Hoy es 27 de agosto y los pronósticos son que las ferias terminen mañana con fuertes tormentas. Es una cosa bastante tradicional que se mojen las banderas y los papelicos del Jardín. Quizás lo anormal han sido los muchos años sin las tradicionales tormentas de final del verano. Por eso y ahora que parece vuelven, reproduzco aquí la relación que el escribano Francisco de las Navas hizo de una tormenta, nunca vista ni oída, el año 1578. 23 de julio, viernes. Fue tan tremenda que no se libraron ni los peces del río ni los frailes que pedían por los cortijos para su convento.
Francisco de las Navas no es un desconocido. Fue escribano y personero del concejo durante bastantes años de la segunda mitad del siglo XVI. Lo era ambas cosas durante la sublevación morisca del Reino de Granada de 1568-1571. Durante esos años en los que Quesada volvió a ser tierra de frontera lindando con la guerra, Francisco de las Navas realizó numerosas gestiones en representación del cabildo municipal, tanto ante la Audiencia de Granada (que de hecho era también poder ejecutivo) como ante otras instancias oficiales y privadas.
Pero aquí lo que importa es la tempestad, el pedrisco, los ahogamientos de ganado. La tormenta, como es frecuente, se empezó a formar sobre el puerto de Tíscar. Afectó a todo el término de aquella época, desde el Guadalentín hasta el confín con Cazorla y también toda la parte del Guadiana Menor.
Francisco de las Navas no es un desconocido. Fue escribano y personero del concejo durante bastantes años de la segunda mitad del siglo XVI. Lo era ambas cosas durante la sublevación morisca del Reino de Granada de 1568-1571. Durante esos años en los que Quesada volvió a ser tierra de frontera lindando con la guerra, Francisco de las Navas realizó numerosas gestiones en representación del cabildo municipal, tanto ante la Audiencia de Granada (que de hecho era también poder ejecutivo) como ante otras instancias oficiales y privadas.
Pero aquí lo que importa es la tempestad, el pedrisco, los ahogamientos de ganado. La tormenta, como es frecuente, se empezó a formar sobre el puerto de Tíscar. Afectó a todo el término de aquella época, desde el Guadalentín hasta el confín con Cazorla y también toda la parte del Guadiana Menor.
Recojo la transcripción publicada en la revista Don Lope de Sosa, nº 175 de julio de 1927.