"VERDADERO retrato de
N.S. de Tíscar que se venera en la Sierra de Quesada. El Excmo. Sr. Cardenal
Astorga, Arzobispo de Toledo, concede 100 días de indulgencias a los que
rezaren una Salve delante de esta Santa Ymagen. Se costeó a devoción de su
venerable Hermandad y Cofradía. Año de 1873. Litografía de F. Casado. Campillo
32 Granada." (Foto Museo del Traje)
(Este artículo se publicó originalmente en la
Revista de Ferias de 2020.)
Igualmente fue manifiesta la promiscuidad entre
vida política y religiosa durante la dictadura franquista, régimen que no
promulgó una ley de libertad religiosa hasta 1967, en la práctica una ley de
simple tolerancia con un sinnúmero de limitaciones que hoy nos parecerían
inaceptables.[i]
La interacción o confusión de ámbitos no es un
fenómeno reciente que venga de las más cercanas décadas. Ya en 1823, cuando una
nueva invasión francesa (Los Cien Mil Hijos de San Luis) acabó con el periodo constitucional
y restauró el absolutismo, el realista quesadeño Luis Moreno regaló a la Virgen
una bandera constitucional que había capturado en una de las escaramuzas en las
que participó.[ii] El significado político
del obsequio era innegable. Luis Moreno fue cabecilla de la partida “Defensores
del Rey”, cuyas acciones armadas coadyuvaron al fin del constitucionalismo en
nuestra comarca y zonas de Granada y Almería.[iii] Ignoro lo que, a la muerte de Fernando VII y la
vuelta del constitucionalismo, fue de tal bandera.
Es a este siglo XIX al que me quiero referir.
Un tiempo en el que no solo se mezclaba Virgen y política, sino que la Cofradía
dependía funcional y orgánicamente del Ayuntamiento. El 18 de junio de 1842 se
aprobaron unos estatutos de la Cofradía, “Constituciones Reglamentarias”, que determinaron
que las vacantes de cofrades debían cubrirse a propuesta de la hermandad, pero por
nombramiento de la Corporación. Por el mismo sistema se elegía al administrador
contador y al secretario, los cargos de la Cofradía.[iv]
La relación y dependencia del Ayuntamiento se
manifestaba en distintos ámbitos. Por ejemplo, en las traídas extraordinarias
de la Virgen al pueblo con motivo de grandes sequías. Cuando la situación se
hacía insostenible, los vecinos que tomaban la iniciativa dirigían una
instancia al Ayuntamiento. Este lo discutía en pleno y, caso de aceptarlo, decidía
la fecha en que se debía producir la conducción de la imagen. A continuación, se
comunicaba, como cosa decidida, al párroco y al presidente de la Comisión
Económica de la Cofradía. Además, también fijaba el Ayuntamiento la fecha en
que se celebraría en la parroquia “la festividad (misa solemne) que viene su
costumbre el costearse de estos fondos municipales”. De esta manera se hizo en
el mes de enero 1884 y abril de 1896.[v] En el
caso de 1884, y según se cuenta en la “Poesía Histórica” que con este motivo
compuso el veterinario y acérrimo carlista Pedro Segura Pérez, en la mañana
siguiente a la llegada de la Virgen, 24 de enero, llovió torrencialmente.
Hay otros ejemplos similares, pues fue también
municipal la decisión de parar a la Virgen, a la ida y a la venida de Tíscar,
en el cortijo del presbítero Pedro García Monterreal, en Fique. Don Pedro dirigió
la solicitud al Ayuntamiento, que ”acordó acceder a lo solicitado” con la
condición de que la parada “sea lo menos posible y solo y exclusivamente para
cantarle una salve”.[vi] Lo mismo vale decir para
la Traída extraordinaria del 30 de diciembre de 1900, decidida por el
Ayuntamiento con motivo de los festejos organizados para celebrar la llegada
del nuevo siglo. Fue en estas celebraciones cuando se acordó construir una cruz
en “en el sitio que nombran el Visillo (…) sitio que en lo sucesivo se
denominará el Humilladero”.[vii]
Pero cuando se mostró en toda su crudeza la subordinación
de la Cofradía al Ayuntamiento fue en 1868, cuando estalló la revolución conocida
como La Gloriosa que acabó con el reinado de Isabel II. Uno de los militares
protagonistas del cambio de régimen fue el general quesadeño Serrano Bedoya. (El general Serrano Bedoya y la Gloriosa)
Tras la huida de la reina a Francia y hasta la
restauración borbónica de 1875, España conoció el periodo constituyente de la
regencia de Serrano, el asesinato de Prim, el corto reinado de Amadeo I, la I República,
y el golpe de estado de Martínez Campos, que trajo de vuelta a los Borbones. Ejemplo
de lo acelerado y convulso que fue aquel periodo fue la figura del general
Serrano Domínguez, insólito caso, y quizás único en el mundo, en el que una
misma persona fue sucesivamente amante de la reina, autor de su exilio, regente
del Reino con tratamiento de Alteza y presidente de la República.
La Gloriosa llevó al general Serrano Bedoya a
la primera fila de la política nacional. En Quesada La Gloriosa supuso el
control de la política local por los parientes y partidarios de Serrano Bedoya.
El día 1 de octubre de 1868, tras la entrada de los generales revolucionarios
en Madrid, se formó una Junta de Gobierno que se hizo cargo del Ayuntamiento. Sus
miembros eran de la misma clase social que los concejales isabelinos salientes
y tenían una mentalidad bastante similar, aunque eran más “liberales” y
defendían cosas como la Soberanía Nacional frente a la Corona y el sufragio universal,
masculino por supuesto.[viii]
Pocos días después de su acceso a la alcaldía,
el 14 de octubre, el presidente de la Junta de Gobierno, Hilario Serrano,
convocó a una reunión al mayordomo y al secretario de la Cofradía, que se
presentaron acompañados de un grupo de cofrades principales. Ninguno de la
Cofradía era “serranista” y tenían una clara orientación política borbónica y
conservadora. Todos habían firmado pocos meses antes, y publicado a su costa en
la Gaceta de Madrid, un manifiesto de adhesión a S.M. Isabel II. En él le
mostraban su adhesión con motivo de las críticas y burlas suscitadas contra
ella en la prensa extranjera y fundadas en alguna de sus habituales expansiones
eróticas.[ix]
La finalidad de aquella reunión era “conocer de
los fondos (de la Cofradía) que la misma tenga en efectivo, y no le sean
precisos para los santos objetos de su institución”, al objeto de “con ellos y
(con) los que la filantropía de la clase pudiente de esta Población aporte”
hacer frente por las menesterosas arcas municipales, “a las eventualidades del
porvenir”.
La propuesta de Hilario Serrano fue aceptada
por todos los asistentes “como no podía menos de suceder entre los concurrentes
que abundan en los puros principios de moralidad; pero la unanimidad se “estrelló”
respecto a los fondos de la hermandad, que dijeron inexistentes en aquel
momento. Según el cofrade mayordomo, aunque disponían de “créditos a su favor
en deuda flotante”, tenían también obligaciones pendientes de pago. Inmediatamente
el presidente de la Junta preguntó al cofrade secretario, José Montiel, por
“las Constituciones y documentos a que subordina sus actos la Hermandad”.
Contestó Montiel que no disponía de ningún documento “porque no se le había
hecho entrega” y que solo custodiaba “los expedientes de Cuentas e Inventario
de las alhajas que posee la Divina Imagen”. Con esta respuesta se dio por
concluido el acto, seguramente en un ambiente bastante tenso.
Acta municipal del 14 de octubre de 1868 con los cofrades asistentes anotados al margen |
Dos días después se reunió la Junta de Gobierno
municipal “para tratar distintos particulares de su competencia”. En primer lugar,
su presidente “hizo la moción de que para inmortalizar en esta población el
preclaro nombre de nuestro ilustre Patricio el Excelentísimo Señor General
Serrano Bedoya, uno de los caudillos e iniciador del glorioso alzamiento
nacional (…) se sustituyera el nombre de la plaza de esta Villa con el de su
Excelencia.” Por unanimidad se aceptó la propuesta y se acordó “que de este
incidente se libre testimonio y se remita a su Excelencia como justo homenaje que
le rinden los acordantes.” (La 1ª República en Quesada)
A continuación, se pasó al siguiente punto del
orden del día, consecuencia inmediata de la fallida reunión del día 14. El
presidente de la Junta hizo la propuesta de “disolución de la Cofradía de
Nuestra Señora de Tíscar mediante los vicios de que adolece”. Justificaba su
disolución en que la Cofradía no se había sujetado a los estatutos vigentes
aprobados en 1842, sino que “ha obrado desde aquella fecha muy fuera de ellos,
adulterando la pía institución, llevándola al criterio de la parcialidad o
favoritismo, o mejor dicho, la piedad se
convirtió en Política.”
Según el presidente no se habían cubierto las
vacantes de cofrades, administrador contador y secretario por nombramiento del
Ayuntamiento, según establecían “las prescripciones reglamentarias tercera,
séptima, décima y duodécima” de los estatutos. Se demostraba esta “triste verdad” consultando los libros de
sesiones de ambas corporaciones. Llamó la atención Hilario Serrano sobre el
hecho de que la Cofradía no había levantado acta desde el 29 de abril de 1846,
y que “desde entonces esta corporación, errante como los Israelitas en el
Desierto, no ha encontrado la tutela o garantía” precisa. Según el alcalde “no
deja de ser menos viciosa la administración de los píos fondos de nuestra
Idolatrada Madre”, siendo llevadas las cuentas “por el capricho mercenario del caciquismo
y en abierta oposición a las prescripciones de contabilidad estipuladas”. Justificaba
tan grave acusación a la vista de los “distintos expedientes de cuentas” que había
estudiado a fin de “moralizar si le es posible esta Cofradía gangrenada en sus entrañas,
cuyo mal lamenta a la vez todo el Pueblo y los extraños que lo conocen.”
Como resultado de “estas verdades y de sus
comprobantes”, la Junta acordó por unanimidad “quede disuelta dicha Cofradía y que se cree (de nuevo) con entera sujeción
a los dichos estatutos”. Se decidió también formar una comisión que estudiase
los estatutos y los reformase “en la parte que estimen” y los presentase “para
la sanción de la Corporación municipal (…) dándole después el curso que
proceda.”[x] Es decir, el Ayuntamiento
no solo disolvió la Cofradía para nombrar nuevos cofrades, sino que también se
hizo cargo de reformar y aprobar los nuevos estatutos de la misma.
Azarosas fueron las vicisitudes políticas durante
los años siguientes y el asunto quedó postergado. En enero de 1873, tras el
corto reinado de Amadeo I, se proclamó la República. Bajo la misma, la Cofradía
continuó dependiendo del Ayuntamiento con el que mantuvo buenas relaciones
fueron buenas. Tan buenas que la proclamación de la República Federal, a
principios del verano, fue celebrada con una “función de Iglesia que se celebró
en el día de ayer por la proclamación de la república en esta localidad y en
obsequio a Nuestra Patrona la Santísima Virgen de Tíscar”[xi]
El acuerdo de reformar los estatutos, que se
había tomado en 1868, se hizo realidad con la República. Fue el 30 de diciembre
de 1873 cuando el Ayuntamiento Popular de Quesada trató sobre el reglamento que
había elaborado “la comisión ad-hoc nombrada del seno de la Cofradía de Nuestra
Patrona y venerada Virgen de Tíscar (…) para poner en orden preciso y buena
marcha administrativa la dirección e intervención” de la misma.[xii] Se creaba por este reglamento una Comisión
Económica (junta directiva) formada por presidente,
contador, depositario y secretario. En el libro de actas municipal se adjuntó
una copia del reglamento donde se fijaban las competencias y responsabilidades
de cada cargo.
El Ayuntamiento, tras estudiar “cada uno de los
artículos que comprende”, por unanimidad acordó aprobar “el reglamento de la
Comisión Económica de la Cofradía de Nuestra Señora de Tíscar que se observará
en todas sus partes”. Era entonces alcalde presidente del Ayuntamiento Popular
de Quesada el ciudadano Francisco Calatrava León y presidente del Poder
Ejecutivo de la República Española don Emilio Castelar y Ripoll. Este
reglamento estuvo vigente hasta que en 1894 se aprobaron unas nuevas
constituciones o estatutos.
[i] Estuvo en vigor hasta
que fue derogada por la ley orgánica 7/1980 de Libertad Religiosa.
[ii] “una bandera de guerra
que también fue aprehendida en la acción de Oria la que ha sido regalada a la
soberana y milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Tíscar”. Pleno del cabildo
municipal de 1 de octubre de 1823.
[iii] En febrero de 1835 y
como “faccioso” carlista, Luis Moreno fue capturado a orillas del Guadiana
Menor y fusilado en Quesada con gran expectación de la gente que acudió de toda
la comarca.
[iv] Pleno municipal de 16
de octubre de 1868.
[v] Plenos municipales de
20 de enero de 1884 y 14 de abril 1896.
[vi] Pleno municipal de 31
de agosto de 1890.
[vii] Plenos municipales de 16
y 30 de diciembre de 1890.
[viii] El primer Ayuntamiento
de Quesada elegido por sufragio universal masculino tomó posesión tres meses
después, el 1 de enero de 1869.
[ix] Gaceta de 5 de mayo de
1867.
[x] Formada por Hilario
Serrano, Ramón Serrano Bedoya y Ramón
Valdés Bedoya.
[xi] Pleno municipal de 2
de julio de 1873.
[xii] La comisión estaba
formada por Gaspar Antonio de Salas, Laureano Delgado y Manuel Bedoya García.