sábado, 18 de abril de 2020

1939 EN QUESADA. PRIMER AÑO DE POSGUERRA.

Foto aérea de Quesada en los años 40. (foto Centro Nacional de Información Geográfica)




Tras la batalla del Ebro y la Conferencia de Munich, donde Inglaterra y Francia dejaron claro que no tenían ninguna intención de enfrentarse a Hitler, la República tenía perdida la guerra. 1939 llegó con la ofensiva franquista en Cataluña. Ese mes de enero se movilizaron las últimas quintas, la del saco y la del biberón, los “viejos” y los “críos”. En febrero el ejército franquista alcanzó la frontera con Francia. Algunos soldados quesadeños consiguieron cruzarla; otros que convalecían de sus heridas en la retaguardia de Cataluña fueron capturados y pasaron de los hospitales a los campos de concentración.[1]

La desmoralización y el desánimo se extendían día a día. Los quintacolumnistas, hasta entonces camuflados, cada vez estaban más crecidos. Aumentaban las deserciones. Algunos, para no ir al frente, se escondieron en la sierra esperando el final. Según rumores, unas muchachas habían visto despeñarse a un hombre en la Cueva del Agua. En Quesada apenas quedaban hombres en edad militar, pero estaba repleta de evacuados. A los primeros, procedentes de Córdoba y que llegaron en 1936, se fueron sumando otros de Teruel, de Málaga… En el santuario de Tíscar y en el cortijo de Santa Cruz, incautado por la CNT y UGT, se habilitaron asilos para huérfanos de guerra. El 22 de febrero murió don Antonio Machado al otro lado de la frontera, en Colliure. La tristeza de su muerte en el exilio simboliza la tragedia de la República y de sus defensores.



Marzo de 1939

La crisis y el deterioro político de las últimas semanas de la República culminaron con el golpe de estado del coronel Casado, que derribó el gobierno de Negrín. En Quesada, el golpe se manifestó el día 17 en las detenciones de personas seguramente cercanas al PCE y a la JSU, que siguieron apoyando al Gobierno. Inexistente al inicio de la guerra, hay bastantes indicios de que, al igual que en el resto de la provincia, el partido comunista tuvo un importante crecimiento desde 1937, al abrigo de UGT y de las citadas Juventudes Socialistas Unificadas. Los detenidos del día 17 fueron trasladados por fuerzas de Asalto a la cárcel de partido en Cazorla, y seguramente allí les cogió la llegada de las tropas ocupantes.[2]

Este deterioro político de la retaguardia republicana tuvo también una manifestación puramente local. CNT había controlado completamente el pueblo durante los primeros meses de la guerra y fue siendo progresivamente apartada del poder, más o menos desde la creación del Consejo Municipal en enero de 1937. Su relación con la ahora dominante UGT, integrada por militantes socialistas y comunistas, se fue deteriorando. En este mes de marzo de 1939 se llegó a la ruptura total. El día 24 CNT remitió al alcalde Ramón Segura un escrito por el que retiraba su confianza a todos los afiliados que siguieran ostentando cargos en el Consejo Municipal y demás organismos públicos. A pocos días del final de la guerra poca importancia práctica tuvo la medida más allá de explicitar su largo desencuentro.[3]

Junto a la descomposición política, o quizás acelerada por ella, se produjo la militar. El día 26 los franquistas rompieron el frente de Córdoba y, según el Parte Oficial de Guerra, se entregaron batallones completos. El capitán Emilio Magaña, al frente de su compañía de ametralladoras de la 25 Brigada Mixta, se entregó en Pozoblanco, iniciando su largo periplo por campos de concentración.[4]  Cuenta Eloy Revueltas en sus memorias que por aquellos días “empezaron a llegar al pueblo soldados hambrientos y comidos por piojos, con los pies deshechos de caminar días y noches, huyendo de los vencedores y con el acicate de llegar cuanto antes a sus hogares”[5]


El día 28 los franquistas entraron en Madrid. El frente sur se hundió completamente y los vencedores alcanzaron Andújar. Aunque no llegaron a Jaén, Linares y Úbeda hasta la mañana del día 29, en la tarde y la madrugada del 28 al 29 acabó todo en la provincia y en Quesada.

En el caos de aquellas horas, un grupo de partidarios franquistas se hizo con el control de la Comandancia Militar de Úbeda. Entre ellos estaba el cazorleño Lorenzo Polaino, destinado en el servicio jurídico militar. Desde allí, según declaró al juez militar meses después, “usando de teléfono con título supuesto dio órdenes a las alcaldías de Cazorla, Quesada, Beas de Segura, Villacarrillo y otras para conseguir el mantenimiento del orden público y la entrega del poder a los elementos significados de derechas, como así pasó…”[6] La misma versión se encuentra en las memorias del también cazorleño Medardo Laínez: “En la tarde del día 28 y asistido por un grupo de incondicionales, Polaino se constituyó en Comandante Militar de la Plaza, ordenando desde allí el relevo de las autoridades rojas de todos los pueblos de la provincia, situados al Este de Úbeda”. Relata Laínez a continuación la ocupación del Ayuntamiento de Cazorla por adictos a los vencedores.[7] En Peal ocurrió otro tanto según declararon las nuevas autoridades locales al juez militar. El alcalde republicano Matías Sánchez “hizo entrega de sus poderes a una improvisada Gestora de Falange” encabezada por Rafael del Real, “colaborando con ella al mantenimiento del orden”.[8]

No queda registro de que se produjera en Quesada esa llamada telefónica de Polaino, pero sí se conserva en el Archivo Municipal un telegrama del Comandante Militar de Úbeda al alcalde (28 de marzo a las 20,30 horas): “Con las fuerzas de cualquier clase a sus órdenes de esa plaza procurará mantener el orden público en la misma a todo trance  haciéndole personalmente responsable de toda alteración que se produzca o actos violentos que pudieran acontecer”. Decía Laínez que la llamada telefónica a Cazorla se produjo hacia las 22,30. Es muy posible que en Quesada y tras el telegrama, también se produjera la llamada instando directamente a la entrega del poder. Las fuerzas a las órdenes del alcalde a las que se refería el telegrama no eran escasas: policía municipal, guardería rural, destacamento de Asalto e incluso algunos soldados del destacamento de Recuperación.[9] Pero no llegaron a usarse. Simplemente se dejó hacer a los franquistas locales.

Pero antes de que amaneciera el día 29 sucedieron otras cosas inquietantes y desacostumbradas. Cuenta Eloy Revueltas que a media noche “(la carretera que cruza el pueblo) despertó sobresaltada con aquella invasión de motores rugiendo cuesta arriba (…) con la luz apagada, se entreabrieron tímidamente ventanas para ver aquel desfile interminable de camiones y coches. ¿Adónde iban? ¿Qué estaba ocurriendo?”[10]

Sin duda lo que estaba ocurriendo es que atravesaba el pueblo la columna de camiones que organizó el diputado socialista Peris Caruana en Jaén. Según Sánchez Tostado, ante la inminente caída de la ciudad “representantes de ambos bandos parlamentaron". Se aceptó el encuentro a fin de "evitar derramamiento de sangre". Se reunieron en el gobierno civil y pactaron la "evacuación de 200 responsables políticos socialistas que pensaban dirigirse a los puertos de Almería y Alicante donde debían embarcar con destino al exilio (…) El diputado Peris confió en las promesas de los oficiales franquistas, los cuales pusieron a su disposición los camiones precisos para trasladar a 200 dirigentes (responsables republicanos, sobre todo socialistas) con la condición de circular por una ruta previamente establecida por la Junta Nacionalista, la carretera que conduce a Almería a su paso por Baza (…) a la altura de Baza la expedición fue interceptada por escuadras falangistas, previamente alertadas, siendo fusilados muchos de ellos de inmediato en Granada y otros inmediatamente a su regreso a Jaén, si bien algunos se batieron en retirada desperdigándose por campos y caminos."[11]

Esa noche de los camiones, y según las memorias inéditas de Francisco Ortiz, en el local de la FEDA, junto al Ayuntamiento, se hizo y colocó en la fachada una bandera nacionalista con bombillas pintadas de color. Al amanecer un grupo de personas, la mayoría mujeres, se echaron a la calle con una bandera que habían cosido por la noche con retales. Ocupan la carretera a la altura de la entonces casa de Correos. Sus vítores y cánticos resuenan por el pueblo.[12]

Pero la mañana del día 29 de marzo conoció el pueblo otra trágica noticia. A media mañana, en la carretera de Peal, en el barranco de los Huedos, un muchacho encontró en la cuneta un objeto extraño y se lo acercó a su tío, que estaba un poco más arriba con el ganado. Resultó ser una granada o bomba de mano que explotó mientras la manipulaba. Juan Antonio Marín Moreno resultó muerto y su sobrino, Alejandro López López, gravemente herido en un brazo, que posteriormente hubo que amputarle. A las cuatro de la tarde el juez municipal Vicente Lara levantó el cadáver. Se hizo la autopsia el día 30. El oficio de Vicente Lara remitiendo las diligencias formadas al juzgado de instrucción de Cazorla, el día 1 de abril, es el último documento oficial de la República en Quesada.[13]

Telegrama del comandante militar de Úbeda al alcalde de Quesada. 28-3-39. A.M.Q.


Abril de 1939

La República dejó de existir de facto en Quesada la madrugada del 29 de marzo,[14] pero las tropas ocupantes se hicieron esperar. Hubo un impás de varios días en los que el pueblo vivió una situación un tanto ambigua. Según cuenta Francisco Ortiz en sus citadas memorias inéditas, se formaban grupos de personas que bajaban a la entrada del pueblo a esperar a las tropas:

̶ “¡Ya vienen por Peal!  ̶ dice uno; otro dice que ve como camiones por el Llano de las Canteras.

̶  ¡No, parece que tardarán!

Y por fin alguien comenta que dormirán en Peal y que vendrán mañana. Al día siguiente se repite lo mismo, y así hasta una semana.”

Finalmente, el 4 de abril, entró en Quesada el 6º batallón del regimiento de Infantería Granada nº 6. Se habilitaron como cuarteles varias casas vacías, como la que actualmente tiene el número 17 de la Plaza y otra a la entrada del pueblo, frente al antiguo cuartel de la guardia civil, que tuvo uso mixto: cuartel y cárcel. Los oficiales se repartieron para su alojamiento en casas particulares. Según Eloy Revueltas, uno de los lugares donde se repartía el rancho a la tropa era la calle del Teatro, con la consiguiente expectación del chiquillerío, no precisamente bien alimentado: “me divertía con el espectáculo de los soldados recibiendo su ración y comiéndosela de pie, apoyados en la pared del Teatro o sentados en la acera.”[15]

Con la llegada de los ocupantes se oficializó la Comisión Gestora que se había hecho cargo del Ayuntamiento días antes. La presidía Enrique Prats Preval, administrador de Correos de la estafeta de Quesada, cargo en el que había sustituido en la primavera de 1936 a Juan Arroquia, director general de Correos, por entonces ya exiliado en Francia.

También y de inmediato a todos los que, voluntarios o forzosos en su reemplazo,  habían sido movilizados por el Ejército Popular de la República, se les confinó en los campos de concentración de Higuera y Santiago de Calatrava. Estos dos pueblos, que estuvieron en primera línea del frente y resultaron destrozados, fueron rodeados de alambradas y llenados de soldados y oficiales que malvivían entre las ruinas. En los campos de concentración los prisioneros eran clasificados por sus antecedentes y conducta. Si recibían del pueblo informes favorables, eran liberados más o menos rápidamente. Rafael Zabaleta, que había pertenecido como delineante a la Comandancia Principal de Ingenieros del Ejército de Andalucía, en Baza, pudo regresar a Quesada unos quince días después de su ingreso en el campo.

A los liberados se les extendía un salvoconducto para que pudieran regresar, por sus medios, a Quesada. Algunas veces no se libraron de ser inmediatamente detenidos por las fuerzas locales al llegar al pueblo.[16] Los que no recibían informes favorables o no lo suficientemente contundentes pasaban a las prisiones militares, donde se les habría proceso sumarísimo, o bien eran enviados a campos de trabajos forzados donde pasaban bastantes meses, en algunos casos años.

También de inmediato los ocupantes se aplicaron en revertir los cambios que desde 1936 se habían dado en el campo. Así, el mismo día 4 nombraron un administrador para las grandes fincas de la parte del Guadiana -Salón, Hermosillas y Capellán- que funcionaban en régimen de colectividad.[17] El día 12 se constituyó el Comité de Recuperación Agrícola y se publicó un bando al efecto. La misión de este comité era la devolución a sus propietarios de las tierras incautadas durante “el periodo marxista”.

El día 15 se citó a los maestros para que acudieran por las tardes al Ayuntamiento y colaboraran en la retirada de dinero.[18] Se recibía un resguardo de entrega para los billetes de emisiones anteriores al 18-7-1936 a fin de ser canjeados por nuevos billetes franquistas. Los billetes republicanos emitidos desde aquella fecha ya no los aceptaba nadie. En breve fueron anulados.

Pero la principal actividad de los ocupantes, a la que dedicaban la mayor parte de su tiempo, fue la represión.[19] Es difícil precisar cuándo empezaron las detenciones, pero existen indicios de que se produjeron incluso antes de la entrada de las tropas ocupantes.[20] De ser así, las detenciones las efectuaron “elementos de Falange” armados que actuaron por su cuenta, algo que sí esta documentado en todo el mes de abril.

De inmediato la cárcel o arresto municipal, en el edificio del juzgado en la calle del Hospital, quedó pequeña. Los ocupantes habilitaron como prisión la iglesia del Hospital, también una casa por debajo del juzgado, que se utilizó para encerrar a mujeres, y la casa situada frente al antiguo cuartel de la Guardia Civil que se ha citado anteriormente.

La policía militar de los ocupantes, al mando del alférez Manuel Saavedra, efectuó numerosas detenciones por denuncia o indicación de personas adictas. También efectuó detenciones la Guardia Civil y, como se ha dicho antes, “elementos de Falange”. Estos falangistas eran del pueblo y sabían a por quién ir. Para formalizar de alguna manera sus detenciones, el día 22 de abril redactaron del tirón una especie de atestados en los que figuraba el nombre de un denunciante, a veces el nombre de los falangistas que habían procedido a la detención, y un esbozo de acusación.

Al día siguiente el presidente de la Gestora firmó otros documentos que encabezaba con la frase “ficha de acusación correspondiente al detenido en la cárcel de esta localidad, a virtud de orden de la Alcaldía”. He localizado en el archivo municipal al menos 23 de estos informes y la mayoría se refieren a las mismas personas que habían sido detenidas por falangistas.[21] Es interesante destacar que el esbozo de acusación, normalmente una sola frase lapidaria precedida de un “se le supone” o expresión similar, se repite en los posteriores y sucesivos informes a jueces y policía militar, llegando en bastantes casos a figurar en los hechos probados de las sentencias de los consejos de guerra. Estas frases escritas “a la ligera” quedaron esculpidas en piedra y costaron a más de uno años de cárcel o incluso la muerte.

Las detenciones que efectuaba la policía militar no las formalizaba mediante documento, o estos no se conservan. Algunas semanas después los militares solicitaron a la alcaldía informes sobre sus presos. Al igual que en el caso anterior estos informes rápidos, de apenas unas líneas, prefijaron el destino de los detenidos.

Administrativamente los presos dependientes de la tropa ocupante constituían un campo de concentración. En un parte del Ejército del Sur de fecha 22 de abril de 1939, localizado en el Archivo Militar de Ávila por Carlos Hernández, autor de “los campos de concentración de Franco”,[22] y que amablemente me ha comunicado, se dice que en Quesada existía un campo de concentración, dependiente de la 22 División, con 200 prisioneros. Según cuenta Eloy Revueltas,[23] diariamente los presos eran sacados de la iglesia y conducidos a las eras de la Tercia, donde estuvo la antigua piscina y actualmente se instala el ferial, para que hicieran sus necesidades. No se facilitaba comida a los presos, que se mantenían de lo que pudiera llevarles la familia o cederles un compañero.

A estos 200 presos que cita el documento del Archivo de Ávila hay que sumar los detenidos “particulares” de Falange y Ayuntamiento, así como los soldados encerrados en campos de concentración como el de Higuera y Santiago de Calatrava o sus equivalentes en los lugares donde les cogiera el final de la guerra. Estos presos se contarían por cientos Entre todos y a finales de abril (no acabaron aquí las detenciones) el número de presos, de los que frecuentemente dependía una familia para su sustento, era escalofriante.

Mayo de 1939

El día 4 de mayo tomó posesión la nueva corporación municipal designada por el gobernador civil. Sustituía a la comisión gestora que se hizo cargo provisionalmente del Ayuntamiento a primeros de abril. El alcalde elegido por el gobernador fue el médico Juan Bautista Palop.

El día 6 se publicó, con autorización del Comandante Militar de Quesada, un bando municipal sobre la suscripción nacional de recogida de oro y alhajas al objeto de reponer las reservas del Banco de España, el famoso “oro de Moscú” con el que la República financió la guerra y tan utilizado posteriormente por la propaganda oficial. Del mismo día es el bando “sobre represión de la blasfemia”.

El proceso de canje de billetes anteriores al 18 de julio de 1936 concluyó el día 22. Fueron enviados a los bancos de la ciudad de Jaén para ser sustituidos por los nuevos billetes franquistas. Al día siguiente el Ayuntamiento remitió a la Comandancia Militar “para su aprobación y censura” un bando por el que ordenaba “la entrega de todo el papel moneda hecho por los rojos”, es decir, todos los billetes emitidos con posterioridad al 18 de julio.[24] Estos no se canjeaban, simplemente perdían todo valor.

La repercusión que tuvo la anulación del papel moneda republicano en muchas personas se puede ejemplificar con lo sucedido a Francisca Plaza, que luego fue segunda mujer de Juan de Mata Vílchez, importante miembro de CNT. Viuda de guerra, para sobrevivir tuvo que vender una pollina que era el único bien que dejaba su difunto marido. Los billetes con los que le pagaron se convirtieron en simples papelillos y Francisca quedó sin nada, sin pollina y sin dinero.[25]

Poco después, el 27, el alcalde solicitó al jefe del Servicio Nacional de Administración Local del Ministerio de Gobernación en Burgos autorización “para que se dé el nombre del Generalísimo, de José Antonio, de D. José Calvo Sotelo y de los Mártires a dos plazas y dos calles de esta ciudad”. Los Mártires eran las 7 personas asesinadas el día 29 de septiembre de 1936 y cuyos cuerpos habían sido exhumados de la fosa del cementerio de Peal  y trasladados a Quesada.[26]

Y pocas noticias más hay en mayo, porque la ocupación principalísima de las nuevas autoridades civiles y militares seguía siendo la represión, las detenciones. El día 10 la Comandancia Militar de Quesada se instaló en la casa número 14 de la Plaza, el actual número 15. El Ayuntamiento le facilitó personal administrativo y máquina de escribir, elementos imprescindibles para el aparato burocrático represivo que se puso en marcha.

Durante este mes continuaron las denuncias y las detenciones, lo que aumentó el número de presos. Las detenciones eran efectuadas en su mayoría por la policía militar pero la Falange local seguía deteniendo por su cuenta, actuando como una fuerza pública más.[27] Pocos se ven libres de sospecha; incluso Dámaso Rico, gerente de FEDA, uno de los que se “echó a la calle” cuando la “liberación”, fue detenido el día 12. Se le abrió un proceso militar del que meses después, y tras muchos informes favorables, fue absuelto. La detención de Dámaso muestra como casi nadie era considerado “inocente” hasta que no demostraba lo contrario. No es, por tanto, de extrañar que el día 3 de mayo fuera detenido en Sevilla e ingresado en la Prisión Provincial, acusado de “auxilio a la rebelión”, el catedrático y quesadeño de adopción Juan de Mata Carriazo.

A finales de mes se produjo una nueva vuelta de tuerca protagonizada por el que había sido párroco de Quesada, Ángel Morán Otero.[28] Su hermana fue asesinada el 10 de diciembre de 1936 en un oscuro suceso que tuvo un fuerte impacto político en el pueblo.[29] A finales de mayo de 1939 regresó unos días a Quesada y presentó cinco o  seis denuncias manuscritas ante “las autoridades competentes”, es decir, la policía militar de las tropas de ocupación. He tenido acceso a tres de ellas. Todas son del día 24 de mayo.[30] Morán salió de Quesada el día 2 de agosto, de manera que sobre todos los sucesos posteriores hablaba de oídas, según le contaron a su llegada.

En sus denuncias, en las tres consultadas, citaba a unas treinta personas. Algunas pertenecían a sus obsesiones de los años de la República, con la que se enfrentó abiertamente desde sus primeros días. Es el caso del notario Guixá, por ejemplo. En otras relata, con tono áspero y desabrido, los sucesos de los días de finales de julio de 1936. Su intención, según dice él mismo en una de ellas, era “señalar a los más sobresalientes elementos marxistas que, durante la dictadura judio-masónica llamada república, se han distinguido en Quesada como los mas hostiles a la Iglesia Católica y a mi”.

A consecuencia de estas denuncias todos los mencionados que no estaban ya en la cárcel fueron detenidos. El día 30 se iniciaron los correspondientes interrogatorios por el jefe del puesto de la Guardia Civil, Ciriaco Moya.  Unos cuantos de los denunciados por Morán acabaron fusilados.[31]

Junio de 1939

La maquinaria represiva seguía a pleno rendimiento. Desde el Ayuntamiento se emitieron a diario, a petición de la policía militar, de Auditoría de Guerra, del juzgado militar de Cazorla, juez municipal, etc., informes sobre antecedentes políticos y conducta de los presos durante “la dominación roja”. También solicitaron informes a la alcaldía los campos de concentración (Higuera de Calatrava, Bacor, Miranda de Ebro…) y los batallones de trabajos forzados (Navalperal, Guadalajara, Benafer, Tarifa…) Se conservan en el archivo municipal unos 80 informes de este tipo. Son cortos, de apenas un par de párrafos que bastan para sentenciar a una persona. Frecuentemente las “acusaciones” se inician con un “se dice que…” o “según rumores…”

Aunque había poco margen para intentar alguna acción a favor de los presos, hubo quien intentó hacerlo y recoger firmas a favor de un detenido. La reacción de las autoridades fue inmediata: se detuvo a los familiares que recogían las firmas y a los que firmaron, aun siendo personas adictas, se les multó con 100 pts. por “estampar su nombre y firma en un documento cuyo texto limita la acción de la justicia.”[32]

Cualquier viaje o desplazamiento tenía que estar autorizado y requería el correspondiente salvoconducto de la autoridad militar, documento que desde el día 25 podía emitir también el alcalde. Los beneficiarios debían unir al documento un sello de 1 pta. a beneficio de la Comisión Provincial de Subsidio al Combatiente. También por estos días se organizó una suscripción entre los comerciantes de Quesada para costear la placa que la Cámara de Comercio de Jaén enviaría al Caudillo con motivo “haberse” concedido la Laureada de San Fernando. Se recaudaron 47 ptas.[33]

Julio de 1939

En julio ya está en Quesada el nuevo párroco, D. Manuel Alejo. Era natural de Peal y había sido coadjutor en Cazorla antes de la guerra. No vive en la casa rectoral, que seguramente no aún estaba en condiciones, sino en la fonda La Moderna, junto al Ayuntamiento. Esta fonda había recibido a primeros de mes dos talonarios de "tikest" (sic) para el Plato Único y Día sin Postre. Consistía en comer solo un plato y pagar el menú completo con fines “benéficos”. A los particulares en sus casas se les instaba a calcular el valor del plato que dejaban de comer y entregar su importe. A finales de mes el alcalde pidió a Falange que sus miembros recorrieran “el pueblo y el término, casa a casa, cortijo a cortijo” para “convencer” a los vecinos de de la necesidad de cumplir con dicho Plato Único y Día sin Postre “haciéndoles ver la grave responsabilidad que contraen con su negligencia, tanto como reos de traición a la Patria y sus instituciones rectoras, como por los castigos y sanciones que sufrirán”[34]

El contexto de esta carta es el de una penuria y escasez generalizada, y la existencia de cientos de presos cuyas familias estaban en completo desamparo, como igualmente lo estaban las familias de los soldados muertos o desaparecidos en el frente. Según cuentan los nietos de la anteriormente citada Francisca Plaza, su abuela “pasó «mucha necesidad» y tuvo graves dificultades para sacar sola a sus hijos; se buscaba el sustento espigando y segando hierba” aunque, según recuerdan haber oído contar, los guardas le solían quitar los sacos que llevaba para su casa.”[35]

La vida del pueblo estaba completamente militarizada, estando en vigor el Estado de Guerra. Incluso el Ayuntamiento debía someterse a la autoridad militar, que censuraba y aprobaba los bandos municipales. Sin embargo, tuvo que haber algún roce que fue cortado de raíz por el comandante militar. El 17 de julio remitió una atenta al alcalde recordándole que el orden público y régimen interior de la población era de su exclusiva competencia, correspondiendo al Ayuntamiento solo “los asuntos meramente administrativos”. Le rogaba que “se abstenga de tomar intervención alguna en cuantos asuntos locales no sean de su competencia”. Le recuerda igualmente que deberá someter cualquier bando a su censura previa. “No dudo tendrá presente mi anterior ruego en evitación de responsabilidades”.

La represión continuaba su curso. Seguían produciéndose denuncias, detenciones, “ruedas de interrogatorio”… El número de presos aumentaba. En los informes municipales y expedientes judiciales militares figura el nombre de más de 500 presos. Muchos estaban todavía presos en Quesada, pero conforme los juzgados militares especiales iban abriendo procesos sumarísimos (la mayoría por adhesión o auxilio a la rebelión) eran trasladados a la cárcel de partido en Cazorla y sobre todo a Jaén. Allí recalaban en la prisión provincial o en las prisiones militares habilitadas en los conventos de santa Úrsula y santa Clara. También en este mes regresaban algunos de los que habían conseguido pasar a Francia. Tras cruzar la frontera fueron inmediatamente detenidos.[36] Por último, muchos de los soldados quesadeños que no consiguieron regresar a Quesada seguían penando en campos de concentración o de trabajo.

A final de mes apareció el cadáver de un muchacho muerto al parecer “al caer por un voladero en la Presilla.” Se investigaba si era o no fruto de un accidente. También por esos días de finales de mes el comandante militar de Quesada solicitó al alcalde “los necesarios medios de locomoción” para que la “comisión de señoritas” que recaudaron el oro en la colecta iniciada en mayo, lo pudieran transportar a Jaén. El vehículo solicitado debía tener capacidad para las 6 señoritas “(más) dos caballeros que habrán de representarlas”.[37]

El comandante militar al alcalde de Quesada. A.M.Q.


Agosto de 1939

La comitiva para la entrega del oro partió de Quesada en la madrugada del 2 de agosto. Iba más gente de la prevista, por lo que se utilizó un camión. Lo que ocurrió lo cuenta el alcalde al gobernador civil en telegrama de aquel mismo día cuyo texto se conserva en el archivo municipal. Dice el alcalde que “a consecuencia un mal viraje a unos 200 metros del vecino pueblo de Peal de Becerro” el camión cayó por un puente. Resultaron muertas las seis señoritas de la comisión: Isabel Rodríguez, Carmen García Carriazo, Encarnación Vives, Ambrosia Segura, Luisa Jiménez y Regina Tirado, así como el conductor Francisco Sánchez Soria y Salvador Sánchez Pérez. Resultaron heridos graves el veterinario Bernardo Aguilera y Andrés Parra. Y heridos menos graves Antonio González de Mendoza, comandante militar, el médico Ángel Segura, el soldado de la policía militar José Ortiz Burgos y Dolores Acuña Navarrete.

La conmoción fue grande. Al entierro asistieron las autoridades provinciales. Como en el accidente resultó herido uno de los veterinarios del pueblo, Bernardo Aguilera, el alcalde solicitó al alférez de la policía militar que concediera la “prisión atenuada” al otro veterinario, Rafael Ortiz, preso en la iglesia del Hospital, a fin de que pudiera ejercer la inspección veterinaria municipal y “la asistencia facultativa al ganado.”

Aquel terrible verano fue triste incluso para los vencedores. No hubo 15 de agosto ni ferias. Entre otras razones porque no había Virgen, desaparecida en 1936.[38] El escultor Jacinto Higueras estaba en la tarea de realizar una nueva imagen, la actual, que entregó en 1940.

El día 21 de agosto Antonio Ortiz Jiménez, alias Bergante, presentó  en Auditoría de Guerra de Sevilla una denuncia contra Rafael Zabaleta. Le acusaba entre otras cosas de haber saqueado y contribuido a la destrucción del patrimonio religioso de Huéscar y Guadix cuando en 1938 fue delegado la Junta del Tesoro Artístico en la zona. A Zabaleta no le llegó la noticia pero la maquinaria judicial militar se puso en marcha.

Septiembre de 1939

A primeros de mes, el día 9, se inscribió en el Registro Civil la muerte de las siete personas asesinadas el 23 de septiembre de 1936. También la de Visitación Morán, la hermana del prior. No se registró la de Antonio Toral, tío político de Zabaleta cuya muerte no consta en ningún documento público. Toral volvió a Quesada tras muchos años de ausencia en septiembre de 1936. Fue un personaje extraño, de una gran ascendencia sobre la FAI y Juventudes Libertarias locales. Su asesinato, a la vez que el de  Visitación Morán, se produjo en un contexto oscuro y difícil de desentrañar, por alguna facción o sector anarquista del pueblo.

La FEDA, Fuerzas Económica de Andalucía S.A., la compañía eléctrica fundada en Quesada y que abastecía a la comarca, había vuelto al control de sus antiguos propietarios. Las reuniones de su consejo de administración ya no tenían lugar en Quesada sino en Madrid, nueva sede social, o en Barcelona, residencia de los principales accionistas. En esta ciudad, el 8 de septiembre, el ingeniero y director Julio Hernández presentó al consejo un informe sobre el estado de la sociedad tras “el periodo marxista”. Las instalaciones estaban en perfecto estado y funcionando con normalidad. Solo la línea de Sotana a Huesa y otra arrendada en Cazorla fueron desmanteladas por los rojos llevándose el material. También habían sufrido daños las choperas y plantones de Béjar. La situación económica de la compañía era buena, aunque había importantes cantidades bloqueadas en las cuentas de los bancos.[39]

El consejo de FEDA felicitó a Dámaso Rico por su gestión al frente de la explotación durante el “periodo rojo”. Fue “eficazmente secundado” por la mayoría del personal, que fue depurado en abril de 1939 relacionándose todos los empleados en un documento en el que se indicaba su conducta, paradero, si había sido detenido, etc. En este documento se dice que la empresa fue incautada “en los primeros meses” por “Organizaciones rojas (CNT), logrando el Sr. Rico, con la ayuda del personal, que dicha incautación fuese cedida a este y simulando durante algún tiempo esta situación, con conocimiento y aprobación de los principales consejeros, hasta que las circunstancias permitieron que la Empresa recobrase toda su personalidad legal".[40]

Quesada tenía aquel verano, según el padrón municipal, 11.339 habitantes. La subasta del aprovechamiento de la nieve de la sierra seguía siendo una fuente de ingresos municipales. El día 11 salió a concurso, por un tipo de 150 ptas., “el aprovechamiento de nieves en las torcas del monte público Poyo de Santo Domingo.”[41]

Pero de nuevo hay que referirse a la represión, el asunto que absorbía casi completamente los desvelos de las autoridades civiles y militares. Se producen las primeras condenas, inusualmente rápidas.[42] La gran mayoría de los presos esperó largos meses en las cárceles, en condiciones terribles. La denuncia contra Zabaleta, que él seguía ignorando, avanzaba. El día 24 Auditoría de Guerra de Sevilla la remitía a la de Jaén para que se nombrase juez instructor.

Octubre de 1939

El primero de octubre se celebró la fiesta de la Exaltación del Caudillo a la Jefatura del Estado. Un par de días después el alcalde remitió al Ministro de la Gobernación un telegrama rogando transmitiese “ferviente adhesión autoridades, organismos públicos, F.E.T. y de las J.O.N.S., funcionarios todas clases y pueblo en general, a nuestro Caudillo Salvador Patria (…) ofreciéndole disciplinada subordinación para ayudar entusiasmo y sacrificio ingente tarea levantar España hacia Dios y hacia el Imperio”.[43]

Esos días no había pan en Quesada. En carta del día 5 a la comisión Harinero-Panadera de Jaén el alcalde da cuenta de que la fábrica Santa Rosa de Linares, “pretextando no tiene trigo”, ha dejado de servir harina a los panaderos del pueblo “lo cual origina que la población lleve unos días sin pan”.

En lo tocante a la represión, continúa “con normalidad”. El día 10, desde Guadalajara donde era párroco de la Iglesia de San Nicolás, Ángel Morán, ratifica y amplía “las denuncias que presentó (a finales de mayo en Quesada) en número de cinco o seis” Aporta nuevos “datos” y nombres de implicados, incluso de sucesos ocurridos cuando él no estaba en Quesada y que no conoció personalmente.[44] El 30 de octubre, la Auditoría de Guerra de Jaén remitió la denuncia contra Rafael Zabaleta al juzgado militar número 7 de Jaén.

Muchos quesadeños andaban repartidos por todo el país penando en campos de concentración o de trabajos forzados. Es difícil precisar cuántos. En su mayoría eran soldados y oficiales del Ejercito Popular de la República que no habían obtenido informes suficientemente favorables desde el pueblo. Cualquier antecedente izquierdista o republicano, de ellos o de sus familiares, era suficiente para que se considerara su conducta como mala o “regular”. Teniendo en cuenta que se movilizaron 28 reemplazos, desde 1915 hasta el primer trimestre de 1942, y que el pueblo tenía 11.000 habitantes, no resulta exagerado calcular como más bien cercanos a los 2.000 los quesadeños incorporados a filas. Buena parte de ellos seguía presa en este otoño.

En el archivo municipal, en la correspondencia de 1939 y primeros meses de 1940, se conservan unos cien informes de la alcaldía con destino a los campos de concentración y trabajo.[45] Había quesadeños en los campos de concentración de Benalúa de Guadix y Bacor en Granada, de Miranda de Ebro, Reus, Corbán en Santander, etc. Los campos de trabajos forzados, llamados batallones de trabajadores, también estaban repartidos por toda España: Navarra, Rentería, Mallorca, Benafer (Castellón), Navalperal (Madrid), incluso en Marruecos (Tetuán, Rincón de Medik, Segangán…). No obstante, eran más numerosos los quesadeños en los campos andaluces: Batallón de trabajadores nº 132 de Tarifa, 101 de Guadiaro, 133 de Lora del Río, 4 de Almoraima, 9 de San Roque. Los presos se dedicaban a construir fortificaciones en el Pirineo o en la parte del Estrecho, en previsión de una posible invasión aliada que nunca se produjo. También los dedicaban a las obras públicas,[46] como el Canal del Bajo Guadalquivir, conocido como Canal de los Presos.

Si bien los detenidos dedicados a trabajos forzados fueron al principio soldados, poco a poco fueron incorporándose personas condenadas en los consejos de guerra. No solo los declarados “culpables”. No era infrecuente que a presos a los que, ni siquiera con los absolutamente laxos criterios de la época, se les había acreditado nada parecido a un delito, el auditor militar estimase que, no obstante, por sus antecedentes políticos, debían pasar 12 meses en campos de trabajo. Fue el caso de Manuel Salas Conde, el que fue ideólogo de la CNT local en los primeros años de la República. Absuelto de su proceso por auxilio a la rebelión, el auditor militar estimó que “si bien no ha tomado parte en la realización de hechos que revistan caracteres delictivos, es procedente dada su actuación general y antecedentes políticos y sociales su ingreso por 12 meses en un batallón de trabajadores”[47]

Oficio del juez municipal Vicente Lara al juez de instrucción.
Último documento de la República en Quesada
I.E.G.


Noviembre de 1939

Rabel Zabaleta, ignorante de la denuncia que contra él se había presentado en Sevilla y que había puesto en marcha la maquinaria judicial militar, había marchado a Madrid intentando reanudar su carrera artística. El día 8 de noviembre el juez militar nº 7 de Jaén abrió contra él proceso sumarísimo de urgencia, dictando prisión preventiva y recabando informes al puesto de la Guardia Civil de Quesada. El sargento Ciriaco Moya hizo averiguaciones y remitió al juez militar un escrito comunicando que no estaba en Quesada. El juez mandó apresarlo.

La mayoría de los presos de Quesada ya han sido trasladados a las cárceles de Cazorla y Jaén. Pero no solo allí. Hay presos “preventivos” quesadeños a la espera de consejo de guerra en cárceles de toda España: Porlier en Madrid, Tarragona, Gerona, Alcalá de Henares, Segovia, etc. La situación en las cárceles es terrible: hacinamiento, hambre, enfermedades… En el archivo municipal y en los expedientes judiciales del archivo militar de Sevilla hay más de 300 informes sobre conducta y antecedentes de estos presos.[48]

Son meses oscuros, y no solo en un sentido metafórico, también en el literal. En el pleno del Ayuntamiento del día 24 de noviembre uno de los concejales solicitó que “se compre con urgencia bombillas para el alumbrado público por la carencia casi absoluta de alumbrado en las calles”.

Diciembre de 1939

El primer día del mes de diciembre es detenido Rafael Zabaleta en la pensión de la calle Caballero de Gracia en la que vivía en Madrid. Es conducido a la D.G.S. de la Puerta del Sol y desde allí a la cárcel de la calle del Barco. El día 13 el director de la prisión informa al juez militar que Zabaleta ha sido entregado a fuerza pública para su traslado a Jaén. Ingresa en la prisión provincial el día 17.

La actividad municipal no es mucha. Se reconstituye la Junta Municipal de Beneficencia, se consignan 10.000 ptas. para construir un cementerio en Belerda, se adjudica sin subasta el arriendo de arbitrios municipales… Toda la plantilla de funcionarios municipales ha pasado por un proceso de depuración a fin de determinar su conducta durante “la dominación marxista”. El 12 de diciembre se readmite a 28 de ellos. Otros, como el secretario municipal Antonio Sirvent Cerrillo, voluntario en la aviación republicana donde llegó a capitán, son apartados del cargo. En el expediente que se le abrió consta que no se ha presentado y que no hay, por tanto, alegaciones al escrito acusatorio. Estaba en la cárcel de Murcia.[49] El día 30 se aprobó la plantilla definitiva del Ayuntamiento con los readmitidos, cesados, los nuevos designados…[50] Todos los funcionarios públicos, especialmente maestros y profesores, padecieron la depuración. También los trabajadores quesadeños de Correos, Telégrafos y empresas como Telefónica, CAMPSA o la FEDA.

Los presos continuaban su calvario y seguía el goteo de sentencias con las primeras cadenas perpetuas. Continuaban las denuncias y las detenciones. Julián Pérez fue detenido por denuncia de un conocido falangista que lo acusaba de haber pertenecido a los niños de la noche,[51] cuerpo de guerrilleros del ejército republicano al que se perseguía con especial saña a causa de la espectacularidad y éxito de alguna de sus acciones (liberación de presos del castillo de Carchuna, por ejemplo).

A mediados de mes, un antiguo soldado de Belerda que se había pasado a los nacionalistas, presentó una denuncia en el puesto de la Guardia Civil de Huesa, de quien a efectos de orden público dependía la aldea. No se refería la denuncia a un hecho o persona concreta, sino que es más bien una especie de causa general sobre todo lo sucedido allí durante la guerra, detallando acusaciones contra 14 personas. Al caer la tarde del día 22 la Guardia Civil se presentó en Belerda, detuvo a 10 de los mencionados (los otros cuatro ya estaban en la cárcel) y los trasladó a Huesa, donde fueron interrogados y quedaron presos.[52] Ese mismo día Rafael Zabaleta fue puesto en libertad atenuada y regresó a Quesada.

Enero de 1940

A principios de año se reconstruyó la Cruz del Humilladero, destruida en 1936. A pesar de que la libertad condicional de Zabaleta le obligaba a permanecer en Quesada, salió del pueblo viajando por Granada, Madrid, Valencia… recabando avales para su proceso militar.

Algunos presos fueron liberados de los campos de trabajo, pero al volver a Quesada fueron nuevamente denunciados y nuevamente detenidos.[53] Otros presos son trasladados estos días desde cárceles de distintos puntos del país hasta la de Jaén, donde se les sigue causa militar.[54] También avanzaban las depuraciones y la separación de funcionarios.[55] Perdido entre los muchos papeles del archivo municipal referidos a la represión hay uno sobre salud pública. El día 11 de enero la Jefatura Provincial de Sanidad ordenaba al Ayuntamiento que se procediera a “la vacunación total de los vecinos de Belerda ante los casos de viruela existentes”[56]

Es tan mala la situación de los presos que algunos mueren en la cárcel. Son conocidos los casos de personajes famosos como el de Julián Besteiro, muerto en la cárcel de Carmona, o el de Miguel Hernández en la de Alicante. Pero también algunos quesadeños sufrieron esta suerte. El 24 de enero murió en la prisión provincial “a causa de peritonitis” el belerdeño Vicente Morillas. No fue el único.[57]

Febrero de 1940

Continuaron los consejos de guerra. Hasta el momento la mayor pena impuesta era la cadena perpetua; en febrero hubo dos.[58] Las primeras sentencias de muerte no llegarían hasta el mes de mayo, y las primeras ejecuciones en septiembre. Justo un año después, el 12 de febrero de 1941, fueron fusilados 10 quesadeños en el cementerio de San Eufrasio de Jaén. Así hasta 18. Otros 7 murieron en la cárcel, la mayoría de caquexia, según el diccionario R.A.E. ”estado de extrema desnutrición producido por enfermedades consuntivas”. Otros presos tuvieron más suerte y sobrevivieron, como fue el caso de Juan de Mata Carriazo, que tras pasar 9 meses en prisión fue puesto en libertad el día 14. Este mes de febrero la alcaldía de Quesada emitió informes sobre más de 50 presos. Los destinatarios fueron jueces militares, la Comisión Especial de detenciones y Encarcelamientos de Jaén y también campos de concentración y de trabajo. Resulta sorprendente comprobar cómo algunos de los informes eran favorables y destacaban que el preso no tenía antecedentes políticos, incluso que “se le puede considerar adicto a la causa Nacional”. Es una buena muestra de la ciega fiereza de la represión el que incluso algunos de “los suyos” llevaran casi un año de trabajos forzados.

Rafael Zabaleta acumuló una gran cantidad de avales favorables. Su denunciante se desdijo y Zabaleta fue absuelto. Tuvo, no obstante, que bregar con otro proceso judicial abierto por el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Este tribunal actuaba al amparo de la Ley de Responsabilidades Políticas publicada en el BOE de 13 de febrero de 1939. El objetivo de la ley era imponer sanciones económicas, multas y confiscaciones de bienes a todos aquellos que “contribuyeron con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja”. Aunque a principios de año ya estaban en marcha estos procesos, hasta mayo no empezó el tribunal a pedir a la alcaldía informes de los encartados. En todos ellos se especifica si figura o no en las listas de contribuyentes, especialmente en las de contribución rústica y urbana, a fin de determinar si tenía bienes de cualquier tipo. Algunas de las multas fueron sonadas.[59] Solo en el mes de mayo se atendieron 26 solicitudes de informes. Todos los procesados en los tribunales militares fueron sometidos a responsabilidades políticas, incluidos los fusilados.

En el mes de febrero de 1940, según datos del registro Civil amablemente facilitados por el juez municipal Antonio Torrente, hubo en Quesada 17 muertos por viruela. La mayoría en Belerda. Allí la situación era trágica. La noche del 1 al 2 de febrero se ahorcó en la cámara de su casa una mujer madre de 9 hijos y casada con uno de los detenidos en la redada del día 22 de diciembre, que seguía preso en Huesa. Esta horrible desgracia movió al alcalde de barrio y al jefe de Falange de Belerda a mandar una petición desesperada de auxilio al alcalde de Quesada.

En la carta que le dirigen el día 3 le informan que son bastantes las familias “que carecen de todo medio de alimentación encontrándose como es consiguiente expuestos a sucumbir de inanición”. Refiriéndose a los hijos de la mujer suicidada le piden que “viera Vd. el medio si es posible colocar en algún asilo a cuatro o cinco de ellos como uno de pecho de 4 meses que no sabemos como se puede criar”. Le aclaran que el padre “se halla detenido en Huesa y mientras esté en esa situación no puede atender en nada a sus desgraciados hijos”. Además, continúan, hay “otro individuo (…) de 72 años en igual estado, sin numerar algunas viudas con tres y cuatro hijos que también carecen de todo”.[60]

El alcalde y presidente del Consejo Municipal Ramón Segura Úbeda, fusilado en el cementerio de San Eufrasio de Jaén el 14 de febrero de 1941, había gestionado con la Subpagaduría del Ejército de Tierra la pensión de bastantes viudas de guerra y padres de soldados muertos o desaparecidos. Con la derrota de la República dejaron de pagarse estas pensiones. La carta en cuestión termina diciendo: “los que suscriben suplicamos a Vd. haga todo lo posible por socorrer con los medios que estén a su alcance a los desgraciados de esta aldea”. No he encontrado documentos que aclaren si el alcalde de Quesada atendió o no la desesperada súplica. Esto era en Quesada, febrero de 1940, a un año de la Victoria.  

Anotación en el libro de registro de salidas de correspondencia.
Año de la Victoria
 A.M.Q.





[1] Ramón Álvarez Uclés, herido, es capturado en el hospital de Gerona en el momento de su ocupación y trasladado al campo de concentración de Reus. Expediente I.E.G. l_89_3588.

[2] Expediente I.E.G. I_112_4637. Medardo Laínez en su inédita “Cazorla Roja” cuenta que el día 10 llegó a Cazorla un convoy de detenidos procedentes de Jaén que ingresaron también en la cárcel de partido. El día 16 el Ayuntamiento de Cazorla remitió un telegrama de adhesión al Consejo de Defensa Nacional casadista.

[3] Archivo Municipal del Quesada (A.M.Q.) Registro de salidas de correspondencia.

[4] Expediente I.E.G. l_145_6241

[5] “En la cuna del hambre. Recuerdos de un quesadeño” Eloy Revueltas Cruz. Editado y publicado por el Ayuntamiento de Quesada y la Diputación Provincial. 2011”

[6] Expediente I.E.G. I_243 10132. A pesar de todo y dado que, aun a su pesar, había sido oficial del Ejército Popular de la República, se le siguió procedimiento sumarísimo del que resultó absuelto.

[7] Medardo Laínez. Op. cit.

[8] Expediente I.E.G. l_280 11414

[9] Esta fuerza se creó en los últimos meses de la guerra para “recuperar” y devolver al frente a los soldados que, con una u otra excusa, abandonaban las unidades refugiándose en la retaguardia. Su existencia en Quesada está acreditada por oficio de 17 de marzo que le dirige la alcaldía al Destacamento de Recuperación de Quesada, en la que requiere que una pareja de soldados “presten auxilio al agente de vigilancia (policía sin uniforme) que se encuentra en esta con una misión especial de la subcomisaría de Cazorla” Se trataba seguramente de las detenciones antes mencionadas. A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia.

[10] Op. cit. Pág. 110

[11] Víctimas. Jaén en guerra, (1936-1950). SANCHEZ TOSTADO Luis Miguel. Jaén : Patronato Municipal de Cultura, Turismo y Fiestas, Servicio de Publicaciones, 2005. Páginas 327-330.


[12] Eloy Revueltas también menciona esta manifestación, pág.111: “un grupo numeroso de paisanos –sobre todo paisanas- perdieron la voz gritando incansables por las calles la “victoria” y el nombre del vencedor”.

[13] En el archivo militar territorial segundo de Sevilla se conserva el expediente judicial abierto para este suceso. Ha sido digitalizado por el Instituto de Estudios Giennenses, referencia I_281 11429.

[14] En un documento posterior, conservado en el A.M.Q. se dice: “a la liberación del pueblo”, refiriéndose al 29 de marzo. Dámaso Rico, de la FEDA, también se refiere en su declaración al juez militar a la "liberación" previa a la entrada de las tropas. Expediente I.E.G.  l_22 806.

[15] Op. cit. Pág., 112.

[16] Baltasar Fernández fue denunciado y detenido al día siguiente de su regreso. Expediente I.E.G.  l_74 2973.

[17] A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia. 4-4-39.

[18] A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia. 15-4-39.

[19] Valga para acreditar esta afirmación que de los casi 900 documentos de correspondencia municipal que se han consultado, apenas 80 se refieren a asuntos administrativos. El resto son informes de conducta y antecedentes, correspondencia con policía militar, etc.

[20] Al menos en el expediente de dos procesos militares se da como fecha de detención el día primero de abril. Juan de Dios González y Gabriel Guijarro. Expedientes I.E.G.  l_0532_18203 y l_0561_18768

[21] Las fichas de acusación no se archivaron juntas en un solo expediente, sino mezcladas con otros documentos incluso posteriores. Este número de 23 se refiere a las que he localizado, pero deben ser más. De hecho están numeradas y una de las localizadas tiene el número 25.

[22] Referencia  AGMAV 1260, 27.

[23] A causa del estado de Alarma no tengo a mano la obra de Eloy revueltas y no puedo citar página ni reproducir texto.

[24] A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia. 23-5-39.

[25] La historia de Francisca Plaza y Juan de Mata Vílchez fue publicada en un artículo firmado conjuntamente con Luis Garzón Cobo en  la "Revista de Información y Cultura- Feria y Fiestas 2018" de Quesada: “Juan de Mata Vílchez en el recuerdo”.

[26] A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia. 2-6-39.

[27] La denuncia y detención de Fabiana Munuera la llevan a cabo elementos de Falange. El atestado es firmado por el jefe local accidental de información de Falange, asistido por el secretario del juzgado.  Expediente I.E.G. l_308 12525.

[28] Detenido a finales de julio de 1936, fue trasladado junto a otros 20 quesadeños presos a Jaén. Desde allí hasta Alcalá de Henares en el primero de los trenes llamados de la muerte (11-8-1936). A primeros de 1937 y tras un breve paso por la cárcel madrileña de Porlier, fue juzgado y absuelto por el Jurado de Urgencia para los expedientes de Alcalá de Henares. Puesto en libertad, consiguió pasarse a la zona franquista y regresar a Toledo.

[29] La muerte de Visitación Morán y Antonio Toral coinciden, y seguramente son en parte causa, con la crisis política que supuso en la práctica el fin de los “meses revolucionarios” y de la hegemonía de CNT en el pueblo.

[30] Al menos tres de ellas están incluidas en procesos judiciales de distintos presos (expedientes I.E.G.   l_0403_15166, l_0403_15166 y l_113_4732). Se refieren a la “persecución” sufrida por él en los años de la República, a la quema de los libros parroquiales y de su biblioteca particular, así como a los registros de la casa rectoral y la parroquia, a su traslado a la fonda y posterior detención.

[31] Fue el caso de Clemente Cifuentes, al que Morán acusó, entre otros muchos, de participar en la muerte de su hermana y de planear su propio asesinato, lo que evidentemente no se produjo: “Acuso, por consiguiente, al Clemente Cifuentes, como inductor y organizador de mi asesinato.”

[32] Notificación de multa a Francisco Malo por firmar a favor del detenido Francisco Ortiz. Documento facilitado por la familia.

[33] A.M.Q. Relación nominal de contribuyentes indicando la cantidad aportada. 20-6-1939

[34] A.M.Q. Carta de la alcaldía de 26-7-39.

[35] Luis Garzón Cobo y Vicente Ortiz García. Op. cit.

[36] Expediente I.E.G. l_105_4306. Eugenio Moreno Amores, p. ej., detenido e ingresado en el campo de concentración de Corbán, en Santander.

[37] A.M.Q. Carta del comandante militar a la alcaldía de 26-7-39.

[38] “Historia de Quesada. Desaparición de la Virgen de Tíscar. Julio 1936.” https://historiadequesada.blogspot.com/2019/05/desaparicion-de-la-virgen-de-tiscar.html

[39] Actas del Consejo de Administración y Junta de Accionistas de Fuerzas Económicas de Andalucía S.A. Archivo y fondo histórico de ENDESA.

[40] Causa General. Pieza 11. Jaén. 18107254.

[41] Edicto publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de 28-8-39.

[42]  Expediente I.E.G. l_284 11550. Antonio Morata, condenado a 12 años de cárcel.

[43] A.M.Q. Telegrama de 3-10-39.

[44] Expediente I.E.G. l_290 11844.

[45] Son los que he podido localizar. Por la forma de archivar seguramente hay más, correspondientes a 1939, entre la documentación de años posteriores. También es muy posible que  en muchos casos no llegaran a emitirse informes o que no se archivaran.

[46] Como curiosidad es destacable la vereda que los presos vascos confinados en Padul (Granada) construyeron en la sierra del Manar. Sigue siendo conocida como “camino de los gudaris” y es hoy día muy utilizado por senderistas que a menudo desconocen su origen.

[47] Expediente I.E.G. l_114_4773
 
[48] Se refiere esta cifra, como casi todas las mencionadas en este trabajo, a documentos que he conseguido  localizar. El total real debe ser bastante mayor

[49] Expediente de depuración conservado en el A.M.Q.

[50] Plenos del Ayuntamiento de 12-12-39 y 30-12-39. A.M.Q.

[51] Expediente I.E.G. l_0352_13854

[52] Expediente I.E.G. l_0505_17618.

[53] Expediente I.E.G. l_136_5806. Tomás Guijarro Cerrillo fue detenido el 6 de enero al volver del batallón de trabajadores nº 51.

[54] Expediente I.E.G. l_136_5806. Jesús Martínez Gallardo, desde Santa Bárbara, en Alicante.

[55] Salvador Rodríguez es separado del cuerpo de funcionarios de prisiones. BOE 18-01-1940

[56] A.M.Q. Correspondencia recibida. 11-1-40.

[57] Expediente I.E.G. l_54 2137.

[58] Francisco Carruana y Pedro Martínez. Expedientes I.E.G. l_290 11844 y l_278 11347.

[59] El industrial Carlos Sánchez, que había sido miembro y secretario local de Unión Republicana, fue multado por el Tribunal Regional de RR.PP. de Granada con 3.000 ptas. BOE de 7 de enero de 1942.

[60] Carta de Ildefonso Campos, alcalde de barrio de Belerda y de Rosauro Galán, jefe de F.E.T. y de las J.O.N.S. en la aldea al alcalde de Quesada, Jaime Palop. A.M.Q. 3-2-40.