martes, 19 de agosto de 2014

1928. LUIS BELLO y la instrucción pública en QUESADA.

El jardín de Quesada en el verano de 1928. Foto de Luis Bello. La Esfera
Luis Bello Trompeta fue un conocido periodista y político nacido en Alba de Tormes el 6-12-1872 y fallecido en Madrid  el 5-11-1935. Fundador de varias revistas, dirigió El Liberal de Bilbao y escribió en El Heraldo de Madrid, El Imparcial y otros periódicos, pero fue en el diario El Sol donde alcanzó fama y reconocimiento. Entre 1926 y 1929 emprendió una campaña de viajes por toda España describiendo la situación de las escuelas de los lugares que visitaba. Estos artículos se recogieron más tarde en la obra “Viaje a las escuelas de España”.

Miembro de Acción Republicana, antecesora de Izquierda Republicana, fue elegido diputado por Madrid en las constituyentes de 1931. Participó en la comisión que redactó la Constitución de la República y presidió la comisión que debatió el Estatuto de Cataluña. Murió de un grave problema intestinal en noviembre de 1935. La Libertad dijo al día siguiente: “Ha muerto Luis Bello. Un valor intelectual menos, un republicano menos, un periodista menos”.

Luis Bello en la revista Nuevo Mundo, mayo de 1928


En sus artículos, difundió la necesidad de apoyar la enseñanza pública y el Magisterio y hacer de la educación la base de todo progreso. Fue un auténtico activista, “el viajero infatigable que recorre los pueblos y aldeas de España predicando el amor a la Enseñanza”.  En una entrevista para la revista Nuevo Mundo publicada en mayo de 1928 declaraba: “La verdadera realidad de España es el analfabetismo. Hay que abrir los ojos  españoles a la curiosidad de la letra escrita. Hacen falta escuelas, escuelas, escuelas… No hay la mitad de las escuelas que debía haber”

En esta entrevista también se le preguntó por sus planes inmediatos a lo que respondió: “Tengo que volver a Jaén. Después quiero hacer el recorrido del Pirineo”. En Jaén, además de visitar Úbeda y Baeza, se proponía volver a la Sierra de Segura comarca que le interesaba por arrojar uno de los índices de analfabetismo mayores del país. Pero aprovechó el viaje para ampliar y completar sus visitas. El 18 de agosto de 1928 decía en El Sol: “Dos derivaciones del viaje a Sierra Segura vamos a hacer aquí: una a Quesada, otra a Cazorla”. El resultado fueron cinco artículos de la serie "Visita de Escuelas", dedicados a las escuelas de Quesada, Cazorla, Peal, Tíscar y Belerda y un último dedicado a la Sierra donde conoció a un maestro ambulante de quien hace el retrato más detallado del periplo.

Aparte de  los artículos de El Sol, el viaje de Bello se reflejó en otros que publicó simultáneamente la revista La Esfera y que se agruparon bajo el título genérico de “ITINERARIOS ESPAÑOLES”. Su contenido, como corresponde al semanario, es más turístico e histórico, no hay crítica ni análisis social. Destacan en ellos las fotografías, la mayoría del propio autor, que son magníficas.

El Sol, visita de escuelas a Quesada


El viaje por la comarca se llevó a cabo en el verano de 1928. Aunque los artículos se publicaron entre el 11 de agosto y el nueve de septiembre, su itinerario empezó en algún momento del mes de julio con la visita a Baeza y Úbeda. A continuación estuvo en Peal donde Rafael Lainez le hizo de guía en la visita a Toya. Después estuvo en Quesada donde le acompañó Juan de Mata Carriazo realizando una excursión a Tíscar y Belerda. Desde Quesada fue a  Cazorla, pueblo y sierra, para desde allí continuar a la Sierra de Segura.

La situación de la instrucción pública en la comarca era absolutamente calamitosa. Bastante peor que la media del país. Dice Bello: “Cifra oficial de analfabetos en el partido: 79,04 por cien. No encontraremos otra mayor por este lado sino en el de Orcera”.  Pero ese porcentaje es realmente mayor porque no recoge el analfabetismo funcional:  “La mitad de la población española no sabe leer. Y de esa mitad que sabe leer hay que descontar un ochenta por ciento que le llaman leer a deletrear.” En Quesada, según el Censo de Población de 1920, hay un 83,96% de analfabetismo, 81,73% en los hombres y 88,16% en las mujeres. Para Luis Bello faltan escuelas en toda la comarca. Hay pocas y en condiciones lamentables, pocos maestros. La asistencia de los alumnos es corta e irregular. Y hay razones para esta penalidad…

Las causas del analfabetismo en Quesada

El martes 21 de agosto de 1928, publicó El Sol el capítulo correspondiente a Quesada. Le guiaba  Juan de Mata Carriazo, entonces novísimo profesor de la Universidad de Sevilla enfrascado ese verano en los hallazgos argáricos del Cerro de La Magdalena. Según Bello “erudito de tipo moderno, estudioso, cauto, mesurado”. De Carriazo obtuvo la información histórica (y turística) que trasladó al artículo de La Esfera. Pero aquí hablamos de enseñanza.

El autor busca “un fondo lógico para la estadística de analfabetos y se pregunta por “las causas de la incultura regional”. No hay que buscarlas, según él,  en razones étnicas o geográficas, “esta no es una raza ineducable. Ninguna fatalidad la agobia”. La explicación es mucho más próxima y sencilla: “Más breve será decir que en Quesada, villa de nueve mil habitantes, ha habido hasta ahora dos maestros y dos maestras. No está en los cráneos ni en la sangre la razón que busco; por lo menos directamente. Está -hay que decirlo aquí, como en otros muchos lugares- en el régimen social.” La falta de escuelas no es culpa de “los hombres de la Edad del Bronce con su cultura argárica, ni los que entraron luego a saquear los montes argentarios, ni siquiera los moros tienen culpa de que aquí no halla escuelas. Más bien han sido los cristianos, y esto no es un juego de palabras.” Piensa Bello que el origen está en "el adelantado con su corte, nombrados por la mitra toledana, viviendo sobre el país; a su arbitrio las rentas de la tierra, como la justicia y la vida de sus habitantes; administrando el favor, gobernando en función delegada. Así han vivido hasta hace poco Quesada y Cazorla.” “Tal sistema crea fatalmente dos castas; y así ha llegado a ser esta tierra la mejor para los olivos y para los caciques.

Lo cierto es que Quesada nunca perteneció al Adelantamiento y su relación con Toledo fue casi exclusivamente eclesiástica aunque su trayectoria social y educativa en nada se diferenciaba de las villas arzobispales. Pero en realidad poco importan estas disquisiciones porque como el mismo dice: “Lo único importante es afirmar desde aquí la enemiga del cacique a la escuela. Tierra de caciques no dará nunca escuelas. En la ignorancia del pueblo se funda su poder; y si alguna vez se ve obligado por azares del mando a construirlas o solicitarlas, ya buscará manera de desvirtuar la buena labor de los maestros.” Y el caciquismo, en aquel momento, independientemente de sus profundas raíces históricas, venía dado por el carácter elitista, escasamente democrático, del reinado de Alfonso XIII, por el “turnismo” dinástico de los partidos liberal y conservador repartiéndose presupuesto y poder sin mayor preocupación por los problemas sociales.

Luis Bello había leído Villavieja y menciona a Ciges, aunque con poco sentido y poca ilación dentro del artículo, diciendo en realidad nada: “Preferiría contar historias y anécdotas de las bárbaras luchas políticas, tal como Ciges Aparicio en su novela Villavieja, que desde luego no es Quesada, ni Cazorla, ni Orcera. Pero no lo creo preciso.”  Da la sensación (es suposición mía) que Bello, hablando  de Quesada, siente la necesidad ineludible de conocer, de mencionar a Ciges, su colega de profesión y de ideales políticos y a quien sin duda conocía. Pero por otra parte da la sensación de que no quiso afrentar a sus anfitriones. Por el artículo de La Esfera relativo a Tíscar sabemos que fue recibido y atendido por Pedro Villar (Lorenzo Delmás en la novela) en su cortijo de Fique. El encuentro fue cordial pues Bello se refiere a él en La Esfera usando palabras elogiosas y amables. Esa gentileza social impidió a Bello usar una novela que es paradigma de ese “régimen social” que explica buena parte del 80 por ciento de analfabetismo quesadeño de la época.

En este entorno del viaje de Bello a la comarca hay un episodio interesante sucedido en Cazorla. Cuenta el periodista que habiendo visitado la escuela regentada por “una buena maestra, abnegada, que entró en el Magisterio con espíritu religioso” se espantó porque el aula y la aneja vivienda de la maestra estaban en unas condiciones tales que en cualquier momento podía aplastarla a ella y a sus alumnos,  con tales rajas que “por ellas pueden asomar –y asoman- las miradas curiosas”. Poco después entabla conversación con un cura sobre la necesidad de escuelas y maestros: Lo que aquí hace falta- nos decía en Cazorla un sacerdote con elocuencia bélica de guerrillero de la fe –es que la enseñanza esté bien traspasada de espíritu cristiano. ¿Hacer muchas escuelas? ¿Nombrar muchos maestros? ¿Y la idealidad? ¡Lo que hace falta es que los maestros que nos envíen sean buenos cristianos!-“ Bello recuerda en su crónica a la buena cristiana a quien se le hundía encima el edificio de la escuela: “No se contentan con santos y santas. Quieren mártires”. La anécdota, contada como al paso, tiene su aquel pues la enseñanza  era un asunto de especial interés para la Iglesia en quien el Estado hacía dejación de buena parte de su responsabilidad.

Las escuelas de Quesada

Para nueve mil habitantes dos maestras y dos maestros. “En esa misma plaza están las escuelas, alojadas en un viejo convento de dominicos, que es, además, mercado. Tres clases, no muy cómodas, ni muy seguras. Podría habilitarse todo el edificio llevando el mercado a otra plaza. Ahí o en cualquier lugar, sería necesario crear más escuelas, llenarlas, no sólo de muchachos y de maestros, sino de espíritu.” Estamos en el verano de 1928. En el Anuario Riera de 1905 se da cuenta de  seis escuelas municipales, tres para niñas y tres para niños.  De las seis dos corresponden a  Belerda como se comprueba en el bastante más detallado Anuario del comercio de 1909. En el pueblo solo hay cuatro. Dos maestros, D. Manuel Bautista de la Fuente y D. Francisco Fernández y dos maestras, D.ª Dolores Fernández y D.ª Felipa Martín.  Sólo cuatro escuelas en el pueblo de Quesada pero 14 tabernas y dos sociedades de ocio, El Círculo del Progreso y el Círculo de Obreros Católicos. El Círculo del Progreso tenía incluso mesa de billar como corresponde a todo pueblo próspero y acomodado.

Verano de 1928. Las Cuatro Esquinas. Foto de Luis Bello en La Esfera


Luis Bello habla también de solo cuatro maestros en Quesada. Respecto a Tíscar y Belerda, el artículo publicado  el 28 de agosto se emplea sólo en temas históricos y paisajísticos olvidando por una vez los pedagógicos. Nada dice de las escuelas. Parece que Carriazo le dio buenas y largas explicaciones de lo suyo, de manera que no le dejó lugar para investigaciones escolares. Para colmo, una tormenta de verano les obligó a abreviar la visita: nos sale al camino una nube que viene bruscamente y se anuncia con gran aparato de truenos (…) No hay tiempo ya sino para asomarnos a Belerda. Casas pobres, población humilde, almas primitivas, de trazo moro, berberisco; gestos lentos…” No hubo pues visita escolar. Nos quedamos sin saber si en 1928 había también maestro y maestra en Belerda. Suponiendo que los hubiera, en los 30 primeros años del siglo el número de maestros y maestras se mantuvo en la mínima cantidad de 6. Sin embargo la población aumentó de 7.571 a 10.350. Poco o nada hizo la Restauración por la escolaridad, poco o nada hicieron sus diputados comarcales forondistas o fusionistas. Tampoco se tienen noticias de que existiera preocupación en el Círculo del Progreso por este estado de cosas. Esa carta no estaba en su baraja.

De unos años anteriores al viaje de Bello, entre 1910 y 1920, son las memorias inéditas de Juan de Mata García Carriazo, que ya he utilizado en otras ocasiones (Quesada en 1920). Contienen un par de estampas que ilustran como eran las escuelas de Quesada a principios del siglo XX.  La primera de ellas se refiere a las escuelas municipales de niños:

“Creo a los seis años, fui ya a la escuela con mi hermano primero a la de D. Manuel Bautista, hasta que nos echó, en represalia por que mi padre a la sazón Alcalde o Concejal del Ayuntamiento, anuló una subvención que venia figurando en el presupuesto, de seis mil reales, para que aquel fuera a Zújar todos los años a tomar las aguas para el reuma, como otra según me contara (…)pasando a la contigua de D. Francisco, instalada como aquella en el principal del claustro del convento de los Dominicos, donde estaba el mercado”

“En la escuela, ya leíamos en alta voz, el Juanito, qué nos describía un niño repugnante de puro bueno y aplicado (…) y las tablas que aprendíamos y cantábamos en alta voz, lo que unido a las que abajo daban los vendedores pregonando sus mercancías, hacia que todo el edificio fuera un infierno.”

“Los castigos usuales eran, de pie en un rincón, de rodillas con los brazos cruzados y sobre todo con la temida palmeta, que era como una regla de madera, con la que nos daban en la cara y dorso de las manos, produciéndonos un gran dolor, todo lo que hacia nos resultara aquella odiosa, soñando oír  la hora del reloj de la inmediata torre”

No es mala imagen la del griterío en el viejo convento desamortizado. Abajo el pregón de los vendedores y arriba los niños leyendo y recitando las tablas todos a la vez y en voz alta. Ni lo es tampoco esa de los alumnos ansiando oír la hora en la torre del reloj para “salir disparados escaleras abajo los niños de ambas escuelas, que al ser aquellas huecas y de madera, sonaban como una estampida de caballos salvajes.”

Los dos maestros que cita Juan de Mata son los mismos que menciona el Anuario de 1909, D. Francisco Fernández y D. Manuel Bautista de la Fuente. Este último fallecido, según “El Defensor Escolar”, el primero de mayo de 1923 a los 60 años de edad: “Desempeñó el finado durante 30 años la primera escuela  nacional de dicha ciudad…”

Foto de Luis Bello en La Esfera


Juan de Mata García cita también la escuela de la Niña Ana de la que no da cuenta Luis Bello (mucho debió distraerle Juan de Mata Carriazo, seguramente de forma involuntaria, con sus atenciones y explicaciones arqueológico-históricas para que se le escaparan tan buenos detalles). Ana Roca Varas no tenía titulación pero ejerció en su propia casa y por su cuenta enseñando a los párvulos de uno y otro sexo. Según Juan de Mata García cobraba una peseta mensual por alumno. Mi abuela fue alumna suya y recuerdo que me contaba detalles como el de las sillitas de anea que cada alumno debía llevar a diario para poder sentarse. 

Como ya va uno para viejo puedo decir que la llegué a conocer. Vecina nuestra, en verano mis hermanos y mis primos de la calle D. Pedro pasábamos buenos ratos jugando en su casa, escuchando sus historias y cuentos (alguno bastante  escatológico). Recuerdo con cariño el suelo de tierra pisada y las cuatro sillas en la pared de una habitación casi vacía que en tiempos le había servido de aula. Y la recuerdo a ella vestida toda de negro, viejísima, tal como se la ve en la foto que acompaña a estas palabras. 


La Niña Ana



Para nueve mil habitantes cuatro escuelas sin contar la de la Niña Ana. Un 80% de analfabetismo mantenido sin mejora alguna durante toda la Restauración. Un casino con mesa de billar. Era la Quesada de Villavieja: “Tierra de caciques no dará nunca escuelas”. Las respuestas a las preguntas que se hacía Bello eran evidentes. 

La obsesión de Luis Bello fue la instrucción pública. Fue la obsesión de la República y la de sus maestras y maestros. Y caro lo pagaron.



domingo, 29 de junio de 2014

Colgante de la Virgen de Tíscar conteniendo álbum de postales en miniatura

Colgante y tirilla de postales



A medio camino entre el souvenir turístico y el recuerdo devocional, está este colgante en forma de librillo que en su interior contiene una tira de seis fotografías en blanco y negro de Tíscar. Su tamaño es de 19 mm de ancho por de 25 mm de alto. El pequeño enganche de su esquina superior izquierda muestra que está destinado a colgar de una cadena junto a una de las habituales medallas de cuello o en su lugar.

En la ya muy abundante colección de objetos de recuerdo y devoción sobre la Virgen de Tíscar, que en algunos casos bordea lo estrambótico, este además de antiguedad aporta una cierta dignidad en su concepción y destino. También y más allá de la mera curiosidad, tiene valor como fuente histórica por la fecha de las imágenes y por el ángulo de disparo fotográfico que no corresponde a las vistas que, por habituales, se han hecho casi oficiales.

Vista lateral

El recuerdo es metálico, pintado de color dorado y en su frontal tiene pegado un dibujo a color y de poco detalle de la Virgen. El dibujo está cubierto por una especie de protección (ignoro de que material pero es de algo parecido al plástico) que le da un aspecto nacarado. Las dos piezas metálicas se unen por una bisagra en un lado y se sujetan en el opuesto por un enganche triangular visible en la imagen superior. Forma así un a modo de librillo que al abrirse permite desplegar la tirilla de seis postales en blanco y negro. 


Vista frontal


Son seis las imágenes. Son de un tamaño menor (15 x 21 mm) al colgante que las guarda. El pequeño tamaño y la regular calidad de la impresión hacen que su contenido no sea fácilmente identificable. Las postales, respetando el orden de la tirilla, son las siguientes:

1.- Vista del Vadillo 

Interesantísima fotografía en la que llama la atención el puente de madera cruzando el río y la ausencia de arbolado. El puente de la carretera y la composición de rocas (a la derecha de la carretera y las que conforman el cauce del barranco) identifican no obstante el lugar con claridad.

Vadillo de Tíscar

En la década de los años veinte, Juan de Mata Carriazo hizo una fotografía de este mismo lugar que luego se publicó en su famoso prólogo de "Pedro Hidalgo". En ella se comprueba como en esa fecha existía el puente actual con luz de medio punto y barandas de piedra. También que existen chopos a los lados del río. Árboles no muy viejos a juzgar por el grosor de los troncos. Si la foto de J.M. Carriazo es de alrededor de 1925 esta que se comenta debe ser anterior en, al menos, los años necesarios para que los chopos hubieran crecido.


Fotografía de J.M. Carriazo

2.- Vista de cortijo

Parece un edificio pegado a una pared de piedra lo que lo relaciona claramente con la zona de Belerda-Don Pedro. La parra y lo que parece una persona sentada bajo ella y haciendo algo apuntan una intención costumbrista en el autor. Si fuese de la misma época que la primera imagen no hay muchos posibles autores en esos años tan tempranos. Y menos aun los hay que conciban la fotografía como documento etnográfico. Se va la imaginación de forma inmediata a Cerdá y Rico, médico de Cabra del Santo Cristo y asombroso pionero de la fotografía del que sabemos que a principios del siglo XX visitó y fotografió Quesada y Tiscar.




3.- Vista de la carretera de Tíscar 

Subiendo desde Quesada hacia el Puerto las dos últimas curvas están excavadas entre trincheras de roca. De la primera de ellas es esta postal. Los pinos y los chaparros crecidos con el tiempo, disimulan actualmente la vista haciéndola pasar desapercibida. Vale como documento interesante sobre la evolución del paisaje en Quesada (se tratará en una entrada específica). Hoy el paisaje es más frondoso y mucho menos pelado que hace un siglo.



En la actualidad (Google Street V)

4.- Vista general de Tíscar

Esta sí es la imagen que posteriormente se ha erigido en convencional y la más fotografiada. Su mala calidad permite poco comentario. Quizás que parece que no está todavía el túnel bajo el Santuario lo que nuevamente llevaría la fecha a primeros de siglo. 




5.- Vista de Tíscar desde el barranco de la Presilla.

Esta postal es curiosa porque siendo una vista estética y agreste apenas se ha fotografiado, quizás porque no hay sitio donde aparcar el coche y hoy en día se anda poco. Está hecha desde donde la carretera transcurre encajonada en el barranco de La Presilla, unos metros antes que la anterior.  En la imagen actual, obtenida de Google Street V. podemos ver que fuera de ese poste de madera ya si uso, apenas ha cambiado la estampa en estos cien años. 



En la actualidad (Google Street V)
6.- ¿Cueva del Agua?

En esta última postal la imagen es casi irreconocible. Viendo que el autor no usó ángulos a los que estamos hoy acostumbrados puede ser cualquier cosa. Parece que se ve un paisaje muy rocoso. Podría ser la Cueva del Agua o el arroyo del Vadillo entrando en las angosturas que forman la cueva.




viernes, 23 de mayo de 2014

QUESADA, 1914

El centenario de la publicación de "Villavieja" por Ciges Aparicio y el centenario de la publicación en la revista Don Lope de  Sosa de "Breves noticias de la Virgen y Castillo de Tíscar"



(PARA VER LAS IMÁGENES PEQUEÑAS A TAMAÑO REAL, PINCHAR EN ELLAS)



Hace ahora cien años. Poco se sabe y menos se ha estudiado de la historia contemporánea de Quesada.  Es más fácil encontrar información del siglo XIII que del XX. Desaparecerán las ya pocas personas que pueden aportar sus  recuerdos personales y el siglo XX quesadeño entrará en una oscuridad irremediable. Nada sabremos de nuestro pasado inmediato, del ayer que es padre directo del hoy, pero todos habremos oído hablar de Mahomad Andón, "alcaide" de Tíscar cuando aquello del infante don Pedro.

Liberales y conservadores
Hace cien años, en 1914, los partidos Liberal y Conservador  se turnaban en el poder. En las elecciones generales del 8 de marzo de aquel año Mariano Foronda, madrileño casado con cazorleña, del partido Conservador, resultó elegido diputado por el distrito de Cazorla. Sustituía en el puesto a Pedro Villar, cazorleño casado con quesadeña,  del partido Liberal Fusionista. Eran los partidos turnantes dinásticos,  las dos caras de la Restauración que bajo una apariencia liberal-democrática ejercían un caciquismo feroz.



Datos provenientes de censos de población 
Hace cien años, en el verano de 1914, comenzaba la Gran Guerra. Posteriormente se la conocería como 1ª Guerra Mundial. Fuera del alza que provocó en los precios del aceite de oliva, poca repercusión tuvo en Quesada este cataclismo. Y pocas noticias se tendrían del conflicto pues la escasa prensa que se recibiera se destinaba a pocos lectores, a poquísimos. Y es que según el censo de población de 1910, en Quesada  un 79,77% de los hombres y un 88,16% de las mujeres NO SABÍAN LEER. Pero con ser un dato demoledor no fue lo peor del caso. Lo peor fue que ese porcentaje se mantuvo casi inalterable desde 1877 a 1930. Poco o nada preocupó al régimen de los alfonsos, XII y XIII, la instrucción pública.


Distribución de cultivos según
hoja del IGN 1/50.000 de 1902
Hace cien años, en 1914, el paisaje de Quesada y el de toda la comarca era bastante diferente al actual. Mucho más pelado, dominado por la tierra calma dedicada al cereal alternando siembras y barbechos. Porque el actual "mar de olivos" no ha existido siempre. Alrededor del pueblo, en lo que las ordenanzas viejas llamaban "Sitio de Viñas y Olivar",  se disponían las huertas y en sus lindes, casi como cualquier otro frutal, las olivas. Bordeando esa zona circundante al pueblo empezaba a desarrollarse el olivar, muy a menudo mezclado con viña para rentabilizar los primeros años de las plantaciones. Pero la auténtica expansión del cultivo, en paralelo al resto de la provincia (aunque con  retraso respecto a las zonas de campiña), se estaba produciendo en las grandes fincas y en los terrenos pedregosos y empinados próximos a la sierra y no aptos para el cereal.

Además de muchas olivas faltaban pinares en el paisaje. Las grandes repoblaciones de pino carrasco se hicieron desde los años cuarenta. En 1914 la presión ganadera y la sobreexplotación del monte, para obtener leña de uso doméstico, dificultaban la regeneración natural. Tampoco existían las pequeñas manchas de pinos en los bordes del casco urbano y en otros lugares emblemáticos como Tíscar. El resultado de todo ello era un paisaje mucho más pelado, más seco y duro, de apariencia más pobre e improductiva que el actual. 

El trasbordo entre las
estaciones de Larva y Quesada
Hace cien años las comunicaciones nada tenían que ver con las actuales. La única carretera existente era la de Peal que se interrumpía abruptamente en Tíscar. No era una carretera de paso sino que moría en el pueblo y por supuesto, no estaba asfaltada. Fuera de ella sólo existían los viejos caminos empedrados. Además, al otro lado del Guadiana Menor la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España, posteriormente absorbida por la de Ferrocarriles Andaluces, había construido una línea entre Linares y Almería con un ramal a Granada. Se concibió para uso minero (Alquife) lo que unido a los efectos retardados de la frontera medieval (pueblos que siempre están en alto, casi nunca en llano) hizo que tuviera poca relevancia para nuestra comarca. Existía una estación de Quesada pero lejana y aislada. En un articulo que publicó Ciges Aparicio el  5 de agosto de 1909 en la revista Nuevo Mundo y titulado "El Desamor a la Tierra", describe el dificultoso viaje en caballería desde la estación hasta el pueblo, incluyendo el vadeo en barca del Guadiana Menor. Para más inconvenientes, hasta que en 1899 se inauguró el puente de Arroyo Salado, el viaje se interrumpía entre las estaciones de Larva y Quesada. El enlace entre ambas lo hacían los viajeros en caballerías. 

No hace falta decir que la radio y el teléfono no existían y que apenas el telégrafo permitía un atisbo de telecomunicación con el exterior. Era un pueblo aislado.

Plaza de abastos y torre del reloj
Aparte del paisaje también el pueblo era distinto. No ya porque las calles estuvieran mal o nada empedradas, que en ellas merodearan animales domésticos y ganado o que sólo los peatones y las caballerías compusieran el tráfico. Era distinto porque algunos espacios urbanos lo eran radicalmente. Por ejemplo, no existía el llamado Jardín Chico. Su espacio lo ocupaba el antiguo convento de dominicos de San Juan (de ahí el nombre de cuesta de San Juan). Desde las desamortizaciones (no sé exactamente en cual de ellas), estaba deshabitado de frailes. La antigua capilla se utilizaba como ayuda de parroquia y en el claustro se instaló la plaza de abastos. Todo el edificio estaba adelantado respecto al actual Jardín Chico, de manera que la torre del reloj quedaría no en la actual esquina del Jardinillo sino más hacia la explanada, casi sobre el paso de vehículos actual delante del semáforo.  En la foto de Juan de Mata Carriazo que se reproduce, se puede observar bien la torre y el portalón de entrada al mercado. Está hecha desde la zona que ocupan las actuales fuentes de piedra entre el Jardín y la Explanada. Existía allí una fuente de hierro, se aprecia parcialmente, destinada al abastecimiento público y que era la principal de las pocas fuentes y pilares que daban servicio a personas y animales.

Un año antes del que nos ocupa, en enero de 1913, se publicaba por primera vez la revista "DON LOPE DE SOSA. Crónica mensual de la provincia de Jaén" dirigida por Alfredo Cazabán. Sus reportajes y artículos hablan de  la historia de las distintas localidades, de sus monumentos, de las crónicas que cuentan su historia,  de sus yacimientos arqueológicos. También de los personajes "ilustres" provinciales de la época y de la vida social del momento. Siempre dentro del buen tono y sin referencia ninguna al entorno social y político (salvo que fuese para aplaudir a un nuevo gobernador civil, felicitar a un alcalde o alabar al cacique comarcal de turno) La revista es la versión amable y ciega a la realidad social de  la vida provincial.



Así las cosas, en el número de octubre de 1914 publica Don Lope de Sosa un reportaje ilustrado que titula "BREVES NOTICIAS DE LA VIRGEN Y CASTILLO DE TISCAR" y del que es autor Manuel Muro García, Cronista de Úbeda. Con el estilo floreado del momento recoge las viejas historias, tradiciones y leyendas sobre la Virgen y sobre la conquista de Tíscar que se inventaron en la época de los Falsos Cronicones. Hasta que Juan de Mata Carriazo, que por entonces aún andaba en sus estudios, no puso un poco de orden y rigor en el asunto, estas versiones fantasiosas fueron las difundidas como únicas y verdaderas.  Las carencias historiográficas eran tales que el propio autor del reportaje se ve obligado a confesar  "Así se cree por tradición". 





Son interesantes las fotografías que ilustran el texto: vistas de Tíscar desde un lado y otro y especialmente una de la plaza del Santuario repleta de caballerías; en ella se aprecia como falta media Casa de la Virgen, la parte del actual arco de entrada. Interesante es también la cita y descripción que el autor hace  de un folleto de 1803, que dice que tiene a la vista, que se intitula “Descripción de la célebre y milagrosa imagen de Nuestra Señora de Tíscar, de la villa de Quesada, á solicitud de su actual Mayordomo, devoto de esta celestial reina” Y es interesante no por su valor científico e historiográfico que no existe sino porque recoge  las historias que muchos de nosotros y muchos antes que nosotros hemos oído casi desde la cuna: "Todo ello según fidedignas historias y constante tradición de esta tierra.”

Y son estas "fidedignas historias" el milagro de la destrucción a golpe de alfanje de la imagen de la Virgen por Mahomad Andón;  el relato de como la tiraron a la cueva y de como volvió ella sola a su altar; de como el arzobispo de Toledo juntó los cachos y recompuso la imagen... Pura emoción, tradición y leyenda sin casi mezcla alguna de verdad histórica. 
























También hace cien años, en la primavera de 1914, el escritor valenciano Manuel Ciges Aparicio publicó la novela "Villavieja" inspirada en el pueblo de Quesada, en sus gentes y en su vida social. Ciges, escritor comprometido, crítico con  la situación social del país y con las guerras de Marruecos y Cuba (donde a punto estuvo de ser condenado a muerte por defender a los independentistas y oponerse al general Weyler). Murió asesinado en 1936 siendo gobernador civil de Ávila. De la confianza de don Manuel Azaña y afiliado a Izquierda Republicana desde 1931, desempeñó diversos cargos entre ellos el de gobernador civil de Baleares, donde coincidió con Franco, gobernador militar. En 1908 y 1909 pasó varias temporadas en Quesada, tenía familia,  al objeto de recuperarse de unos problemas de salud. Estas visitas le permitieron conocer bien la triste realidad quesadeña de principios de siglo. Su paso por Quesada dejó una amplia producción literaria, como los artículos: "Vivir muriendo", (El liberal, 4 de septiembre 1909) y  "El Desamor a la Tierra", (Nuevo Mundo, 5 de agosto de 1909). Y sobre todo dejó novelas.  La primera y menos conocida "La Venganza" de 1909. Posteriormente en 1910 "La Romería", inspirada en la Fiesta de Tíscar y con un enfoque realista y costumbrista que nada tiene que ver con las piadosas ensoñaciones tradicionales. Es una gran novela lógicamente ignorada.

La tercera de las novelas, nacida en 1914, es "Villavieja" que se anunciada en el Heraldo de Madrid como "preciosa novela de CIGES APARICIO, publicada con éxito excelente; 3 pesetas en las principales librerías"  



"Villavieja" es un feroz retrato de la sociedad quesadeña del momento, que de por sí era realmente feroz. En ella se habla del cacique local, don Dámaso Espino y de las cuitas familiares mediante las cuales Lorenzo Delmás  consigue convertirse en su yerno y heredar el poder político caciquil de la rama Liberal. Se describe en sus páginas, con un tono duro y sin concesiones, la vacía vida de casino que arrastraban las clases ociosas y la contrapone a la mísera existencia ("Vivir Muriendo") de la mayoría de la población. Describe una sociedad brutal y sobre todo cruel,  en la que malviven, penan y sufren gentes cuya (pésima) suerte a nadie del orden establecido interesa. No hay lugar en estas páginas para milagros o piadosas tradiciones.

El carácter de crítica social ya fue destacado y valorado por sus contemporáneos. Así, el 23 y 24 de abril en "La Correspondencia de España", se reseña la publicación de Villavieja y se hace su crítica. Dice el autor, que firma solo con la inicial V, que se trata de  "una novela política, cuya acción se desarrolla y desenlaza en una de esas ciudades españolas, dormidas y silentes, contrarias á todo progreso, anquilosadas en el ayer, donde generaciones de ricos sin más placer que la murmuración, los toros y el Casino en que se juega y se bebe y de pobres resignados con su miseria, vegetan sin ambiciones nobles ni esperanzas de mejora, en una aparente calma que encubre hervores de pasioncillas ocultas (...) En su novela, Ciges Aparicio cuenta unas  elecciones de diputados á Cortes, unas elecciones típicas, de esas donde el mohatrerismo apicarado de caciques y políticos rurales se alía con la brutalidad selvática de los impulsivos y de los alcohólicos buscados como instrumento." Y añade: "La pintura del Casino de Villavieja, reunión  de borrachos aseñoritados, de abogaduelos olvidados de los códigos, de usureros que hablan a todas horas de su honradez, de jaques bien vestidos, prontos á esgrimir la faca ó á empuñar el revólver, es magnifica." 

La publicación de Villavieja en ABC
Desde la pasión política  actual se podría tener la tentación de considerar que tratándose de un escritor "comprometido" exageró la narración intentando reforzar sus posiciones políticas y que el estado de cosas no era tan brutal y duro como lo pintó Ciges. No hace falta entrar en polémicas. Basta mirar lo que dijo el muy monárquico, conservador y nada sospechoso diario ABC en su edición de  5 de mayo de 1914,  bajo el encabezamiento "LOS LIBROS DE LA SEMANA". Dice el autor (no hay firma) que Ciges es escritor sombrío y pesimista, de un pesimismo que no es producto de pose alguna sino que responde su temperamento y que es por tanto consecuente y sincero. ¿Será este pesimismo el que explica la negrura de retrato social de Villavieja? El crítico de ABC cree que no: "Villavieja se titula la última novela que acaba de publicar el Sr. Ciges. Es una impresión descarnada y brutal del caciquismo político en los pueblos de Andalucía; pero, aun con ser brutal y descarnada, la sensación de realidad es tan intensa, que desde luego se admira que esta vez no ha tenido necesidad el Sr. Ciges de recargar muy exageradamente las tintas. La dureza no es culpa del retrato, sino de los modelos. (...) Villavieja es una de las mejores novelas que ha publicado Ciges Aparicio".


Hace ahora 100 años.

Después de su asesinato en agosto de 1936, la memoria y obra de Ciges desaparecieron de la vida pública. No fue hasta 1986 que la Generalitat Valencia recuperó sus novelas en tres tomos editados por Cecilio Alonso, el gran especialista en su obra. Mas tarde, en 1991, volvió a salir La Romería con estudio introductorio de José Carlos Mainer.

En Quesada el recuerdo de Ciges osciló entre el desconocimiento de una mayoría incapaz de leer sus obras y la enemiga de la minoría que sí podía hacerlo y que se dio evidentemente por aludida, como clase y en bastantes casos como individuos. La dictadura acabó, casi, definitivamente con su recuerdo pues al principio era tabú y luego algo sencillamente inexistente. De milagro pudo Cecilio Alonso contar para su trabajo con los comentarios manuscritos que le remitió Salvador Rodríguez sobre los personajes de la época. Y fue por aquellos años ochenta que se empezaron a hacer las primeras menciones del escritor en la Revista de Ferias. 

Ciges fue doblemente asesinado. Primero lo fue su cuerpo y posteriormente su memoria. En Quesada me temo que sigue siendo poco o nada leído y casi desconocido su nombre. El centenario de la publicación de Villavieja pasará desapercibido. Es cierto que se le ha dedicado una calle en el pueblo, pero este a la vez tardío y merecido homenaje se ha visto ensombrecido  por un giro de la historia  irónico y de regusto amargo: se ha dado a una calle el nombre de Lorenzo Delmás y se ha hecho despojándola de su nombre más que tricentenario. En fin...

1914 conoció dos publicaciones que pintaron imágenes muy distintas de Quesada. La tradición amable, piadosa y romántica del reportaje aparecido en Don Lope de Sosa y la narración social, de áspero realismo, que escribió Ciges Aparicio. Su valor no es comparable. Y tengo la impresión de que en el siglo XXI seguimos prefiriendo la historia del siglo XIV a la del XX y que sigue triunfando la visión piadosa, fantasiosa e irreal del pasado como leyenda. 

Personalmente cada vez me interesan menos los alcaides moros, los arzobispos de Toledo y los infantes de Castilla y cada día me interesan más las personas que vivieron, murieron  y sufrieron en el siglo XX quesadeño.


N.B. Manuel Ciges Aparicio fue el padre del actor  Luis Ciges, recordado por tantas películas de Berlanga, por  "Amanece que no es poco" , "El milagro de P. Tinto" y muchas otras de una larga carrera.

Pongo aquí la transcripción del reportaje de Don Lope de Sosa. Respecto a Villavieja, se puede conseguir en Google Books la reimpresión de la edición original que vende la Universidad de Michigan (¡!)



BREVES NOTICIAS DE LA VIRGEN Y CASTILLO DE TISCAR

DON LOPE DE SOSA, octubre1914,

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En fragoso lugar serrano ge nuestra provincia, próximo a Quesada, ríndese culto á la Santísima Virgen desde los primeros años del Cristianismo. Lugar abrupto, viscoso y elevado, en el que se asienta el famoso Santuario de la Virgen de Riscar, donde el alma se extasía pensando con el poeta:

"Muy alta está la cumbre,
la cruz muy alta.
Para llegar al cielo,
¡cuán poco falta!...

Después del glorioso martirio de San Esteban, el primer mártir de la fé, acaecido en Jerusalem, fueron desterrados gran número de cristianos que, abandonando los Santos Lugares, se extendieron por diversos puntos de la Tierra; y habiendo desembarcado en Cartagena quinientos de aquellos dichosos mortales que tuvieron la fortuna de ver y admirar de cerca  á nuestro Divino Redentor, fueron los primeros que trajeron noticias de la muerte del Mesías y de la vida de su Madre, á quien  muchos  conocieron  antes de su gloriosa Ascensión.

Los discípulos del apóstol Santiago, imitando su ejemplo dado en Zaragoza, levantaron diversos templos á la Virgen, á quien tomaron por patrona, siendo España la primera donde se esparcieron las claras luces del Evangelio.   Así, San Isicio, obispo de la antigua Carcesa, hoy Cazorla, dos años después de la muerte del Salvador, trajo á su diócesis, por el año 35 del nacimiento de Cristo, las sagradas imágenes de Tíscar y de la Fuensanta. Así se cree por tradición. Invadida, después, España por los árabes, los cristianos se retiraron

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á las fortalezas de Tiscar é lznatoraf, en las que, andando el tiempo,  adquirieron gran celebridad aquellas imágenes por la fama de sus muchos milagros, que movieron á algún historiador á anteponerlas a las muy veneradas del Pilar, de Zaragoza y de Atocha, de Madrid.

La conquista del castillo de Tiscar está, y no podía menos de ser así, relacionada con la de la villa de Quesada, á la que conquistó en el  año 1232 el arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Jiménez de Rada, perdiéndola su alcaide Pedro Díaz de Toledo y poseyéndola los moros hasta 1309, que la entregaron á D. Fernando IV, en el día de San Pedro y  San Pablo. Entonces comenzó el Emplazado la conquista del castillo de Tiscar, que consumó el infante D. Pedro, el cual, en 1319, hizo, desde Úbeda una entrada en la frontera e los moros con un grueso ejército,, compuesto de su gente y la que aportaron el arzobispo de Toledo y los  Maestres de las Ordenes militares, con los concejos del Adelantamiento. Dice Argote de Molina: “El lnfante puso cerco al castillo de Tiscar que era la mayor fuerza que los moros tenían en España, y era señor de ella Mahomad-Andon. Y desque a ella llegó fue admirado de su fortaleza, y cercóla, y aunque os caballeros la combatían cada día á pie, no la podía conquistar hasta que fué Dios servido que un hombre de muy pequeño cuerpo, llamado Pero Hidalgo, que era Escudero del Maestre  de Calatrava, subió de noche, por mandado del infante, en una peña muy alta que decían la Peña Negra, que estaba sobre la villa, cerca del  castillo, en la cual estaban diez moros que la velaban, y matólos, y tomó la Peña y apoderose de ella. Por cuya hazaña los descendientes de este escudero se llamaron de los Diez, por los diez moros muertos, y porque este suceso fué  de noche, le dió el infante por armas un lucero de oro en campo azul. Y siguiendo el lnfante este buen suceso, mandó toda su gente  é hizo combatir toda la villa y entróla por fuerza de armas. Y el señor de ella entregó el castillo con salvo conducto de 4.500 personas que en el había, las cuales el infante hizo poner en salvo. De este castillo de Tiscar

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hicieron particular memoria los tres árabes Rasis, Mahomad y el alto Búcar en la descripción de este reino, encareciendo la extrañeza de su sitio, teniéndola en aquel tiempo por inexpugnable.

En un curioso folleto de autor desconocido, que tengo á la vista, publicado en 1803, é intitulado “Descripción de la célebre y milagrosa imagen de Nuestra Señora de Tiscar, de la villa de Quesada, á solicitud de su actual Mayordomo, devoto de esta celestial reina”, dícese que duró muchos días el combate entre sitiadores y sitiados, y éstos, creyendo que la valerosa porfía de los cristianos estribaba en rescatar de su poder la imagen de Maria Santísima, la arrojaron á la cerrada del río desde unas altísimas peñas (donde hoy está fundada su Casa), sobre la admirable cueva de agua que allí hay. Pero la señora, burlando el pérfido atrevimiento, muchas veces repetido, volvióse á lo  alto no queriendo desamparar el sitio en que tantos siglos había sido venerada. A muchos moros atemorizó este prodigioso suceso; pero el endurecido Mahomad - Andon,  sacrílegamente irritado,  con los infieles golpes de su alfange, desarmó la hermosura de esta sagrada imagen, tirando los pedazos al río por la misma peña. Hecha la conquista, el lnfante y el Arzobispo buscaban el precioso tesoro de esta imagen para darle las debidas gracias como autora de su dicha. lnformóles un moro (que movido de tantas maravillas pedía el bautismo) del loco atrevimiento de Mahomad-Andon. Bajaron el Arzobispo, el Infante, los Maestres y Capitanes al sitio donde estaban las sagradas reliquias y enternecidos viendo el sacrílego destrozo, enriquecieron con lágrimas el pobre caudal del río. Solicitóse un artífice que uniese los celestiales despojos, y el Arzobispo los compuso hasta formar perfectamente su entereza". Añade el cronista que “el lnfante y el Arzobispo determinaron llevarse esta celestial prenda á Toledo, para que allí tuviese mayor culto; mas  al tiempo de su partida se volvió milagrosamente á hallar en su antigua capilla; lo cual visto con admiración de todos, se conoció ser

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su voluntad de permanecer donde tantos años había sido venerada. Todo ello según fidedignas historias y constante tradición de esta tierra.”

Describiendo el templo, dice que lo adornan muchos trofeos que son lenguas que publican los multiplicados milagros. Alumbran cinco lámparas de plata. Tiene del mismo metal cumplido servicio para el altar, con ricos ornamentos de brocado y seda. La imagen tiene gran numero de vestidos, asi bordados, como de riquísimas telas, preciosísimas joyas con que han agradecido muchos su salud y felicidad en los
sucesos. Es antiquísima la escultura de la imagen; su materia dícese ser de incorruptible cedro; su altura es de una vara; su postura manifiesta haber estado sentada en un trono, por lo que su rostro corresponde á la proporción de cinco cuartas, que es lo que manifiesta vestida. Su rostro es hermoso, y de tanta alegría, que con su  mirar agradable infunde celestial consuelo á quien le atiende. Se reconoce todo compuesto de muchas astillas  con grandes cuchilladas, que se notan en su talla, efecto del pérfido desacato de los moros. Se nota la cabeza dividida en tres pedazos; pero todo lo unió la curiosidad de la industria, si  bien faltan algunos pedazos del cuerpo, no obstante que está todo tan recatado que no se permite al examen de la vista. En una visita que hizo al Santuario D. Gregorio Malo de Molina, Vicario y Visitador de Cazorla y su partido, decretó se hiciese á esta Señora un vestido de hoja de plata de martillo, que no impidiese las demás ropas, para ocultar del todo el desacato de los infieles.”

 La fiesta principal se celebraba antiguamente el 25 de Marzo, en memoria de haberse ganado este día la Villa de Tiscar y de haber venido tan sagrada imagen á poder de los Cristianos, pero atendiendo á que muchos devotos no podían concurrir por las inclemencias del tiempo, determino su cofradía en 1560 que se hiciese otra fiesta a 8 de Septiembre, día de la Natividad de Nuestra Señora, habiendo concedido muchas indulgencias, según bula dada en 3 de Marzo de 1603, S. S. Clemente VIII.

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En el folleto referido se hace alusión á una Historia de Cazorla y de Quesada, escrita por Luis Valera de Mendoza, de la cual no teníamos noticia, y celebraríamos conocer algún ejemplar,  que sin duda debe arrojar gran luz sobre la historia del famoso Adelantamiento.
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El reputado escritor de Quesada D. Angel Alcalá y Menezo, ya muerto para desgracia de las letras provinciales, publicó en 1884 una interesante y bien escrita novela histórica, en dos tomos, titulada Pedro de Hidalgo o el Castillo de Tíscar. Como se trata de obra más conocida y divulgada, en mi sentir, que el folleto de 1803, hemos dedicado á éste casi todas las presentes notas que ligeramente lo_ extractan y compendian.

Manuel Muro García
Cronista de Úbeda.

Fot. J. Alcalá