Placa en la fachada de la "casa de máquinas" |
Hoy en día se da por sentado que determinados
suministros, como la electricidad, son seguros y continuos. Cuando se
interrumpen originan importantes problemas domésticos y económicos. Pero hasta
no hace demasiado tiempo esto no era así, en Quesada especialmente. Por
ejemplo, el suministro de agua era bastante irregular, sobre todo en verano, y
por eso en las casa había depósitos de agua para garantizar el consumo más
básico. La electricidad tampoco era algo
constante que nunca fallara pues los apagones eran frecuentes. Incluso la televisión
era irregular, de manera que cualquier nube, cualquier “chispa” en el repetidor,
dejaba al pueblo sin imagen a veces durante días.
El suministro de agua siempre fue competencia
municipal desde tiempos remotos. Las inversiones que en cada época tuvo que
afrontar el Ayuntamiento han sido seguramente las más importantes que se han
realizado en el pueblo. Por el contrario el suministro de electricidad siempre
ha estado a cargo de empresas privadas y solo el alumbrado público ha sido responsabilidad
municipal. La del agua es una
interesante historia con sus luces y sombras, sus escándalos y sus fuentes desaparecidas
pero esta entrada se refiere a "la luz".
La electricidad empezó a difundirse en España en los
últimos años del siglo XIX y primeros del XX. En un principio se usó solo para
iluminación, como sustituto del petróleo de los faroles y el aceite de los
candiles. Eran tiempos oscuros, en los que se vivía al ritmo del sol y cuando
este desaparecía casi lo hacía también la vida, que se refugiaba en la penumbra
de velas, candiles y lumbres.
En la segunda mitad del siglo XIX la iluminación de
las calles, cuando existía, era escasa y mala. La vida nocturna mínima y la
inseguridad grande. En 1884 había en Quesada por todo alumbrado 35 faroles de
petróleo. Eran pocos y funcionaban en un horario muy reducido según había
establecido en el pleno municipal de uno de junio: “El alumbrado deberá estar luciendo al punto de
anochecer, o sea, al toque de la oración, permaneciendo vivo hasta las doce de
cada noche, exceptuando aquellas en que haya luna clara y por las horas que
esta dure, a fin de que no falte luz natural o artificial hasta (la) referida
hora de las doce, de modo que, si la luna sale al anochecer, se encenderá por
el resto que medie desde la desaparición de su reflejo hasta la terminación del
alumbrado, y si saliese con posterioridad se encenderá aquel desde el
anochecer.” [1]
Eran los serenos con “capote ruso y gorra” quienes encendían y apagaban los faroles.
Desde las doce de la noche no
había ningún tipo de alumbrado salvo que hubiera luna. Solo se salía de la casa
de uno en caso de vicio o por extrema necesidad. Cuando los tiempos eran malos
los peligros nocturnos aumentaban y así, en 1890, el Ayuntamiento decidió
añadir otros 8 faroles a la luz de las calles y
crear dos nuevas plazas de sereno. La causa de este aumento era el “estado aflictivo en que se encontraba el vecindario debido a la escasez
de trabajos por las grandes sequías […], dando esto lugar a que se cometan
algunos abusos en la población que muy bien pudieran aumentarse si no se
tomaran medidas para evitarlos”.[2]
Estas oscuridades se vería aliviada por un reciente
invento, la luz eléctrica, que llegó a Quesada a la vez que el siglo XX. Pro
alguno de los faroles
antiguos siguieron usándose bastante tiempo. García Carriazo, en sus memorias,
refiriéndose a la segunda década del siglo dice que en el centro del jardín, en
el Huevo, había un "un alto poste de
hierro del que colgaba una gran farola de cristal que encendían desde el suelo,
izándola después, operación que presenciábamos los críos con curiosidad."[3]
En 1900 la electricidad todavía no estaba disponible,[4] pero
ya se había solicitado al Ayuntamiento autorización para “tender los cables, colocar transformadores en la vía pública y
emplazar postes en los caminos vecinales y terrenos de propios” para
distribuir la energía eléctrica producida mediante un salto de agua. [5]
El
servicio de suministro eléctrico se inauguró, según cuenta García Carriazo en
sus Memorias, el día primero de 1901: "El matrimonio de mis
padres (…) tuvo lugar la ultima noche
del siglo pasado, iniciando su nuevo estado al primer día del XX, oyendo que
ese día se inauguró la luz eléctrica que producía la fabrica de Béjar, que
celebrara todo el pueblo, por el avance que ello suponía." [6]
Efectivamente, la primera central eléctrica de
Quesada se instaló en Béjar aprovechando las aguas de los arroyos de Béjar y de
la Cerrada Villena. La “fábrica de la luz” fue construida por la compañía
“Electra Industrial Española”.[7]
Esta casa tenía su sede social en Bilbao y operaba en la zona de Martos y Jaén,
donde siguió haciéndolo bastantes años.
En esta vista del rincón de Béjar, de Zabaleta, se pueden ver los postes de la línea que llevaba a Quesada la electricidad de la "fabrica de la luz" |
En Quesada y tras construir la central de Béjar,
Electra Industrial duró poco. En 1905 la fábrica de la luz pertenecía a Antonio
Bello Ayala[8].
En 1909 hay una nueva referencia con otra titularidad. El vecino de
Quesada Ildefonso Bedoya de la Torre y
Emilio Ruiz Cañabate, de Madrid, constituyeron una sociedad regular colectiva
al objeto de explotar la “Fábrica de
electricidad de Nuestra Señora de Tíscar”. Bedoya aportaba al capital “la concesión gubernativa “para derivar 60 litros segundo del
arroyo de Béjar y 40 litros segundo del de
Villena”. Se valoraba esta concesión en 2.000 ptas. Por su parte,
Cañabate aportó a la sociedad 110.000
ptas en metálico. Los grandes capitales que precisaba la nueva industria no
estarían muy a la mano en Quesada, de manera que es el inversor forastero quien
aporta el capital y seguramente la técnica.[9]
El salto de agua de Béjar tenía 85 m . de desnivel. Sendos
canales traían el agua desde los dos arroyos hasta una cámara de carga común
donde se hacía caer hasta la turbina. El edificio industrial está hoy
completamente hundida. Se mantiene, aunque bastante ruinosa, la casa que servía
de vivienda a los trabajadores, el “cortijo de la Feda”. En un óleo de Zabaleta
con una vista de este rincón desde el
que fue su cortijo, se aprecian claramente los postes de la línea de transporte
de la electricidad. La vieja central de Béjar estuvo muchos años en
funcionamiento, hasta después de la guerra civil. Recientemente parece que se ha intentado, o al menos
estudiado, una nueva vida para ella. En
2005 la Diputación la incluyó en un estudio sobre minicentrales hidráulicas de
posible recuperación dentro del programa Agenda 21.[10]
En estos primeros pasos de la energía eléctrica no
solo el capital inversor era forastero, también el personal técnico. Hablando
García Carriazo de los personajes célebres del pueblo a principios del siglo XX
cita a "D. José el Alemán, por su
nacionalidad, con bigote prusiano y su eterna cachimba en la boca, que era el
técnico de la Fábrica de la Luz,”[11] Posteriormente
habrá otros alemanes relacionados con la electricidad como se verá.
"La Energía Eléctrica" Mayo de 1909 |
Empresarialmente, al inicio de los años veinte existe
en los anuarios y registros de compañías eléctricas referencia a dos sociedades
en Quesada. Una la ya conocida “Bedoya,
Ruiz Cañabate y cía”, con domicilio social en Quesada y que en 1920 tenía
un capital social de 150.000 ptas, 38.000 ptas más que en 1909. Era su gerente
Antonio Rodríguez Conde. Su objeto “Fábrica de electricidad”.[12]
La otra se denominaba “Fábrica de Electricidad Nuestra Señora de Tíscar” con
domicilio social en Madrid y constituida en 1917, con un capital de 45.000
ptas. Tenía como objeto el “suministro de
fluido al pueblo de Quesada (Jaén)”.[13]
Diez años después, en 1931, todavía se siguen relacionando ambas en el Anuario
de Andalucía 1932.[14]
Esta duplicidad, quizás pudiera explicarse por el desdoblamiento societario de
la producción y la comercialización pero es fácil que se deba a un simple error
de los anuarios que las citan.
Porque en 1922 existía una sola sociedad eléctrica,
"Nuestra Señora de Tíscar", que además era de nueva creación y
celebraba su primera junta de accionistas en Quesada el 9 de marzo de 1922. Sus
accionistas Lázaro Segura, Antonio Rodríguez, Francisco Sanjuán, Estaban de la
Riva, y Emilio Ruiz Cañabate. Los dos últimos no asisten por residir en Madrid.
Ruiz Cañabate, que participaba en el negocio desde 1909, saldrá de la sociedad
el verano siguiente y esta quedará en manos en manos quesadeñas. [15]
En sus primeras juntas[16]
se hicieron nombramientos de personal y se fijaron las obligaciones de cada
trabajador. Así, el maquinista encargado de la fábrica tenía obligación de
residir en Béjar en "la casa próxima a la fábrica". El instalador
efectuaba las reparaciones necesarias en la red en el pueblo y en la línea
entre este y la fábrica. El guarda tenía como misión vigilar la línea para lo
que debía "subir y bajar por el trazado" todos los días "aunque
no ocurra nada anormal".
El suministro eléctrico estaba destinado prioritariamente
al alumbrado público y a la iluminación de algunas habitaciones en las casas de
las familias que se lo pudieran permitir. Los electrodomésticos no existían y
los usos industriales apenas apuntaban. En aquel verano de 1922 Bienvenido
Fernández solicitó suministro para el motor eléctrico de su almazara en la
calle Franco. Se le concedió, pero con la condición de que en caso de sequía,
cuando no pudiera garantizarse el alumbrado público, a la fábrica de aceite no
se le suministraría corriente por la noche.
En 1930 el accionariado y el nombre de la sociedad se
mantenían según el acta de la reunión celebrada el 15 de octubre. Pero en 1931,
ignoro el motivo, había cambiado el nombre aunque mantiene la composición
social. Ahora se denominaba la empresa "Sanjuan y cía. Eléctrica Nuestra Señora
de Tíscar". Es con este nombre con el que, desde mediados de 1931, las
actas de los plenos municipales recogen el pago de facturas.
Los primeros años de la República son de claroscuro
en la cosa eléctrica. Iba evolucionando y creciendo pero lo hacía muy
lentamente a causa de las limitaciones de producción del ya viejo salto de
Béjar. De una parte aumentaba el consumo industrial. No solo con la instalación
de motores eléctricos en las almazaras sino con nuevos usos industriales. En
octubre de 1931 Antonio Aivar Pérez
envió un escrito al Ayuntamiento solicitando
permiso para establecer un taller de carpintería en la calle de Espinillos 6.
Se destacaba en la solicitud que la nueva carpintería estaría dotada de una “máquina combinada movida a electricidad”.
Pero de otra continuaban las penurias en la iluminación pública. Las mejoras se
daban paso a paso. El 12 de agosto de 1931, a propuesta del teniente de alcalde, se
acordó instalar una luz en la calle
del Bache. En octubre se aprobaba poner dos
luces en el interior del edificio de la Cárcel. Se puede decir que más que paso
a paso se avanza bombilla a bombilla.
Sobre lo comentado antes de los alemanes. En el pleno
de 15 de noviembre de 1931 se dio cuenta de la instancia presentada por Felipe
Rothemund Vogel para que se le aprobasen las tarifas del alumbrado público de
Belerda. Pocos años después, cuando en el libro de 1935 “El Adelantado e
Cazorla” se hace una relación de las fábricas de luz comarcales, se cita “la que ilumina Huesa y otros pueblos, del
Sr. Rodhemunt."[17]
Es evidentemente que se trata de la misma persona con el apellido mal escrito
en alguna de las citas. Es un suministrador
distinto a la fábrica de Béjar. ¿Con qué salto de agua suministraba a
Huesa y Belerda? ¿Alguno pequeña central hoy desaparecida y borrada de la
memoria en el río de Tíscar, Arroyomolinos o Ceal…? ¿Alguna de las dos fábricas
de electricidad que había en Hinojares? En la memoria aprobada po la Junta
General de FEDA, en abril de 1936, se explica que el año anterior se había
comprado la "Electra de Sotana", con su salto de agua y línea de
transporte a Huesa.
Con posterioridad a la primera publicación de esta entrada se ha puesto en contacto conmigo el hijo de Antonio García Navarrete. Antonio nació en el molino que hay inmediatamente antes de la central de la Canal. Me informa su hijo que, según su padre, había otra central electrica donde se juntan los ríos de la Canal y el de Tíscar cuando baja de Belerda. Me dice que le llamaban “la fábrica del alemán” pero que su nombre real era Sotana. En las fotos aéreas de la zona se puede ver en la loma que separa ambos arroyos, ya casi en su unión y al final e un largo canal que arranca aguas arriba del río de Belerda, un gran depósito cuadrado que es sin duda la cámara de carga de Sotana, la fábrica de luz del alemán, Felipe Rothemund Vogel.
Con posterioridad a la primera publicación de esta entrada se ha puesto en contacto conmigo el hijo de Antonio García Navarrete. Antonio nació en el molino que hay inmediatamente antes de la central de la Canal. Me informa su hijo que, según su padre, había otra central electrica donde se juntan los ríos de la Canal y el de Tíscar cuando baja de Belerda. Me dice que le llamaban “la fábrica del alemán” pero que su nombre real era Sotana. En las fotos aéreas de la zona se puede ver en la loma que separa ambos arroyos, ya casi en su unión y al final e un largo canal que arranca aguas arriba del río de Belerda, un gran depósito cuadrado que es sin duda la cámara de carga de Sotana, la fábrica de luz del alemán, Felipe Rothemund Vogel.
Antonio,
según otra fuente familiar, trabajó con “el
alemán”, que al parecer iba armado con pistola y al que se le hizo, a su
marcha, una despedida en Belerda durante la cual no fue especialmente amable
con los que habían sido sus convecinos.[18]
Pero al mismo tiempo que acababa el primer bienio
republicano y se acercaban las elecciones, aquellas en que por primera vez
votaron las mujeres, la historia de la electricidad en Quesada estaba a punto
de cambiar de forma radical. Eran tiempos de cambios rápidos.
Sello de 1939 |
Fuerzas Económicas de
Andalucía S.A. FEDA. Inversores catalanes, ingenieros madrileños.
La Gaceta de Madrid de seis de noviembre de 1933
publicó una resolución de la Dirección General de Obras Hidráulicas aprobando
una concesión de aprovechamiento de aguas del río de la Canal, término de
Quesada, para la producción de energía eléctrica. La solicitud con el proyecto
correspondiente se había presentado el 5 de enero de 1933 por los ingenieros de
Madrid Carlos Peláez Pérez de Gamoneda y
Julio Hernández García. Se concedía por setenta y cinco años y autorizaba la
derivación de hasta 750
litros . El desnivel del salto, según proyecto, alcanzaba
164,29 metros
desde la coronación de la presa o cámara de carga. Las obras debían estar
concluidas antes de dos años a contar desde la publicación en la Gaceta.[19]
Suponía esta nueva central una revolución que situaba
a otro nivel la producción de electricidad en la comarca. Los números
pulverizaban a los de Béjar. Siete veces más caudal y el doble de metros de
caída. La inversión económica necesaria, que superaba las 500.000 ptas de la época,
resultaba abrumadora para los estándares comarcanos. No había color.
Empresarialmente también hubo un cambio en
consonancia. El primero de agosto de 1933 nacía una nueva sociedad denominada
Fuerzas Económicas de Andalucía S.A. La FEDA. El artículo primero de sus
estatutos dice que conforme a las disposiciones legales "se transforma en Sociedad anónima y bajo la denominación de
Fuerzas Económicas de Andalucía, en anagrama FEDA S.A., la que se denominó
Sanjuán y Compañía Sociedad Limitada". [20]
La nueva sociedad anónima asume, desde el día primero de agosto, todos los
activos, obligaciones y derechos de la antigua sociedad limitada. Esto incluía
el salto de Béjar, la red de distribución en Quesada , los contratos existentes
a la fecha y el personal, que se mantiene en sus puestos. El día 19 celebró su
reunión constituyente el consejo de administración. Uno de sus primeros
acuerdos fue alquilar un local en Quesada donde fijar la sede social de la
compañía. El local elegido, en el nº 22 de la plaza de la República, estaba en
los bajos de la Fonda la Moderna, regentada por Dª Ramona Ceballos Baras. Hasta
hace pocos años ha permanecido allí la empresa, continuada luego por Sevillana.[21]
En la nueva sociedad solo permanecía uno de los
cuatro socios anteriores, los herederos de Esteban de la Riva. El grueso del
capital quedaba en manos de dos familias catalanas y de los ingenieros
madrileños titulares de la concesión administrativa. Estos aportaban además el
conocimiento técnico y el trabajo sobre el terreno. Carlos Peláez fue nombrado
consejero delegado y Julio Hernández ingeniero auxiliar y encargado de dirigir
los trabajos de construcción del Barranco de la Canal.
El capital necesario lo aportaron dos familias
catalanas, Guixá y Fontana. La primera encabezada por el notario de Quesada
Narciso Guixá Almeda, inclito y muy peculiar personaje de la vida quesadeña en
los años treinta. Junto a él varios de sus hermanos. La segunda, encabezada por
Alberto Fontana Almeda, también acompañado por familiares. Fue un importante
industrial catalán del sector químico hasta su muerte en Barcelona en 1963.[22]
Además de los anteriores formaba parte del
accionariado con participación menor otro catalán, Jaime Bosch Ventura,[23]
que actuaba como secretario del consejo de administración. De Quesada, además
de los herederos del la Riva, solo entró en la sociedad Mateo Naverrete,
tenedor de 40 acciones.
En porcentajes de participación la familia Guixá
poseía, aproximadamente, el 30% del capital, Fontana el 25% y los ingenieros
otro 30%. La parte quesadeña apenas un
10%. FEDA fue cosa de ingenieros madrileños e inversores catalanes. Las dos
familias catalanas compartían segundo apellido, Almeda, y es posible que
tuvieran parentesco. Su vínculo con Quesada y con el Barranco de la Canal
parece evidente que era el notario que
quizás por eso fue nombrado presidente del consejo de administración.
La composición social de FEDA se vio alterada desde
un principio por sucesivas ampliaciones de capital. Como resultado aumentó su
participación la famila Fontana, perdió peso relativo Guixá, que acabó
dimitiendo y entraron nuevos inversores "forasteros". La presencia
quesadeña quedó en algo poco mas que testimonial. Mateo Navarrete, vocal del
primer consejo, dimitió acompañando a Guixá. Como resultado las juntas de
accionistas pasaron a celebrarse en Madrid[24]
adonde se llevó la sede social, aunque la operativa permaneció siempre en
Quesada, junto al negocio.
Cuando FEDA se hizo cargo en 1933, la antigua fábrica
de la luz de Béjar fue remozada y puesta a punto.[25]
Siguió produciendo en solitario hasta finales de 1934 cuando entró en servicio
La Canal multiplicando la oferta de
energía. Desde aquel momento el crecimiento de FEDA fue muy rápido. En un par
de años controló el negocio eléctrico de la comarca, desbordando incluso sus
límites. El balance del ejercicio 1935 se cerró con un volumen de 1.655.690,49
ptas. Contaba con 135 km
de líneas de transporte de alta tensión y suministraba energía a Quesada,
Huesa, La Iruela, Chilluévar, Solera, Bélmez, Cabra de Santo Cristo y ya en
Granada, Villanueva de las Torres y Dehesas de Guadix. En el invierno de 1936
se iniciaron las obras para la red de distribución de Cazorla y se compraron
acciones de la compañía local. La facturación del mes de enero de 1934 alcanzó 5.785,95
ptas llegando en el mismo mes de 1936
a 26.298,94 ptas.
Edificio de la maquinaria. B. de La Canal |
El Barranco de la Canal había multiplicado la energía
disponible que ya no podía ser consumida solo por el alumbrado público y el uso
doméstico. El mayor crecimiento lo protagonizó el consumo industrial de las
fábricas de aceite. En muchas de las cuales se instalaron motores eléctricos
mejorando su rendimiento y capacidad de molturación. Se puede comprobar en la
facturación mensual de la compañía la importancia de este consumo. Durante los
meses de campaña aceitunera triplica la
de los meses de verano, cuando estas no funcionan y hay un consumo
exclusivamente doméstico. La empresa fue muy consciente de la importancia del
consumo industrial. La construcción de la línea de transporte Quesada-La Almedina
tenía como objetivo, además del suministro urbano a Cazorla y la Iruela, llevar la electricidad a las grandes fincas
olivareras de la zona. Se esperaba un uso creciente de la electricidad y así,
en la memoria de 1935, se dice que "estamos
trabajando para desarrollar el empleo de aparatos eléctricos de uso
doméstico". Una frase sin duda incluida para impresionar a los
accionistas pues pocos aparatos había entonces en Quesada fuera de las radios.
En las primeras sesiones del consejo de administración,
en 1933, se tomaron dos acuerdos interesantes. A propuesta del presidente Guixá
se acordó ampliar el suministro eléctrico a zonas de los alrededores del pueblo
como la Bóveda, Heredamiento y Bocanegra. Quizás por eso en la finca que
construyó Guixá en Bocanegra, la "Cerrá del Notario" hoy
desaparecida, había una viejísima instalación eléctrica que alcanzaba no solo a
la vivienda sino a una cueva adjunta que, se decía, el notario había habilitado
como biblioteca ¡Curioso personaje este! El otro acuerdo tomado fue ofrecer una
tarifa reducida especial para los abonados “a lámparas de 15 watios” El precio
se fijaba en 2 ptas mensuales por bombilla, tarifa plana. Un mes de bombilla
costaba lo que medio jornal que en realidad era mucho porque la mayoría de los
meses los jornales trabajados eran pocos. Por otra parte hay que imaginar la
luminosidad de esas bombillas de 15 vatios...
Interior y maquinaria. B. de La Canal |
Además de estas dos asuntos menores, una de las
primeras acciones de la nueva empresa eléctrica fue negociar un acuerdo de
suministro con el Ayuntamiento que se firmó a principios de 1934. Incluía un
total de 220 puntos de luz, bastantes más que los 35 faroles de 1884. El
Ayuntamiento debía decidir las nuevas
ubicaciones para que la eléctrica los instalase pero fue una primavera políticamente
muy complicada en Quesada, el fin de los ayuntamientos socialistas y el inicio
de una etapa conservadora republicana.[26]
No estaban las cabezas para bombillas y el Ayuntamiento no facilitaba la
relación de lámparas a instalar, de manera que FEDA remitió escrito “reclamando que el ayuntamiento señale el
emplazamiento de las nuevas luces contratadas” El nuevo Ayuntamiento había
pedido revisar el contrato firmado y FEDA, o Guixá, habían reaccionado de forma
desabrida, de manera que el pleno municipal aprobó rechazar “el tono agresivo de la comunicación porque la necesidad de estudiar
el contrato que ha manifestado el ayuntamiento no justifica la posición de
violencia adoptada por la sociedad.” Y añade que “el delegado de alumbrado público hará la propuesta de emplazamiento
con tiempo suficiente para cumplir la fecha convenida.” [27]
El gasto que suponía el alumbrado público era
importante. Como ejemplo, en el primer trimestre de 1934 se pagó 1.507,50 ptas
por "suministro de fluido para
alumbrado público y dependencias municipales" y 112,90 ptas por
reposición de bombillas fundidas. La guerra civil alteró los pagos y así en
diciembre de 1939 seguían pendientes los recibos de 1935 y primer semestre de
1936. [28]
La creación de la FEDA y sobre todo su parte más
visible, la construcción de la central de La Canal, tuvo un importante impacto
en la comarca y generó gran expectación. En la ya citada obra “El
Adelantamiento de Cazorla” se menciona como una novedad de importancia y en el
capítulo dedicado a Huesa su redactor, el maestro y abogado Jesús Muñoz Roldán,
dice con cierto entusiasmo: "Votamos
con que la fiebre de empresa cunda en lo sucesivo con la aparición de la
entidad de fluido eléctrico "Fuerzas Económicas de Andalucía", que
puede suministrar en condiciones favorables la energía". Por su parte
Valentín de las Marinas añade con no menor entusiasmo: “En su aspecto industrial, podemos ofrecer, como muestra, el magnífico
Salto de la Canal, hoy en pleno dinamismo, esparciendo energía eléctrica por
una amplia zona de la provincia, y hasta de Granada.” Finalmente Juan
Sanjuán, al hacer un análisis económico de Quesada remata diciendo que “también recientemente se ha construido una
potente fábrica de energía eléctrica, que innegablemente tiene que influir en
el desarrollo y ampliación de las industrias.”[29]
Al poco de crearse FEDA y construirse la Canal llegó
la Guerra que, como en tantas cosas, supuso un atraso de décadas en la cosa de la
iluminación. En diciembre de 1939 unos de los concejales pedía que “se compre con urgencia bombillas para el
alumbrado público por la carencia casi absoluta de alumbrado” Habíamos
vuelto al siglo XIX.
FEDA fue incautada "por elementos
anarquistas" en 1936.[30]
La incautación según la memoria aprobada en la junta de mayo de 1940, tuvo
pocos "efectos graves (...) por el buen comportamiento de la inmensa
mayoría de nuestro personal"[31]
No obstante, pocos días después de que las tropas franquistas ocuparan Quesada,
el 24 de abril de 1939, los directivos de la empresa confeccionaron y firmaron
un documento de depuración de todo el personal de la empresa. Por él se puede
fijar la plantilla por aquellos años en casi 50 personas, repartidos por toda
la comarca. Buena parte de ellos no fueron movilizados por ser
"insustituibles" en un sector considerado estratégico. Y
efectivamente, la depuración fue favorable para la mayoría de los trabajadores.
Sin duda serlo de la mayor empresa de la zona, en un entorno rural empobrecido
y a menudo hambriento, les hacía disfrutar de condiciones que podrían
considerarse privilegiadas. Serían poco dados a las aventuras revolucionarias.
FEDA siguió funcionando hasta que fue absorbida por
Sevillana a finales de los años sesenta pero eso es otro cuento que desborda la
presente entrada.
El Barranco de la Canal
Con la publicación de la concesión administrativa el
6 de noviembre de 1933 empezaba la vida de la central hidroeléctrica del
Barranco de la Canal. Pocos días después, el 12 de noviembre, el consejo de
administración aprobaba las primeras
obras a realizar, que eran una “pista
o camino de acceso para el transporte de materiales y maquinara” y “empezar las
explanaciones para el canal y casa de máquinas”. Las obras duraron todo el
año 1934 y la central entró en producción a primeros de 1935.
En el llamado “Vuelo americano” la primera fotografía
aérea de España que hicieron los aliados (por si tal que hubiera sido necesaria
una invasión) en 1945 y 1946, no existían las actuales repoblaciones de pinos y
son visibles todos los elementos de la instalación.
"Vuelo americano" B. de La Canal |
La central se construyó aprovechando las aguas y
pendiente del río o arroyo de la Canal, que nace a los pies del Cabañas a casi 2.000 m . de altura y que se
une a los arroyos de Tíscar y Turrilla en Arroyomolinos para alcanzar en Ceal
al Guadiana Menor. Es un barranco muy profundo y de difícil acceso en el que no
hay caminos ni carriles. La pista que construyó FEDA en 1934 arranca en la
casa forestal del Realejo. Está en buen estado en su tramo inicial pero cuando
se adentra en el barranco se pierde por la maleza y las barranqueras. Perdidas
y abandonadas están también las veredas. La que arranca de Belerda y la que
remonta desde Arroyomolinos. En la citada fotografía aérea se aprecia claramente
dicho camino e incluso las veredas.
Cámara de carga, depósito de agua. |
Se mantienen todavía en pie y reconocibles casi todos
los elementos de la central. El canal toma el agua un poco por debajo de la
carretera de Tiscar a Pozo Alcón, en la cota 750 aproximadamente. Tras unos 1.600 metros alcanza
la cámara de carga, un enorme depósito a cielo abierto en el que se almacenaba
el agua para que en su caída ejerciera siempre la misma presión y fuerza. En
invierno el caudal permitía la producción constante de energía pero en los años
escasos y casi todos los veranos el caudal mermaba mucho y buena parte del día
se cortaba la luz. Había que llenar la cámara y sólo se podía producir en las pocas
horas en que se desembalsaba.
El canal se ha usado, o se usa, como toma de agua
para Huesa, Ceal, Collejares, etc y se conserva aunque cerrado por una cubierta
moderna de cemento. La cámara también se conserva casi intacta pero seca, con
sus compuertas y llaves de paso.
El tubo metálico para la caída del agua sobrevive, ya
sin uso, oxidado y escondido entre los muchos pinos que han crecido en la zona.
Se conservan también, por encima de la
“casa de máquinas”, en una zona soleada fuera de la umbría, las viviendas de
los trabajadores. Desde allí, por una empinadísima vereda perdida y abarrancada,
se baja hasta lo profundo del barranco, la citada “casa de máquinas”. Esta es la
verdadera central, el corazón de la fábrica de luz. Es un edificio muy años
treinta con cubierta a dos aguas. En el extremo por donde entra el agua hay una
especie de torreón a mayor altura que la otra nave. Grandes ventanales con
palillería aprovechan la escasa luz del auténtico agujero en el que está
enclavado el edificio. No hay puertas, los cristales están rotos y parte de la
techumbre comienza a hundirse.
La maquinaria, vieja y bastante oxidada sigue allí
aunque despojada del cobre al parecer tan valioso. Hay aisladores por las
paredes y algún elemento extraño (para los que no sabemos del negocio) como una
especie de hoya metálica rematada con seis aisladores en cuya placa pone
“interruptor de aceite”. Con el trabajo que hoy día cuesta llegar hasta allí
resulta sorprendente ver máquinas tan pesadas. El camino perdido tuvo que
permitir el paso si no de camiones al menos de carros. Porque parece complicado
que este material se pudiera bajar a lomo de caballería.
Fuera, en la fachada principal, encima del hueco de
lo que sería el gran portón de entrada y bajo un ventanuco circular, se
conserva en perfecto estado una placa con bordes de cerámica azul oscuro y que
con letras de igual material y color, sobre fondo claro dice: “FEDA S.A. 1934” .
La extraña luz de los restos del B. de La Canal |
Poca cosa nos parece hoy este espectro. Es difícil
imaginar que en su día fue un importantísimo hito para la comarca. Cuesta
trabajo entender que en los años cuarenta se organizaban excursiones, en camión
por supuesto, desde todos los pueblos de la provincia para asombrarse ante esta
muestra del progreso del siglo XX.
La “casa de máquinas”, sin puertas ni casi ventanas, dentro
los restos de maquinaria, está en lo más cerrado del barranco, en una tremenda
umbría. La luz, especialmente en invierno, es tenue y muy fría. Es un lugar
opresivo y fantasmagórico, el decorado perfecto de una película de terror.
Dos veces he estado por estos lugares. La primera
cuando en compañía de Luis Garzón remontamos el río desde Arroyomolinos por
una vereda de la que solo queda el recuerdo. Un camino muy complicado y difícil de andar
pero a la vez interesante por los viejos molinos harineros que se encuentran al
paso. Tras un buen rato de marcha y cuando piensas que estás llegando a ninguna
parte, en la espesura de la umbría y de repente, aparece el fantasma de la
central hidroeléctrica.
La segunda ocasión entré por el Realejo hasta la
cámara de carga y el canal. Como iba solo no me atreví a bajar hasta las ruinas
abandonadas en lo mas cerrado de la hondonada. No bajé por miedo, no por otra
razón. Porque las películas de terror siempre empiezan con un listo que, solo y
tontamente, se mete en la boca del lobo ¡Y está aquello como para salir
corriendo!
[1] Luis Garzón Cobo. “Quesada en el siglo XIX”. Entrada en su blog personal: http://historiasconminuscula.blogspot.com/
[4] El “ANUARIO DE ELECTRICIDAD PARA 1900” incluye a Quesada entre
las poblaciones de la provincia de Jaén “que
carecen de central eléctrica” “Anuario…” Reproducción digital B.N.E. pág.
188
[5] J.L. Chicharro Chamorro. “Quesada
en tiempos de Zabaleta” Boletín Instituto de Estudios Giennenses nº204. Firmaba
la solicitud presentada al pleno de 18 de enero, el ingeniero de Jaén José Luis
Gómez Navarro
[9] "La Energía Eléctrica"
nº12, junio de 1909. La mención a litros por segundo es literal. Parece
excesivo.
[14] “Anuario
regional de la Industria… de Andalucía y Norte Español de África 1932” pág. 91 Biblioteca
Digital Hispánica.
[15] Actas de la sociedad
eléctrica "Nuestra Señora de Tíscar". Fondo Histórico de la Fundación
Endesa.
[16] Las actas están
redactadas y suscritas por el administrador de la sociedad, Vicente Pérez
Herreros.
[18] Información facilitada por José Luis García Franco a Luis Garzón en abril de 2018.
[20] Junta General de
Accionistas de 31-3-1935. Fondo Histórico. Fundación Endesa.
[21] La información
relacionada con las primeras sesiones del C.A. de Feda, proceden de la obra
“Endesa en su historia” publicado por la Fundación Endesa
[23] Tras la guerra, siendo
vecino de Piera, Barcelona, sufrió
proceso por el Tribunal de Responsabilidades Políticas BOE de 2 de
febrero de 1941. En 1949 publicó una obra de teatro titulada “El llop de la
masía”.
[24] La Junta
Extraordinaria de 1935 se celebró en el despacho del ingeniero Peláez, en la
avenida Eduardo Dato de Madrid, actual Gran Vía. Fondo Histórico. Fundación
Endesa.
[25] Se aprobaron
“trabajos e captación de aguas del Río de Béjar, mejora de la protección de la
Central poniendo resitencias en los pararrayos, instalar un interruptor
automático y arreglar el regulador de la turbina, además de revisar y reparar
las líneas de transporte de fluido y telefónica” “Endesa en su historia”
Fundación Endesa
[30] Al poco tiempo el
control de la empresa fue entregado a los trabajadores de la misma dirigidos
por Dámaso Rico. PARES "Causa General pieza 11 de Jaén 18107254"
[31] Junta General de
Accionistas de 31-5-1940. Fondo Histórico. Fundación Endesa.