sábado, 3 de abril de 2021

Política y Virgen de Tíscar en el siglo XIX. “LA PIEDAD SE CONVIRTIÓ EN POLÍTICA”.

 

"VERDADERO retrato de N.S. de Tíscar que se venera en la Sierra de Quesada. El Excmo. Sr. Cardenal Astorga, Arzobispo de Toledo, concede 100 días de indulgencias a los que rezaren una Salve delante de esta Santa Ymagen. Se costeó a devoción de su venerable Hermandad y Cofradía. Año de 1873. Litografía de F. Casado. Campillo 32 Granada." (Foto Museo del Traje)


(Este artículo se publicó originalmente en la 

Revista de Ferias de 2020.)


No es necesario ponderar la importancia de la Virgen de Tíscar en Quesada ni el protagonismo de su Cofradía en la vida social del pueblo. Es tal que a lo largo de la historia ha provocado que la Virgen y la actividad de su Cofradía se solaparan con la política nacional y local. En el pasado siglo XX hay buenos ejemplos de cómo los vaivenes políticos de Quesada también afectaron a la Virgen. Es conocida la historia de la desaparición, y seguramente destrucción de la imagen, durante el verano de 1936, episodio al que dediqué un artículo en mi blog personal de historia de Quesada. (Desaparición de la Virgen de Tíscar)


Igualmente fue manifiesta la promiscuidad entre vida política y religiosa durante la dictadura franquista, régimen que no promulgó una ley de libertad religiosa hasta 1967, en la práctica una ley de simple tolerancia con un sinnúmero de limitaciones que hoy nos parecerían inaceptables.[i]

 

La interacción o confusión de ámbitos no es un fenómeno reciente que venga de las más cercanas décadas. Ya en 1823, cuando una nueva invasión francesa (Los Cien Mil Hijos de San Luis) acabó con el periodo constitucional y restauró el absolutismo, el realista quesadeño Luis Moreno regaló a la Virgen una bandera constitucional que había capturado en una de las escaramuzas en las que participó.[ii] El significado político del obsequio era innegable. Luis Moreno fue cabecilla de la partida “Defensores del Rey”, cuyas acciones armadas coadyuvaron al fin del constitucionalismo en nuestra comarca y zonas de Granada y Almería.[iii]  Ignoro lo que, a la muerte de Fernando VII y la vuelta del constitucionalismo, fue de tal bandera.

 

Es a este siglo XIX al que me quiero referir. Un tiempo en el que no solo se mezclaba Virgen y política, sino que la Cofradía dependía funcional y orgánicamente del Ayuntamiento. El 18 de junio de 1842 se aprobaron unos estatutos de la Cofradía,  “Constituciones Reglamentarias”, que determinaron que las vacantes de cofrades debían cubrirse a propuesta de la hermandad, pero por nombramiento de la Corporación. Por el mismo sistema se elegía al administrador contador y al secretario, los cargos de la Cofradía.[iv] 

 

La relación y dependencia del Ayuntamiento se manifestaba en distintos ámbitos. Por ejemplo, en las traídas extraordinarias de la Virgen al pueblo con motivo de grandes sequías. Cuando la situación se hacía insostenible, los vecinos que tomaban la iniciativa dirigían una instancia al Ayuntamiento. Este lo discutía en pleno y, caso de aceptarlo, decidía la fecha en que se debía producir la conducción de la imagen. A continuación, se comunicaba, como cosa decidida, al párroco y al presidente de la Comisión Económica de la Cofradía. Además, también fijaba el Ayuntamiento la fecha en que se celebraría en la parroquia “la festividad (misa solemne) que viene su costumbre el costearse de estos fondos municipales”. De esta manera se hizo en el mes de enero 1884 y abril de 1896.[v] En el caso de 1884, y según se cuenta en la “Poesía Histórica” que con este motivo compuso el veterinario y acérrimo carlista Pedro Segura Pérez, en la mañana siguiente a la llegada de la Virgen, 24 de enero, llovió torrencialmente.

 

Hay otros ejemplos similares, pues fue también municipal la decisión de parar a la Virgen, a la ida y a la venida de Tíscar, en el cortijo del presbítero Pedro García Monterreal, en Fique. Don Pedro dirigió la solicitud al Ayuntamiento, que ”acordó acceder a lo solicitado” con la condición de que la parada “sea lo menos posible y solo y exclusivamente para cantarle una salve”.[vi] Lo mismo vale decir para la Traída extraordinaria del 30 de diciembre de 1900, decidida por el Ayuntamiento con motivo de los festejos organizados para celebrar la llegada del nuevo siglo. Fue en estas celebraciones cuando se acordó construir una cruz en “en el sitio que nombran el Visillo (…) sitio que en lo sucesivo se denominará el Humilladero”.[vii]

 

Pero cuando se mostró en toda su crudeza la subordinación de la Cofradía al Ayuntamiento fue en 1868, cuando estalló la revolución conocida como La Gloriosa que acabó con el reinado de Isabel II. Uno de los militares protagonistas del cambio de régimen fue el general quesadeño Serrano Bedoya. (El general Serrano Bedoya y la Gloriosa)


Tras la huida de la reina a Francia y hasta la restauración borbónica de 1875, España conoció el periodo constituyente de la regencia de Serrano, el asesinato de Prim, el corto reinado de Amadeo I, la I República, y el golpe de estado de Martínez Campos, que trajo de vuelta a los Borbones. Ejemplo de lo acelerado y convulso que fue aquel periodo fue la figura del general Serrano Domínguez, insólito caso, y quizás único en el mundo, en el que una misma persona fue sucesivamente amante de la reina, autor de su exilio, regente del Reino con tratamiento de Alteza y presidente de la República.

 

La Gloriosa llevó al general Serrano Bedoya a la primera fila de la política nacional. En Quesada La Gloriosa supuso el control de la política local por los parientes y partidarios de Serrano Bedoya. El día 1 de octubre de 1868, tras la entrada de los generales revolucionarios en Madrid, se formó una Junta de Gobierno que se hizo cargo del Ayuntamiento. Sus miembros eran de la misma clase social que los concejales isabelinos salientes y tenían una mentalidad bastante similar, aunque eran más “liberales” y defendían cosas como la Soberanía Nacional frente a la Corona y el sufragio universal, masculino por supuesto.[viii]

 

Pocos días después de su acceso a la alcaldía, el 14 de octubre, el presidente de la Junta de Gobierno, Hilario Serrano, convocó a una reunión al mayordomo y al secretario de la Cofradía, que se presentaron acompañados de un grupo de cofrades principales. Ninguno de la Cofradía era “serranista” y tenían una clara orientación política borbónica y conservadora. Todos habían firmado pocos meses antes, y publicado a su costa en la Gaceta de Madrid, un manifiesto de adhesión a S.M. Isabel II. En él le mostraban su adhesión con motivo de las críticas y burlas suscitadas contra ella en la prensa extranjera y fundadas en alguna de sus habituales expansiones eróticas.[ix]

 

La finalidad de aquella reunión era “conocer de los fondos (de la Cofradía) que la misma tenga en efectivo, y no le sean precisos para los santos objetos de su institución”, al objeto de “con ellos y (con) los que la filantropía de la clase pudiente de esta Población aporte” hacer frente por las menesterosas arcas municipales, “a las eventualidades del porvenir”.

 

La propuesta de Hilario Serrano fue aceptada por todos los asistentes “como no podía menos de suceder entre los concurrentes que abundan en los puros principios de moralidad; pero la unanimidad se “estrelló” respecto a los fondos de la hermandad, que dijeron inexistentes en aquel momento. Según el cofrade mayordomo, aunque disponían de “créditos a su favor en deuda flotante”, tenían también obligaciones pendientes de pago. Inmediatamente el presidente de la Junta preguntó al cofrade secretario, José Montiel, por “las Constituciones y documentos a que subordina sus actos la Hermandad”. Contestó Montiel que no disponía de ningún documento “porque no se le había hecho entrega” y que solo custodiaba “los expedientes de Cuentas e Inventario de las alhajas que posee la Divina Imagen”. Con esta respuesta se dio por concluido el acto, seguramente en un ambiente bastante tenso.

 

Acta municipal del 14 de octubre de 1868 con
los cofrades asistentes anotados al margen

Dos días después se reunió la Junta de Gobierno municipal “para tratar distintos particulares de su competencia”. En primer lugar, su presidente “hizo la moción de que para inmortalizar en esta población el preclaro nombre de nuestro ilustre Patricio el Excelentísimo Señor General Serrano Bedoya, uno de los caudillos e iniciador del glorioso alzamiento nacional (…) se sustituyera el nombre de la plaza de esta Villa con el de su Excelencia.” Por unanimidad se aceptó la propuesta y se acordó “que de este incidente se libre testimonio y se remita a su Excelencia como justo homenaje que le rinden los acordantes.” (La 1ª República en Quesada)

 

A continuación, se pasó al siguiente punto del orden del día, consecuencia inmediata de la fallida reunión del día 14. El presidente de la Junta hizo la propuesta de “disolución de la Cofradía de Nuestra Señora de Tíscar mediante los vicios de que adolece”. Justificaba su disolución en que la Cofradía no se había sujetado a los estatutos vigentes aprobados en 1842, sino que “ha obrado desde aquella fecha muy fuera de ellos, adulterando la pía institución, llevándola al criterio de la parcialidad o favoritismo, o mejor dicho, la piedad se convirtió en Política.”

 

Según el presidente no se habían cubierto las vacantes de cofrades, administrador contador y secretario por nombramiento del Ayuntamiento, según establecían “las prescripciones reglamentarias tercera, séptima, décima y duodécima” de los estatutos. Se demostraba esta  “triste verdad” consultando los libros de sesiones de ambas corporaciones. Llamó la atención Hilario Serrano sobre el hecho de que la Cofradía no había levantado acta desde el 29 de abril de 1846, y que “desde entonces esta corporación, errante como los Israelitas en el Desierto, no ha encontrado la tutela o garantía” precisa. Según el alcalde “no deja de ser menos viciosa la administración de los píos fondos de nuestra Idolatrada Madre”, siendo llevadas las cuentas “por el capricho mercenario del caciquismo y en abierta oposición a las prescripciones de contabilidad estipuladas”. Justificaba tan grave acusación a la vista de los “distintos expedientes de cuentas” que había estudiado a fin de “moralizar si le es posible esta Cofradía gangrenada en sus entrañas, cuyo mal lamenta a la vez todo el Pueblo y los extraños que lo conocen.”

 

Como resultado de “estas verdades y de sus comprobantes”, la Junta acordó por unanimidad “quede disuelta dicha Cofradía y que se cree (de nuevo) con entera sujeción a los dichos estatutos”. Se decidió también formar una comisión que estudiase los estatutos y los reformase “en la parte que estimen” y los presentase “para la sanción de la Corporación municipal (…) dándole después el curso que proceda.”[x] Es decir, el Ayuntamiento no solo disolvió la Cofradía para nombrar nuevos cofrades, sino que también se hizo cargo de reformar y aprobar los nuevos estatutos de la misma.

 




Azarosas fueron las vicisitudes políticas durante los años siguientes y el asunto quedó postergado. En enero de 1873, tras el corto reinado de Amadeo I, se proclamó la República. Bajo la misma, la Cofradía continuó dependiendo del Ayuntamiento con el que mantuvo buenas relaciones fueron buenas. Tan buenas que la proclamación de la República Federal, a principios del verano, fue celebrada con una “función de Iglesia que se celebró en el día de ayer por la proclamación de la república en esta localidad y en obsequio a Nuestra Patrona la Santísima Virgen de Tíscar”[xi]

 

El acuerdo de reformar los estatutos, que se había tomado en 1868, se hizo realidad con la República. Fue el 30 de diciembre de 1873 cuando el Ayuntamiento Popular de Quesada trató sobre el reglamento que había elaborado “la comisión ad-hoc nombrada del seno de la Cofradía de Nuestra Patrona y venerada Virgen de Tíscar (…) para poner en orden preciso y buena marcha administrativa la dirección e intervención” de la misma.[xii]  Se creaba por este reglamento una Comisión Económica (junta directiva)  formada por presidente, contador, depositario y secretario. En el libro de actas municipal se adjuntó una copia del reglamento donde se fijaban las competencias y responsabilidades de cada cargo.

 

El Ayuntamiento, tras estudiar “cada uno de los artículos que comprende”, por unanimidad acordó aprobar “el reglamento de la Comisión Económica de la Cofradía de Nuestra Señora de Tíscar que se observará en todas sus partes”. Era entonces alcalde presidente del Ayuntamiento Popular de Quesada el ciudadano Francisco Calatrava León y presidente del Poder Ejecutivo de la República Española don Emilio Castelar y Ripoll. Este reglamento estuvo vigente hasta que en 1894 se aprobaron unas nuevas constituciones o estatutos.

 



[i] Estuvo en vigor hasta que fue derogada por la ley orgánica 7/1980 de Libertad Religiosa.

[ii] “una bandera de guerra que también fue aprehendida en la acción de Oria la que ha sido regalada a la soberana y milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Tíscar”. Pleno del cabildo municipal de 1 de octubre de 1823.

[iii] En febrero de 1835 y como “faccioso” carlista, Luis Moreno fue capturado a orillas del Guadiana Menor y fusilado en Quesada con gran expectación de la gente que acudió de toda la comarca.

[iv] Pleno municipal de 16 de octubre de 1868.

[v] Plenos municipales de 20 de enero de 1884 y 14 de abril 1896.

[vi] Pleno municipal de 31 de agosto de 1890.

[vii] Plenos municipales de 16 y 30 de diciembre de 1890.

[viii] El primer Ayuntamiento de Quesada elegido por sufragio universal masculino tomó posesión tres meses después, el 1 de enero de 1869.

[ix] Gaceta de 5 de mayo de 1867.

[x] Formada por Hilario Serrano,  Ramón Serrano Bedoya y Ramón Valdés Bedoya.

[xi] Pleno municipal de 2 de julio de 1873.

[xii] La comisión estaba formada por Gaspar Antonio de Salas, Laureano Delgado y Manuel Bedoya García.


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