardia Civil de Jaén, que tuvo una
actuación bastante indecisa y ambigua, ordenó que los destacamentos de los
pueblos se concentraran en las principales localidades. Obedeciendo la orden,
la Guardia Civil de Quesada abandonó apresuradamente el cuartel, para dirigirse
a Úbeda, al mediodía del domingo 19 de julio.
Por su parte, y siguiendo las instrucciones y consignas de
sus direcciones nacionales y provinciales, la CNT quesadeña secundada por UGT,
se lanzó a la calle con el objetivo de desarmar y detener a los posibles partidarios
del golpe militar.
Sin fuerza pública que lo pudiera mantener, en cuestión de
horas desapareció el orden republicano.
Aquel verano hubo vandalismo iconoclasta, odios de clase, venganzas
y atropellos. Sin embargo y comparado con lo sucedido en la provincia y en
otros lugares cercanos, el nivel de violencia fue relativamente bajo. Pero no obstante se produjeron
nueve asesinatos. Siete de ellos el 23 de septiembre y atribuibles no a la
iniciativa local, sino a un grupo miliciano de paso.
Quesada quedó en la retaguardia, relativamente lejos de
todos los frentes. La crisis del verano del 36 no se vivió aquí como el inicio
de una guerra sino como el de una revolución. CNT y UGT se lanzaron a la
colectivización completa, no solo de la tierra sino también del comercio, de
las fábricas de aceite y de otras empresas como la FEDA.
Durante los primeros meses quien mandaba en Quesada fueron
las milicias revolucionarias anarquistas. El Ayuntamiento quedó en un segundo
plano, siendo sustituido en la práctica por el Comité del Frente Popular,
controlado por los sindicatos y con mayoría de CNT.
Duró poco la etapa revolucionaria. En enero de 1937 se crearon
los consejos municipales que sustituían a los ayuntamientos. Su objetivo era reconducir
la caótica proliferación de comités locales y recuperar para el Gobierno el
control de la situación. En Quesada el primer Consejo Municipal de enero de
1937, estuvo integrado por CNT, UGT y
Unión Republicana. Fue presidido por el ugetista Ramón Segura Úbeda, veterano
de los ayuntamientos republicanos desde 1931.
En la práctica, la creación del Consejo Municipal supuso el
fin de la etapa revolucionaria, el lento regreso de las estructuras estatales y
de una cierta normalidad republicana. Supuso también la pérdida de protagonismo
de CNT y el ascenso de UGT. En la primavera de 1937 llegó a Quesada un
destacamento de guardias de Asalto. Era la primera fuerza pública instalada en
el pueblo desde julio del 36. Su presencia subrayaba la recuperación del
control por el Gobierno. Más o menos por esas fechas se devolvieron a sus
propietarios los comercios incautados y existen indicios de una marcha atrás en
la colectivización de tierras mediante el reparto de parcelas para su cultivo
individual.
A la vez que se recuperaba cierta normalidad y tranquilidad,
comenzaron a sentirse los primeros efectos reales de la guerra, las
dificultades de abastecimiento, los primeros muertos en el frente, la
movilización forzosa de gente en edades cada vez más extremas.
Han desaparecido casi todos los protagonistas de aquellos
años y se han llevado sus recuerdos con ellos. Para el historiador es una
pérdida grande porque, como ya ha comentado Luis, la historia oral es
fundamental. Sobre todo para la pequeña historia local y para la biografía de
la gente sencilla, cuya vida rara vez llega a los documentos. Aún se está a
tiempo de conservar algo y algo se debería hacer.
El tiempo, que perjudica a la memoria, ha traído también ventajas
tecnológicas. Desde la aparición de internet se han digitalizado
progresivamente miles de documentos de archivos públicos y privados.
Especialmente destacable en esta materia es el trabajo que viene realizando el
Instituto de Estudios Giennenses. Está digitalizando buena parte de los fondos del
Archivo Militar de Sevilla, que contienen los procesos sumarísimos de posguerra
y mucha información sobre las personas afectadas y los hechos en los que participaron
Otros archivos como el Nacional o el Centro Documental de la
Memoria Histórica de Salamanca, también han dado acceso a parte de sus fondos
en el portal de archivos españoles. Igualmente ha ocurrido con la aparición de
hemerotecas virtuales, como la de
Biblioteca Nacional o la del Ministerio de Cultura.
La ventaja de poder acceder a los documentos sin salir de
casa es enorme. Me hubiera sido imposible abordar esta investigación si hubiera
tenido que desplazarme personalmente a Salamanca, a Sevilla o a la Biblioteca
Nacional de Madrid.
He trabajado también con otras fuentes como son el Legado
Carriazo de la Universidad de Sevilla o la documentación sobre FEDA que
custodia la Fundación Endesa en Barcelona. Pero entre todas las fuentes hay que
destacar el archivo municipal de Quesada.
Salvado de la destrucción en 1938 por Juan de Mata Carriazo y
recientemente reorganizado, es un archivo extenso y completo. Cuenta con auténticas
joyas que emociona tener en la mano, como es el caso del monumental cuaderno del
Catastro de Ensenada, que describe, parcela a parcela, todo el término municipal
a mediados del siglo XVIII.
Aunque el archivo municipal no está digitalizado, tenemos la
ventaja de que para estudiarlo no hay que desplazarse y que siempre se cuenta
con la amabilidad del Ayuntamiento y sus funcionarias.
Esta historia de la Segunda República en Quesada que hoy
presento, abarca desde los últimos años del reinado de Alfonso XIII hasta la
tarde del 17 de julio de 1936. Queda pendiente de publicar la Guerra Civil y la
primera posguerra.
Un trabajo como este exige un proceso de investigación y
exposición minucioso y lento. Por eso he preferido dividir y dar a conocer ya, la
parte del trabajo realizado, referida a los años de la República anteriores a
la Guerra Civil, que en Quesada fueron bien interesantes y, a veces,
sorprendentes.
Finalmente, me gustaría añadir que un tema como este, que tiene
tantas aristas, necesita un enfoque riguroso y atento. No existe la objetividad
pero sí la documentación y el método.
He buscado los hechos y he procurado entenderlos y
explicarlos. He intentado alejarme lo que he podido del chisme social. A menudo
he evitado los nombres propios, siempre que he creído que no añadían mucho a la
comprensión del proceso histórico. Tampoco he querido juzgar ni sentenciar a nada
ni a nadie. Hubiera sido tarea absurda e
inútil 90 años después.
En Quesada, como en el resto del país, la República llegó
agotada a su final. Marzo de 1939 fue un mes de carreteras llenas de soldados harapientos,
que volvían derrotados a sus pueblos. El día 28 las tropas franquistas ocuparon
Madrid, y esa misma noche dejó de existir, en la práctica, el Ayuntamiento
republicano de Quesada.
Oficialmente la Guerra terminó el primero de abril. Pero Quesada se mantuvo en tierra de nadie unos
días hasta ser ocupado, el día 4, por el 6º batallón del Regimiento de
Infantería de Granada. De inmediato comenzaron las detenciones y las tropas
ocupantes habilitaron como cárcel la iglesia del Hospital. Todos los que habían
servido, voluntarios o forzosos, en el Ejército Popular de la República, fueron
enviados al campo de concentración de Higuera y Santiago de Calatrava. Aquel
verano se pusieron en marcha los juicios militares sumarísimos. Las condiciones
que vivían los presos en las cárceles fueron terribles y algunos no llegaron
vivos al consejo de guerra. En septiembre de 1940 se fusiló al primer quesadeño
en las tapias del cementerio de San Eufrasio de Jaén.
Desde los primeros días de la ocupación, los vencedores se
dedicaron a borrar cualquier recuerdo y vestigio de la República. Arrancaron en
los sellos de caucho del Ayuntamiento el escudo republicano, y con rayas
enérgicas lo tacharon de los impresos oficiales. Quesada y toda España entraron
en tiempos de Viernes Santo permanente. Desde entonces, el olvido público fue
casi total y el resultado, que la República nunca existió.
Muchas gracias
INDICE GENERAL
PRIMERA
PARTE: LA SEGUNDA REPÚBLICA EN QUESADA
0.- INTRODUCCIÓN
1.- QUESADA EN EL AÑO 30
1.1.- Saliendo de la Monarquía y de la Dictadura.
1.1.- Saliendo de la Monarquía y de la Dictadura.
1.2.- Una situación explosiva. La
sociedad de Villavieja.
2.- PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA
2.1.- Las elecciones de abril.
2.2.- El ayuntamiento que abre una
nueva época.
2.3.- Los primeros pasos del nuevo
sindicalismo. La Verdad.
3.- EL CONFLICTO SOCIAL. BIENIO 31-32
3.1.- Los meses de otoño y los
primeros conflictos sociales.
3.2.- la campaña de la aceituna 31-32. Comité arbitral aceitunero.
3.3.- Los sucesos de diciembre.
3.4.- Mundos paralelos.
3.5.- La crisis social y política
que no cesa.
3.6.- La primavera de 1932.
3.7.- Nuevo alcalde y huelga de
segadores.
3.8.- El verano del año 32.
3.9.- Nueva campaña de la aceituna.
4.- RESTAURACION BURGUESA
4.1.- Hacia las nuevas elecciones.
4.2.- El comunista Bullejos.
4.3.- La derecha al poder,
convivencia en el ayuntamiento.
4.4.- El fin del ayuntamiento
socialista.
4.5.- El Bienio Conservador: 1934.
4.6.- El Bienio Conservador: 1935.
4.7.- Quesada en 1935 vista por sus
contemporáneos.
4.8.- Sindicatos y partidos.
4.9.- Unión Republicana.
5.- 1936
5.1.- Elecciones de febrero.
5.2.- Una nueva normalidad
republicana.
6.- CRONOLOGÍA GENERAL.
7.- GLOSARIO DE PARTIDOS POLÍTICOS
EN LA SEGUNDA REPÚBLICA.
8.- BIBLIOGRAFÍA Y ENLACES.
9.- INDICE DE MICROBIOGRAFIAS.
Es la primera vez que leo algo sobre historia de quesada, que llame mi atención. Siempre he pensado que los voz y pensamiento de Quesada la mantenía oculta, que los Quesadeños se acostumbraron a callar, que no le permitían abrir la boca aun, supuestamente, existiendo la libertad de expresión.. Parece o me lo parece a mí, qué la única historia que tiene Quesada, y que haya tenido, a sido, la aparición de la virgen en la Cueva del agua, las fiestas y los trajes de las señoras en dichos días. Pienso y creo que aun hay mucho miedo y poca valentía, mucha pandereta y poca historia. Perdoné mi atrevimiento, junto con mis faltas.
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen, me halaga que le haya gustado y le sea útil
EliminarEnhorabuena, Vicente Ortiz. Conocía tu labor investigadora a través de este blog, así como mediante el amigo J. Antonio García-Márquez de la recientísma presentación del libro "Quesada Republicana". Aunque debo leerlo con atención, te felicito de antemano por este trabajo que saca a la luz una etapa amordazada durante décadas en nuestros pueblos.
ResponderEliminarMuchas gracias Juan. Todos los elogios se valoran pero quizás más la de "compañeros del gremio". Conozco tu blog. llegué a él a través de la entrada que dedicaste a los refugiados, que me interesó mucho para hacerme una idea de como funcionaba la cosa pues en Quesada de ese asunto concreto queda poca información, apenas testimonios orales. Muchas gracias
EliminarHace unos meses volví a Quesada (lugar de mi nacimiento.
EliminarDe muy pequeño mis padres me llevaron a Madrid, junto con dos de mis hemanos. Tuvimos que emigrar a consecuencia de las penosas condiciones (falta de trabajo y de lo mas elemental para la subsistencia) que habia en el pueblo.
He vivido en Madrid durante casi todo este tiempo, pero siempre me persiguio la idea de volver a la tierra que vieron mis ojos por primera vez y que visité en un par de ocasiones: Quesada.
Tenía una enorme necesidad de saber de su historia (que considero mi historia, y una vez liberado de las cadenas del trabajo y pasado unos años en el archipiélago canario y convencer a mi mujer y compañera nos decidimos a venir a quí.
Un vecino con el que se ha hecho una buena amistad me ha dirigido hacia aquì, y gracias a ese encuentro y tu magnifica intervención empiezo a conocer la historia que siempre quise conocer y que considero mi própia historia.
Gracias por tam magnífica, bella y acertada ilustración.
Salud.
enhorabuena,me parece un trabajo excelente, una gran labor de investigación.
ResponderEliminarpor desgracia en mi localidad, peal, toda la información desapareció durante una reforma de los archivos municipales.un saldudo
Muchas gracias...
EliminarCómo puedo conseguir el libro, soy de quesada y me han dicho que se habla de mi abuela
ResponderEliminarEn las librerias de Quesada
EliminarEstoy interesado en tener un ejemplar de la segunda parte de QUESADA EN LA GUERRA CIVIL. En Huelva donde vivo mes es imposible encontrarlo pues me dicen que no está publicado. Un saludo
ResponderEliminarLo publicó y vendió el Ayto. La única forma de conseguirlo si quedan todavía es contactando con alguna de las librerias de Quesada
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