Foto aérea de Quesada en los años 40. (foto Centro Nacional de Información Geográfica) |
Tras la batalla del Ebro y la Conferencia de Munich, donde
Inglaterra y Francia dejaron claro que no tenían ninguna intención de
enfrentarse a Hitler, la República tenía perdida la guerra. 1939 llegó con la
ofensiva franquista en Cataluña. Ese mes de enero se movilizaron las últimas
quintas, la del saco y la del biberón, los “viejos” y los “críos”. En febrero
el ejército franquista alcanzó la frontera con Francia. Algunos soldados
quesadeños consiguieron cruzarla; otros que convalecían de sus heridas en la
retaguardia de Cataluña fueron capturados y pasaron de los hospitales a los
campos de concentración.[1]
La desmoralización y el desánimo se extendían día a día. Los
quintacolumnistas, hasta entonces camuflados, cada vez estaban más crecidos.
Aumentaban las deserciones. Algunos, para no ir al frente, se escondieron en la
sierra esperando el final. Según rumores, unas muchachas habían visto
despeñarse a un hombre en la Cueva del Agua. En Quesada apenas quedaban hombres
en edad militar, pero estaba repleta de evacuados. A los primeros, procedentes
de Córdoba y que llegaron en 1936, se fueron sumando otros de Teruel, de
Málaga… En el santuario de Tíscar y en el cortijo de Santa Cruz, incautado por
la CNT y UGT, se habilitaron asilos para huérfanos de guerra. El 22 de febrero
murió don Antonio Machado al otro lado de la frontera, en Colliure. La tristeza
de su muerte en el exilio simboliza la tragedia de la República y de sus
defensores.
Marzo de 1939
La crisis y el deterioro político de las últimas semanas de
la República culminaron con el golpe de estado del coronel Casado, que derribó
el gobierno de Negrín. En Quesada, el golpe se manifestó el día 17 en las detenciones
de personas seguramente cercanas al PCE y a la JSU, que siguieron apoyando al
Gobierno. Inexistente al inicio de la guerra, hay bastantes indicios de que, al
igual que en el resto de la provincia, el partido comunista tuvo un importante
crecimiento desde 1937, al abrigo de UGT y de las citadas Juventudes
Socialistas Unificadas. Los detenidos del día 17 fueron trasladados por fuerzas
de Asalto a la cárcel de partido en Cazorla, y seguramente allí les cogió la
llegada de las tropas ocupantes.[2]
Este deterioro político de la retaguardia republicana tuvo
también una manifestación puramente local. CNT había controlado completamente
el pueblo durante los primeros meses de la guerra y fue siendo progresivamente
apartada del poder, más o menos desde la creación del Consejo Municipal en
enero de 1937. Su relación con la ahora dominante UGT, integrada por militantes
socialistas y comunistas, se fue deteriorando. En este mes de marzo de 1939 se
llegó a la ruptura total. El día 24 CNT remitió al alcalde Ramón Segura un
escrito por el que retiraba su confianza a todos los afiliados que siguieran
ostentando cargos en el Consejo Municipal y demás organismos públicos. A pocos
días del final de la guerra poca importancia práctica tuvo la medida más allá
de explicitar su largo desencuentro.[3]
Junto a la descomposición política, o quizás acelerada por
ella, se produjo la militar. El día 26 los franquistas rompieron el frente de
Córdoba y, según el Parte Oficial de Guerra, se entregaron batallones
completos. El capitán Emilio Magaña, al frente de su compañía de ametralladoras
de la 25 Brigada Mixta, se entregó en Pozoblanco, iniciando su largo periplo
por campos de concentración.[4] Cuenta Eloy Revueltas en sus memorias que por
aquellos días “empezaron a llegar al pueblo soldados
hambrientos y comidos por piojos, con los pies deshechos de caminar días y
noches, huyendo de los vencedores y con el acicate de llegar cuanto antes a sus
hogares”[5]
El día 28 los franquistas entraron en Madrid. El frente sur
se hundió completamente y los vencedores alcanzaron Andújar. Aunque no llegaron
a Jaén, Linares y Úbeda hasta la mañana del día 29, en la tarde y la madrugada
del 28 al 29 acabó todo en la provincia y en Quesada.
En el caos de aquellas horas, un grupo de partidarios
franquistas se hizo con el control de la Comandancia Militar de Úbeda. Entre
ellos estaba el cazorleño Lorenzo Polaino, destinado en el servicio jurídico
militar. Desde allí, según declaró al juez militar meses después, “usando de
teléfono con título supuesto dio órdenes a las alcaldías de Cazorla, Quesada,
Beas de Segura, Villacarrillo y otras para conseguir el mantenimiento del orden
público y la entrega del poder a los elementos significados de derechas, como
así pasó…”[6] La
misma versión se encuentra en las memorias del también cazorleño Medardo
Laínez: “En la tarde del día 28 y asistido por un grupo de incondicionales,
Polaino se constituyó en Comandante Militar de la Plaza, ordenando desde allí
el relevo de las autoridades rojas de todos los pueblos de la provincia,
situados al Este de Úbeda”. Relata Laínez a continuación la ocupación del
Ayuntamiento de Cazorla por adictos a los vencedores.[7] En
Peal ocurrió otro tanto según declararon las nuevas autoridades locales al juez
militar. El alcalde republicano Matías Sánchez “hizo entrega de sus poderes a
una improvisada Gestora de Falange” encabezada por Rafael del Real,
“colaborando con ella al mantenimiento del orden”.[8]
No queda registro de que se produjera en Quesada esa llamada
telefónica de Polaino, pero sí se conserva en el Archivo Municipal un telegrama
del Comandante Militar de Úbeda al alcalde (28 de marzo a las 20,30 horas):
“Con las fuerzas de cualquier clase a sus órdenes de esa plaza procurará
mantener el orden público en la misma a todo trance haciéndole personalmente responsable de toda
alteración que se produzca o actos violentos que pudieran acontecer”. Decía
Laínez que la llamada telefónica a Cazorla se produjo hacia las 22,30. Es muy
posible que en Quesada y tras el telegrama, también se produjera la llamada
instando directamente a la entrega del poder. Las fuerzas a las órdenes del
alcalde a las que se refería el telegrama no eran escasas: policía municipal,
guardería rural, destacamento de Asalto e incluso algunos soldados del
destacamento de Recuperación.[9] Pero
no llegaron a usarse. Simplemente se dejó hacer a los franquistas locales.
Pero antes de que amaneciera el día 29 sucedieron otras cosas
inquietantes y desacostumbradas. Cuenta Eloy Revueltas que a media noche “(la carretera que cruza el pueblo) despertó sobresaltada
con aquella invasión de motores rugiendo cuesta arriba (…) con la luz apagada,
se entreabrieron tímidamente ventanas para ver aquel desfile interminable de
camiones y coches. ¿Adónde iban? ¿Qué estaba ocurriendo?”[10]
Sin duda lo que estaba ocurriendo es que atravesaba el
pueblo la columna de camiones que organizó el diputado socialista Peris Caruana
en Jaén. Según Sánchez Tostado, ante la inminente caída de la ciudad
“representantes de ambos bandos parlamentaron". Se aceptó el encuentro a
fin de "evitar derramamiento de sangre". Se reunieron en el gobierno
civil y pactaron la "evacuación de 200 responsables políticos socialistas
que pensaban dirigirse a los puertos de Almería y
Alicante donde debían embarcar con destino al exilio (…) El diputado Peris
confió en las promesas de los oficiales franquistas, los cuales pusieron a su
disposición los camiones precisos para trasladar a 200 dirigentes (responsables
republicanos, sobre todo socialistas) con la condición de circular por una ruta
previamente establecida por la Junta Nacionalista, la carretera que conduce a
Almería a su paso por Baza (…) a la altura de Baza la expedición fue
interceptada por escuadras falangistas, previamente alertadas, siendo fusilados muchos de ellos de inmediato en Granada y
otros inmediatamente a su regreso a Jaén, si bien algunos se batieron en
retirada desperdigándose por campos y caminos."[11]
Esa noche de los camiones, y según las memorias inéditas de
Francisco Ortiz, en el local de la FEDA, junto al Ayuntamiento, se hizo y
colocó en la fachada una bandera nacionalista con bombillas pintadas de color.
Al amanecer un grupo de personas, la mayoría mujeres, se echaron a la calle con
una bandera que habían cosido por la noche con retales. Ocupan la carretera a
la altura de la entonces casa de Correos. Sus vítores y cánticos resuenan por
el pueblo.[12]
Pero la mañana del día 29 de marzo conoció el pueblo otra
trágica noticia. A media mañana, en la carretera de Peal, en el barranco de los
Huedos, un muchacho encontró en la cuneta un objeto extraño y se lo acercó a su
tío, que estaba un poco más arriba con el ganado. Resultó ser una granada o
bomba de mano que explotó mientras la manipulaba. Juan Antonio Marín Moreno
resultó muerto y su sobrino, Alejandro López López, gravemente herido en un
brazo, que posteriormente hubo que amputarle. A las cuatro de la tarde el juez
municipal Vicente Lara levantó el cadáver. Se hizo la autopsia el día 30. El
oficio de Vicente Lara remitiendo las diligencias formadas al juzgado de
instrucción de Cazorla, el día 1 de abril, es el último documento oficial de la
República en Quesada.[13]
Telegrama del comandante militar de Úbeda al alcalde de Quesada. 28-3-39. A.M.Q. |
Abril de 1939
La
República dejó de existir de facto en Quesada la madrugada del 29 de marzo,[14] pero
las tropas ocupantes se hicieron esperar. Hubo un impás de varios días en los
que el pueblo vivió una situación un tanto ambigua. Según cuenta Francisco
Ortiz en sus citadas memorias inéditas, se formaban grupos de personas que
bajaban a la entrada del pueblo a esperar a las tropas:
̶ “¡Ya
vienen por Peal! ̶ dice uno; otro dice
que ve como camiones por el Llano de las
Canteras.
̶ ¡No, parece que tardarán!
Y por fin alguien comenta que dormirán en Peal y que vendrán
mañana. Al día siguiente se repite lo mismo, y así hasta una semana.”
Finalmente, el 4 de abril, entró en Quesada el 6º batallón
del regimiento de Infantería Granada nº 6. Se habilitaron como cuarteles varias
casas vacías, como la que actualmente tiene el número 17 de la Plaza y otra a
la entrada del pueblo, frente al antiguo cuartel de la guardia civil, que tuvo
uso mixto: cuartel y cárcel. Los oficiales se repartieron para su alojamiento
en casas particulares. Según Eloy Revueltas, uno de los lugares donde se
repartía el rancho a la tropa era la calle del Teatro, con la consiguiente
expectación del chiquillerío, no precisamente bien alimentado: “me divertía con
el espectáculo de los soldados recibiendo su ración y comiéndosela de pie,
apoyados en la pared del Teatro o sentados en la acera.”[15]
Con la llegada de los ocupantes se oficializó la Comisión
Gestora que se había hecho cargo del Ayuntamiento días antes. La presidía
Enrique Prats Preval, administrador de Correos de la estafeta de Quesada, cargo
en el que había sustituido en la primavera de 1936 a Juan Arroquia,
director general de Correos, por entonces ya exiliado en Francia.
También y de inmediato a todos los que, voluntarios o
forzosos en su reemplazo, habían sido
movilizados por el Ejército Popular de la República, se les confinó en los
campos de concentración de Higuera y Santiago de Calatrava. Estos dos pueblos,
que estuvieron en primera línea del frente y resultaron destrozados, fueron
rodeados de alambradas y llenados de soldados y oficiales que malvivían entre
las ruinas. En los campos de concentración los prisioneros eran clasificados
por sus antecedentes y conducta. Si recibían del pueblo informes favorables,
eran liberados más o menos rápidamente. Rafael Zabaleta, que había pertenecido
como delineante a la Comandancia Principal de Ingenieros del Ejército de
Andalucía, en Baza, pudo regresar a Quesada unos quince días después de su
ingreso en el campo.
A los liberados se les extendía un salvoconducto para que
pudieran regresar, por sus medios, a Quesada. Algunas veces no se libraron de
ser inmediatamente detenidos por las fuerzas locales al llegar al pueblo.[16] Los
que no recibían informes favorables o no lo suficientemente contundentes
pasaban a las prisiones militares, donde se les habría proceso sumarísimo, o
bien eran enviados a campos de trabajos forzados donde pasaban bastantes meses,
en algunos casos años.
También de inmediato los ocupantes se aplicaron en revertir
los cambios que desde 1936 se habían dado en el campo. Así, el mismo día 4
nombraron un administrador para las grandes fincas de la parte del Guadiana -Salón,
Hermosillas y Capellán- que funcionaban en régimen de colectividad.[17] El
día 12 se constituyó el Comité de Recuperación Agrícola y se publicó un bando
al efecto. La misión de este comité era la devolución a sus propietarios de las
tierras incautadas durante “el periodo marxista”.
El día 15 se citó a los maestros para que acudieran por las
tardes al Ayuntamiento y colaboraran en la retirada de dinero.[18] Se
recibía un resguardo de entrega para los billetes de emisiones anteriores al
18-7-1936 a
fin de ser canjeados por nuevos billetes franquistas. Los billetes republicanos
emitidos desde aquella fecha ya no los aceptaba nadie. En breve fueron
anulados.
Pero la principal actividad de los ocupantes, a la que
dedicaban la mayor parte de su tiempo, fue la represión.[19] Es
difícil precisar cuándo empezaron las detenciones, pero existen indicios de que
se produjeron incluso antes de la entrada de las tropas ocupantes.[20] De
ser así, las detenciones las efectuaron “elementos de Falange” armados que
actuaron por su cuenta, algo que sí esta documentado en todo el mes de abril.
De inmediato la cárcel o arresto municipal, en el edificio
del juzgado en la calle del Hospital, quedó pequeña. Los ocupantes habilitaron
como prisión la iglesia del Hospital, también una casa por debajo del juzgado,
que se utilizó para encerrar a mujeres, y la casa situada frente al antiguo
cuartel de la Guardia Civil que se ha citado anteriormente.
La policía militar de los ocupantes, al mando del alférez
Manuel Saavedra, efectuó numerosas detenciones por denuncia o indicación de
personas adictas. También efectuó detenciones la Guardia Civil y, como se ha
dicho antes, “elementos de Falange”. Estos falangistas eran del pueblo y sabían
a por quién ir. Para formalizar de alguna manera sus detenciones, el día 22 de
abril redactaron del tirón una especie de atestados en los que figuraba el
nombre de un denunciante, a veces el nombre de los falangistas que habían
procedido a la detención, y un esbozo de acusación.
Al día siguiente el presidente de la Gestora firmó otros
documentos que encabezaba con la frase “ficha de acusación correspondiente al
detenido en la cárcel de esta localidad, a virtud de orden de la Alcaldía”. He
localizado en el archivo municipal al menos 23 de estos informes y la mayoría
se refieren a las mismas personas que habían sido detenidas por falangistas.[21] Es
interesante destacar que el esbozo de acusación, normalmente una sola frase
lapidaria precedida de un “se le supone” o expresión similar, se repite en los posteriores
y sucesivos informes a jueces y policía militar, llegando en bastantes casos a
figurar en los hechos probados de las sentencias de los consejos de guerra. Estas
frases escritas “a la ligera” quedaron esculpidas en piedra y costaron a más de
uno años de cárcel o incluso la muerte.
Las detenciones que efectuaba la policía militar no las formalizaba
mediante documento, o estos no se conservan. Algunas semanas después los
militares solicitaron a la alcaldía informes sobre sus presos. Al igual que en
el caso anterior estos informes rápidos, de apenas unas líneas, prefijaron el
destino de los detenidos.
Administrativamente los presos dependientes de la tropa
ocupante constituían un campo de concentración. En un parte del Ejército del
Sur de fecha 22 de abril de 1939, localizado en el Archivo Militar de Ávila por
Carlos Hernández, autor de “los campos de concentración de Franco”,[22] y
que amablemente me ha comunicado, se dice que en Quesada existía un campo de
concentración, dependiente de la 22 División, con 200 prisioneros. Según cuenta
Eloy Revueltas,[23]
diariamente los presos eran sacados de la iglesia y conducidos a las eras de la
Tercia, donde estuvo la antigua piscina y actualmente se instala el ferial,
para que hicieran sus necesidades. No se facilitaba comida a los presos, que se
mantenían de lo que pudiera llevarles la familia o cederles un compañero.
A estos 200 presos que cita el documento del Archivo de
Ávila hay que sumar los detenidos “particulares” de Falange y Ayuntamiento, así
como los soldados encerrados en campos de concentración como el de Higuera y
Santiago de Calatrava o sus equivalentes en los lugares donde les cogiera el
final de la guerra. Estos presos se contarían por cientos Entre todos y a
finales de abril (no acabaron aquí las detenciones) el número de presos, de los
que frecuentemente dependía una familia para su sustento, era escalofriante.
Mayo de 1939
El día 4 de mayo tomó posesión la nueva corporación
municipal designada por el gobernador civil. Sustituía a la comisión gestora
que se hizo cargo provisionalmente del Ayuntamiento a primeros de abril. El alcalde
elegido por el gobernador fue el médico Juan Bautista Palop.
El día 6 se publicó, con autorización del Comandante Militar
de Quesada, un bando municipal sobre la suscripción nacional de recogida de oro
y alhajas al objeto de reponer las reservas del Banco de España, el famoso “oro
de Moscú” con el que la República financió la guerra y tan utilizado
posteriormente por la propaganda oficial. Del mismo día es el bando “sobre
represión de la blasfemia”.
El proceso de canje de billetes anteriores al 18 de julio de
1936 concluyó el día 22. Fueron enviados a los bancos de la ciudad de Jaén para
ser sustituidos por los nuevos billetes franquistas. Al día siguiente el
Ayuntamiento remitió a la Comandancia Militar “para su aprobación y censura” un
bando por el que ordenaba “la entrega de todo el papel moneda hecho por los
rojos”, es decir, todos los billetes emitidos con posterioridad al 18 de julio.[24]
Estos no se canjeaban, simplemente perdían todo valor.
La repercusión que tuvo la anulación del papel moneda republicano
en muchas personas se puede ejemplificar con lo sucedido a Francisca Plaza, que
luego fue segunda mujer de Juan de Mata Vílchez, importante miembro de CNT.
Viuda de guerra, para sobrevivir tuvo que vender una pollina que era el único
bien que dejaba su difunto marido. Los billetes con los que le pagaron se
convirtieron en simples papelillos y Francisca quedó sin nada, sin pollina y
sin dinero.[25]
Poco después, el 27, el alcalde solicitó al jefe del
Servicio Nacional de Administración Local del Ministerio de Gobernación en
Burgos autorización “para que se dé el nombre
del Generalísimo, de José Antonio, de D. José Calvo Sotelo y de los Mártires a dos
plazas y dos calles de esta ciudad”. Los Mártires eran las 7 personas
asesinadas el día 29 de septiembre de 1936 y cuyos cuerpos habían sido
exhumados de la fosa del cementerio de Peal
y trasladados a Quesada.[26]
Y pocas noticias más hay en mayo, porque la ocupación
principalísima de las nuevas autoridades civiles y militares seguía siendo la
represión, las detenciones. El día 10 la Comandancia Militar de Quesada se
instaló en la casa número 14 de la Plaza, el actual número 15. El Ayuntamiento le
facilitó personal administrativo y máquina de escribir, elementos
imprescindibles para el aparato burocrático represivo que se puso en marcha.
Durante este mes continuaron las denuncias y las detenciones,
lo que aumentó el número de presos. Las detenciones eran efectuadas en su
mayoría por la policía militar pero la Falange local seguía deteniendo por su
cuenta, actuando como una fuerza pública más.[27] Pocos
se ven libres de sospecha; incluso Dámaso Rico, gerente de FEDA, uno de los que
se “echó a la calle” cuando la “liberación”, fue detenido el día 12. Se le
abrió un proceso militar del que meses después, y tras muchos informes
favorables, fue absuelto. La detención de Dámaso muestra como casi nadie era
considerado “inocente” hasta que no demostraba lo contrario. No es, por tanto,
de extrañar que el día 3 de mayo fuera detenido en Sevilla e ingresado en la
Prisión Provincial, acusado de “auxilio a la rebelión”, el catedrático y
quesadeño de adopción Juan de Mata Carriazo.
A finales de mes se produjo una nueva vuelta de tuerca
protagonizada por el que había sido párroco de Quesada, Ángel Morán Otero.[28] Su
hermana fue asesinada el 10 de diciembre de 1936 en un oscuro suceso que tuvo
un fuerte impacto político en el pueblo.[29] A
finales de mayo de 1939 regresó unos días a Quesada y presentó cinco o seis denuncias manuscritas ante “las
autoridades competentes”, es decir, la policía militar de las tropas de
ocupación. He tenido acceso a tres de ellas. Todas son del día 24 de mayo.[30]
Morán salió de Quesada el día 2 de agosto, de manera que sobre todos los
sucesos posteriores hablaba de oídas, según le contaron a su llegada.
En sus denuncias, en las tres consultadas, citaba a unas
treinta personas. Algunas pertenecían a sus obsesiones de los años de la
República, con la que se enfrentó abiertamente desde sus primeros días. Es el
caso del notario Guixá, por ejemplo. En otras relata, con tono áspero y
desabrido, los sucesos de los días de finales de julio de 1936. Su intención,
según dice él mismo en una de ellas, era “señalar a los más sobresalientes
elementos marxistas que, durante la dictadura judio-masónica llamada república,
se han distinguido en Quesada como los mas hostiles a la Iglesia Católica y a
mi”.
A consecuencia de estas denuncias todos los mencionados que
no estaban ya en la cárcel fueron detenidos. El día 30 se iniciaron los
correspondientes interrogatorios por el jefe del puesto de la Guardia Civil,
Ciriaco Moya. Unos cuantos de los
denunciados por Morán acabaron fusilados.[31]
Junio de 1939
La maquinaria represiva seguía a pleno rendimiento. Desde el
Ayuntamiento se emitieron a diario, a petición de la policía militar, de
Auditoría de Guerra, del juzgado militar de Cazorla, juez municipal, etc., informes
sobre antecedentes políticos y conducta de los presos durante “la dominación
roja”. También solicitaron informes a la alcaldía los campos de concentración
(Higuera de Calatrava, Bacor, Miranda de Ebro…) y los batallones de trabajos
forzados (Navalperal, Guadalajara, Benafer, Tarifa…) Se conservan en el archivo
municipal unos 80 informes de este tipo. Son cortos, de apenas un par de
párrafos que bastan para sentenciar a una persona. Frecuentemente las
“acusaciones” se inician con un “se dice que…” o “según rumores…”
Aunque había poco margen para intentar alguna acción a favor
de los presos, hubo quien intentó hacerlo y recoger firmas a favor de un
detenido. La reacción de las autoridades fue inmediata: se detuvo a los
familiares que recogían las firmas y a los que firmaron, aun siendo personas
adictas, se les multó con 100
pts . por “estampar su nombre y firma en un documento
cuyo texto limita la acción de la justicia.”[32]
Cualquier viaje o desplazamiento tenía que estar autorizado
y requería el correspondiente salvoconducto de la autoridad militar, documento
que desde el día 25 podía emitir también el alcalde. Los beneficiarios debían
unir al documento un sello de 1 pta. a beneficio de la Comisión Provincial de
Subsidio al Combatiente. También por estos días se organizó una suscripción
entre los comerciantes de Quesada para costear la placa que la Cámara de
Comercio de Jaén enviaría al Caudillo con motivo “haberse” concedido la
Laureada de San Fernando. Se recaudaron 47 ptas.[33]
Julio de 1939
En julio ya está en Quesada el nuevo párroco, D. Manuel
Alejo. Era natural de Peal y había sido coadjutor en Cazorla antes de la guerra.
No vive en la casa rectoral, que seguramente no aún estaba en condiciones, sino
en la fonda La Moderna, junto al Ayuntamiento. Esta fonda había recibido a
primeros de mes dos talonarios de "tikest" (sic) para el Plato Único
y Día sin Postre. Consistía en comer solo un plato y pagar el menú completo con
fines “benéficos”. A los particulares en sus casas se les instaba a calcular el
valor del plato que dejaban de comer y entregar su importe. A finales de mes el
alcalde pidió a Falange que sus miembros recorrieran “el pueblo y el término,
casa a casa, cortijo a cortijo” para “convencer” a los vecinos de de la
necesidad de cumplir con dicho Plato Único y Día sin Postre “haciéndoles ver la
grave responsabilidad que contraen con su negligencia, tanto como reos de
traición a la Patria y sus instituciones rectoras, como por los castigos y
sanciones que sufrirán”[34]
El contexto de esta carta es el de una penuria y escasez
generalizada, y la existencia de cientos de presos cuyas familias estaban en
completo desamparo, como igualmente lo estaban las familias de los soldados
muertos o desaparecidos en el frente. Según cuentan los nietos de la
anteriormente citada Francisca Plaza, su abuela “pasó
«mucha necesidad» y tuvo graves dificultades para sacar sola a sus hijos; se
buscaba el sustento espigando y segando hierba” aunque, según recuerdan
haber oído contar, los guardas le solían quitar los sacos que llevaba para su
casa.”[35]
La vida del pueblo estaba completamente militarizada,
estando en vigor el Estado de Guerra. Incluso el Ayuntamiento debía someterse a
la autoridad militar, que censuraba y aprobaba los bandos municipales. Sin
embargo, tuvo que haber algún roce que fue cortado de raíz por el comandante
militar. El 17 de julio remitió una atenta al alcalde recordándole que el orden
público y régimen interior de la población era de su exclusiva competencia,
correspondiendo al Ayuntamiento solo “los asuntos meramente administrativos”.
Le rogaba que “se abstenga de tomar intervención alguna en cuantos asuntos
locales no sean de su competencia”. Le recuerda igualmente que deberá someter
cualquier bando a su censura previa. “No dudo tendrá presente mi anterior ruego
en evitación de responsabilidades”.
La represión continuaba su curso. Seguían produciéndose
denuncias, detenciones, “ruedas de interrogatorio”… El número de presos aumentaba.
En los informes municipales y expedientes judiciales militares figura el nombre
de más de 500 presos. Muchos estaban todavía presos en Quesada, pero conforme
los juzgados militares especiales iban abriendo procesos sumarísimos (la mayoría
por adhesión o auxilio a la rebelión) eran trasladados a la cárcel de partido
en Cazorla y sobre todo a Jaén. Allí recalaban en la prisión provincial o en
las prisiones militares habilitadas en los conventos de santa Úrsula y santa
Clara. También en este mes regresaban algunos de los que habían conseguido
pasar a Francia. Tras cruzar la frontera fueron inmediatamente detenidos.[36] Por último,
muchos de los soldados quesadeños que no consiguieron regresar a Quesada seguían
penando en campos de concentración o de trabajo.
A final de mes apareció el cadáver de un muchacho muerto al
parecer “al caer por un voladero en la Presilla.” Se investigaba si era o no fruto
de un accidente. También por esos días de finales de mes el comandante militar
de Quesada solicitó al alcalde “los necesarios medios de locomoción” para que
la “comisión de señoritas” que recaudaron el oro en la colecta iniciada en
mayo, lo pudieran transportar a Jaén. El vehículo solicitado debía tener
capacidad para las 6 señoritas “(más) dos caballeros que habrán de
representarlas”.[37]
El comandante militar al alcalde de Quesada. A.M.Q. |
Agosto de 1939
La comitiva para la entrega del oro partió de Quesada en la
madrugada del 2 de agosto. Iba más gente de la prevista, por lo que se utilizó
un camión. Lo que ocurrió lo cuenta el alcalde al gobernador civil en telegrama
de aquel mismo día cuyo texto se conserva en el archivo municipal. Dice el alcalde
que “a consecuencia un mal viraje a unos 200 metros del vecino
pueblo de Peal de Becerro” el camión cayó por un puente. Resultaron muertas las
seis señoritas de la comisión: Isabel Rodríguez, Carmen García Carriazo,
Encarnación Vives, Ambrosia Segura, Luisa Jiménez y Regina Tirado, así como el
conductor Francisco Sánchez Soria y Salvador Sánchez Pérez. Resultaron heridos
graves el veterinario Bernardo Aguilera y Andrés Parra. Y heridos menos graves
Antonio González de Mendoza, comandante militar, el médico Ángel Segura, el
soldado de la policía militar José Ortiz Burgos y Dolores Acuña Navarrete.
La conmoción fue grande. Al entierro asistieron las autoridades
provinciales. Como en el accidente resultó herido uno de los veterinarios del
pueblo, Bernardo Aguilera, el alcalde solicitó al alférez de la policía militar
que concediera la “prisión atenuada” al otro veterinario, Rafael Ortiz, preso
en la iglesia del Hospital, a fin de que pudiera ejercer la inspección
veterinaria municipal y “la asistencia facultativa al ganado.”
Aquel terrible verano fue triste incluso para los
vencedores. No hubo 15 de agosto ni ferias. Entre otras razones porque no había
Virgen, desaparecida en 1936.[38] El
escultor Jacinto Higueras estaba en la tarea de realizar una nueva imagen, la
actual, que entregó en 1940.
El día 21 de agosto Antonio Ortiz Jiménez, alias Bergante,
presentó en Auditoría de Guerra de
Sevilla una denuncia contra Rafael Zabaleta. Le acusaba entre otras cosas de
haber saqueado y contribuido a la destrucción del patrimonio religioso de
Huéscar y Guadix cuando en 1938 fue delegado la Junta del Tesoro Artístico en
la zona. A Zabaleta no le llegó la noticia pero la maquinaria judicial militar
se puso en marcha.
Septiembre de 1939
A primeros de mes, el día 9, se inscribió en el Registro
Civil la muerte de las siete personas asesinadas el 23 de septiembre de 1936.
También la de Visitación Morán, la hermana del prior. No se registró la de
Antonio Toral, tío político de Zabaleta cuya muerte no consta en ningún
documento público. Toral volvió a Quesada tras muchos años de ausencia en
septiembre de 1936. Fue un personaje extraño, de una gran ascendencia sobre la
FAI y Juventudes Libertarias locales. Su asesinato, a la vez que el de Visitación Morán, se produjo en un contexto
oscuro y difícil de desentrañar, por alguna facción o sector anarquista del
pueblo.
La FEDA, Fuerzas Económica de Andalucía S.A., la compañía
eléctrica fundada en Quesada y que abastecía a la comarca, había vuelto al
control de sus antiguos propietarios. Las reuniones de su consejo de
administración ya no tenían lugar en Quesada sino en Madrid, nueva sede social,
o en Barcelona, residencia de los principales accionistas. En esta ciudad, el 8
de septiembre, el ingeniero y director Julio Hernández presentó al consejo un
informe sobre el estado de la sociedad tras “el periodo marxista”. Las
instalaciones estaban en perfecto estado y funcionando con normalidad. Solo la
línea de Sotana a Huesa y otra arrendada en Cazorla fueron desmanteladas por
los rojos llevándose el material. También habían sufrido daños las choperas y
plantones de Béjar. La situación económica de la compañía era buena, aunque
había importantes cantidades bloqueadas en las cuentas de los bancos.[39]
El consejo de FEDA felicitó a Dámaso Rico por su gestión al
frente de la explotación durante el “periodo rojo”. Fue “eficazmente secundado”
por la mayoría del personal, que fue depurado en abril de 1939 relacionándose
todos los empleados en un documento en el que se indicaba su conducta,
paradero, si había sido detenido, etc. En este documento se dice que la empresa
fue incautada “en los primeros meses” por “Organizaciones rojas (CNT), logrando
el Sr. Rico, con la ayuda del personal, que dicha incautación fuese cedida a
este y simulando durante algún tiempo esta situación, con conocimiento y
aprobación de los principales consejeros, hasta que las circunstancias
permitieron que la Empresa recobrase toda su personalidad legal".[40]
Quesada tenía aquel verano, según el padrón municipal,
11.339 habitantes. La subasta del aprovechamiento de la nieve de la sierra
seguía siendo una fuente de ingresos municipales. El día 11 salió a concurso,
por un tipo de 150 ptas., “el aprovechamiento de nieves en las torcas del monte
público Poyo de Santo Domingo.”[41]
Pero de nuevo hay que referirse a la represión, el asunto
que absorbía casi completamente los desvelos de las autoridades civiles y
militares. Se producen las primeras condenas, inusualmente rápidas.[42] La
gran mayoría de los presos esperó largos meses en las cárceles, en condiciones
terribles. La denuncia contra Zabaleta, que él seguía ignorando, avanzaba. El
día 24 Auditoría de Guerra de Sevilla la remitía a la de Jaén para que se
nombrase juez instructor.
Octubre de 1939
El primero de octubre se celebró la fiesta de la Exaltación
del Caudillo a la Jefatura del Estado. Un par de días después el alcalde
remitió al Ministro de la Gobernación un telegrama rogando transmitiese
“ferviente adhesión autoridades, organismos públicos, F.E.T. y de las J.O.N.S.,
funcionarios todas clases y pueblo en general, a nuestro Caudillo Salvador
Patria (…) ofreciéndole disciplinada subordinación para ayudar entusiasmo y
sacrificio ingente tarea levantar España hacia Dios y hacia el Imperio”.[43]
Esos días no había pan en Quesada. En carta del día 5 a la comisión Harinero-Panadera
de Jaén el alcalde da cuenta de que la fábrica Santa Rosa de Linares,
“pretextando no tiene trigo”, ha dejado de servir harina a los panaderos del
pueblo “lo cual origina que la población lleve unos días sin pan”.
En lo tocante a la represión, continúa “con normalidad”. El
día 10, desde Guadalajara donde era párroco de la Iglesia de San Nicolás, Ángel
Morán, ratifica y amplía “las denuncias que presentó (a finales de mayo en
Quesada) en número de cinco o seis” Aporta nuevos “datos” y nombres de
implicados, incluso de sucesos ocurridos cuando él no estaba en Quesada y que
no conoció personalmente.[44] El
30 de octubre, la Auditoría de Guerra de Jaén remitió la denuncia contra Rafael
Zabaleta al juzgado militar número 7 de Jaén.
Muchos quesadeños andaban repartidos por todo el país
penando en campos de concentración o de trabajos forzados. Es difícil precisar
cuántos. En su mayoría eran soldados y oficiales del Ejercito Popular de la
República que no habían obtenido informes suficientemente favorables desde el
pueblo. Cualquier antecedente izquierdista o republicano, de ellos o de sus
familiares, era suficiente para que se considerara su conducta como mala o
“regular”. Teniendo en cuenta que se movilizaron 28 reemplazos, desde 1915
hasta el primer trimestre de 1942, y que el pueblo tenía 11.000 habitantes, no
resulta exagerado calcular como más bien cercanos a los 2.000 los quesadeños
incorporados a filas. Buena parte de ellos seguía presa en este otoño.
En el archivo municipal, en la correspondencia de 1939 y
primeros meses de 1940, se conservan unos cien informes de la alcaldía con
destino a los campos de concentración y trabajo.[45] Había
quesadeños en los campos de concentración de Benalúa de Guadix y Bacor en
Granada, de Miranda de Ebro, Reus, Corbán en Santander, etc. Los campos de
trabajos forzados, llamados batallones de trabajadores, también estaban
repartidos por toda España: Navarra, Rentería, Mallorca, Benafer (Castellón),
Navalperal (Madrid), incluso en Marruecos (Tetuán, Rincón de Medik, Segangán…).
No obstante, eran más numerosos los quesadeños en los campos andaluces:
Batallón de trabajadores nº 132 de Tarifa, 101 de Guadiaro, 133 de Lora del
Río, 4 de Almoraima, 9 de San Roque. Los presos se dedicaban a construir
fortificaciones en el Pirineo o en la parte del Estrecho, en previsión de una
posible invasión aliada que nunca se produjo. También los dedicaban a las obras
públicas,[46]
como el Canal del Bajo Guadalquivir, conocido como Canal de los Presos.
Si bien los detenidos dedicados a trabajos forzados fueron
al principio soldados, poco a poco fueron incorporándose personas condenadas en
los consejos de guerra. No solo los declarados “culpables”. No era infrecuente que
a presos a los que, ni siquiera con los absolutamente laxos criterios de la
época, se les había acreditado nada parecido a un delito, el auditor militar
estimase que, no obstante, por sus antecedentes políticos, debían pasar 12
meses en campos de trabajo. Fue el caso de Manuel Salas Conde, el que fue
ideólogo de la CNT local en los primeros años de la República. Absuelto de su
proceso por auxilio a la rebelión, el auditor militar estimó que “si bien no ha
tomado parte en la realización de hechos que revistan caracteres delictivos, es
procedente dada su actuación general y antecedentes políticos y sociales su
ingreso por 12 meses en un batallón de trabajadores”[47]
Oficio del juez municipal Vicente Lara al juez de instrucción. Último documento de la República en Quesada I.E.G. |
Noviembre de 1939
Rabel Zabaleta, ignorante de la denuncia que
contra él se había presentado en Sevilla y que había puesto en marcha la
maquinaria judicial militar, había marchado a Madrid intentando reanudar su
carrera artística. El día 8 de noviembre el juez militar nº 7 de Jaén abrió contra
él proceso sumarísimo de urgencia, dictando prisión preventiva y recabando
informes al puesto de la Guardia Civil de Quesada. El sargento Ciriaco Moya hizo
averiguaciones y remitió al juez militar un escrito comunicando que no estaba
en Quesada. El juez mandó apresarlo.
La mayoría de los presos de Quesada ya han sido
trasladados a las cárceles de Cazorla y Jaén. Pero no solo allí. Hay presos
“preventivos” quesadeños a la espera de consejo de guerra en cárceles de toda
España: Porlier en Madrid, Tarragona, Gerona, Alcalá de Henares, Segovia, etc.
La situación en las cárceles es terrible: hacinamiento, hambre, enfermedades… En
el archivo municipal y en los expedientes judiciales del archivo militar de
Sevilla hay más de 300 informes sobre conducta y antecedentes de estos presos.[48]
Son meses oscuros, y no solo en un sentido metafórico,
también en el literal. En el pleno del Ayuntamiento del día 24 de noviembre uno
de los concejales solicitó que “se compre con urgencia bombillas para el
alumbrado público por la carencia casi absoluta de alumbrado en las calles”.
Diciembre de 1939
El primer día del mes de diciembre es detenido Rafael
Zabaleta en la pensión de la calle Caballero de Gracia en la que vivía en
Madrid. Es conducido a la D.G.S. de la Puerta del Sol y desde allí a la cárcel
de la calle del Barco. El día 13 el director de la prisión informa al juez
militar que Zabaleta ha sido entregado a fuerza pública para su traslado a
Jaén. Ingresa en la prisión provincial el día 17.
La actividad municipal no es mucha. Se reconstituye la Junta
Municipal de Beneficencia, se consignan 10.000 ptas. para construir un cementerio
en Belerda, se adjudica sin subasta el arriendo de arbitrios municipales… Toda
la plantilla de funcionarios municipales ha pasado por un proceso de depuración
a fin de determinar su conducta durante “la dominación marxista”. El 12 de
diciembre se readmite a 28 de ellos. Otros, como el secretario municipal
Antonio Sirvent Cerrillo, voluntario en la aviación republicana donde llegó a
capitán, son apartados del cargo. En el expediente que se le abrió consta que
no se ha presentado y que no hay, por tanto, alegaciones al escrito acusatorio.
Estaba en la cárcel de Murcia.[49] El
día 30 se aprobó la plantilla definitiva del Ayuntamiento con los readmitidos,
cesados, los nuevos designados…[50] Todos
los funcionarios públicos, especialmente maestros y profesores, padecieron la
depuración. También los trabajadores quesadeños de Correos, Telégrafos y
empresas como Telefónica, CAMPSA o la FEDA.
Los presos continuaban su calvario y seguía el goteo de
sentencias con las primeras cadenas perpetuas. Continuaban las denuncias y las
detenciones. Julián Pérez fue detenido por denuncia de un conocido falangista que
lo acusaba de haber pertenecido a los niños de la noche,[51]
cuerpo de guerrilleros del ejército republicano al que se perseguía con
especial saña a causa de la espectacularidad y éxito de alguna de sus acciones
(liberación de presos del castillo de Carchuna, por ejemplo).
A mediados de mes, un antiguo soldado de Belerda que se
había pasado a los nacionalistas, presentó una denuncia en el puesto de la
Guardia Civil de Huesa, de quien a efectos de orden público dependía la aldea.
No se refería la denuncia a un hecho o persona concreta, sino que es más bien
una especie de causa general sobre todo lo sucedido allí durante la guerra,
detallando acusaciones contra 14 personas. Al caer la tarde del día 22 la
Guardia Civil se presentó en Belerda, detuvo a 10 de los mencionados (los otros
cuatro ya estaban en la cárcel) y los trasladó a Huesa, donde fueron
interrogados y quedaron presos.[52] Ese
mismo día Rafael Zabaleta fue puesto en libertad atenuada y regresó a Quesada.
Enero de 1940
A principios de año se reconstruyó la Cruz del Humilladero,
destruida en 1936. A
pesar de que la libertad condicional de Zabaleta le obligaba a permanecer en
Quesada, salió del pueblo viajando por Granada, Madrid, Valencia… recabando
avales para su proceso militar.
Algunos presos fueron liberados de los campos de trabajo,
pero al volver a Quesada fueron nuevamente denunciados y nuevamente detenidos.[53]
Otros presos son trasladados estos días desde cárceles de distintos puntos del
país hasta la de Jaén, donde se les sigue causa militar.[54]
También avanzaban las depuraciones y la separación de funcionarios.[55] Perdido
entre los muchos papeles del archivo municipal referidos a la represión hay uno
sobre salud pública. El día 11 de enero la Jefatura Provincial de Sanidad
ordenaba al Ayuntamiento que se procediera a “la vacunación total de los
vecinos de Belerda ante los casos de viruela existentes”[56]
Es tan mala la situación de los presos que algunos mueren en
la cárcel. Son conocidos los casos de personajes famosos como el de Julián
Besteiro, muerto en la cárcel de Carmona, o el de Miguel Hernández en la de Alicante.
Pero también algunos quesadeños sufrieron esta suerte. El 24 de enero murió en
la prisión provincial “a causa de peritonitis” el belerdeño Vicente Morillas.
No fue el único.[57]
Febrero de 1940
Continuaron los consejos de guerra. Hasta el momento la
mayor pena impuesta era la cadena perpetua; en febrero hubo dos.[58] Las
primeras sentencias de muerte no llegarían hasta el mes de mayo, y las primeras
ejecuciones en septiembre. Justo un año después, el 12 de febrero de 1941,
fueron fusilados 10 quesadeños en el cementerio de San Eufrasio de Jaén. Así
hasta 18. Otros 7 murieron en la cárcel, la mayoría de caquexia, según el
diccionario R.A.E. ”estado de extrema desnutrición producido por enfermedades
consuntivas”. Otros presos tuvieron más suerte y sobrevivieron, como fue el
caso de Juan de Mata Carriazo, que tras pasar 9 meses en prisión fue puesto en
libertad el día 14. Este mes de febrero la alcaldía de Quesada emitió informes
sobre más de 50 presos. Los destinatarios fueron jueces militares, la Comisión
Especial de detenciones y Encarcelamientos de Jaén y también campos de
concentración y de trabajo. Resulta sorprendente comprobar cómo algunos de los
informes eran favorables y destacaban que el preso no tenía antecedentes
políticos, incluso que “se le puede considerar adicto a la causa Nacional”. Es
una buena muestra de la ciega fiereza de la represión el que incluso algunos de
“los suyos” llevaran casi un año de trabajos forzados.
Rafael Zabaleta acumuló una gran cantidad de avales
favorables. Su denunciante se desdijo y Zabaleta fue absuelto. Tuvo, no
obstante, que bregar con otro proceso judicial abierto por el Tribunal de
Responsabilidades Políticas. Este tribunal actuaba al amparo de la Ley de
Responsabilidades Políticas publicada en el BOE de 13 de febrero de 1939. El
objetivo de la ley era imponer sanciones económicas, multas y confiscaciones de
bienes a todos aquellos que “contribuyeron con actos u omisiones graves a
forjar la subversión roja”. Aunque a principios de año ya estaban en marcha
estos procesos, hasta mayo no empezó el tribunal a pedir a la alcaldía informes
de los encartados. En todos ellos se especifica si figura o no en las listas de
contribuyentes, especialmente en las de contribución rústica y urbana, a fin de
determinar si tenía bienes de cualquier tipo. Algunas de las multas fueron
sonadas.[59] Solo
en el mes de mayo se atendieron 26 solicitudes de informes. Todos los
procesados en los tribunales militares fueron sometidos a responsabilidades
políticas, incluidos los fusilados.
En el mes de febrero de 1940, según datos del registro Civil
amablemente facilitados por el juez municipal Antonio Torrente, hubo en Quesada
17 muertos por viruela. La mayoría en Belerda. Allí la situación era trágica.
La noche del 1 al 2 de febrero se ahorcó en la cámara de su casa una mujer
madre de 9 hijos y casada con uno de los detenidos en la redada del día 22 de
diciembre, que seguía preso en Huesa. Esta horrible desgracia movió al alcalde
de barrio y al jefe de Falange de Belerda a mandar una petición desesperada de
auxilio al alcalde de Quesada.
En la carta que le dirigen el día 3 le informan que son
bastantes las familias “que carecen de todo medio de alimentación encontrándose
como es consiguiente expuestos a sucumbir de inanición”. Refiriéndose a los
hijos de la mujer suicidada le piden que “viera Vd. el medio si es posible
colocar en algún asilo a cuatro o cinco de ellos como uno de pecho de 4 meses
que no sabemos como se puede criar”. Le aclaran que el padre “se halla detenido
en Huesa y mientras esté en esa situación no puede atender en nada a sus
desgraciados hijos”. Además, continúan, hay “otro individuo (…) de 72 años en
igual estado, sin numerar algunas viudas con tres y cuatro hijos que también
carecen de todo”.[60]
El alcalde y presidente del Consejo Municipal Ramón Segura
Úbeda, fusilado en el cementerio de San Eufrasio de Jaén el 14 de febrero de
1941, había gestionado con la Subpagaduría del Ejército de Tierra la pensión de
bastantes viudas de guerra y padres de soldados muertos o desaparecidos. Con la
derrota de la República dejaron de pagarse estas pensiones. La carta en
cuestión termina diciendo: “los que suscriben suplicamos a Vd. haga todo lo
posible por socorrer con los medios que estén a su alcance a los desgraciados
de esta aldea”. No he encontrado documentos que aclaren si el alcalde de
Quesada atendió o no la desesperada súplica. Esto era en Quesada, febrero de 1940, a un año de la
Victoria.
Anotación en el libro de registro de salidas de correspondencia. Año de la Victoria A.M.Q. |
[1] Ramón Álvarez Uclés, herido, es
capturado en el hospital de Gerona en el momento de su ocupación y trasladado
al campo de concentración de Reus. Expediente I.E.G. l_89_3588.
[2] Expediente I.E.G. I_112_4637. Medardo Laínez en su
inédita “Cazorla Roja” cuenta que el día 10 llegó a Cazorla un convoy de
detenidos procedentes de Jaén que ingresaron también en la cárcel de partido.
El día 16 el Ayuntamiento de Cazorla remitió un telegrama de adhesión al
Consejo de Defensa Nacional casadista.
[3] Archivo Municipal del Quesada (A.M.Q.) Registro de
salidas de correspondencia.
[4] Expediente I.E.G. l_145_6241
[5] “En la cuna del hambre. Recuerdos de un quesadeño”
Eloy Revueltas Cruz. Editado y publicado por el Ayuntamiento de Quesada y la
Diputación Provincial. 2011”
[6] Expediente I.E.G. I_243 10132. A pesar de todo y
dado que, aun a su pesar, había sido oficial del Ejército Popular de la
República, se le siguió procedimiento sumarísimo del que resultó absuelto.
[7] Medardo Laínez. Op. cit.
[8] Expediente I.E.G. l_280 11414
[9] Esta fuerza se creó en los últimos meses de la
guerra para “recuperar” y devolver al frente a los soldados que, con una u otra
excusa, abandonaban las unidades refugiándose en la retaguardia. Su existencia
en Quesada está acreditada por oficio de 17 de marzo que le dirige la alcaldía
al Destacamento de Recuperación de Quesada, en la que requiere que una pareja
de soldados “presten auxilio al agente de vigilancia (policía sin uniforme) que
se encuentra en esta con una misión especial de la subcomisaría de Cazorla” Se
trataba seguramente de las detenciones antes mencionadas. A.M.Q. Registro de
salidas de correspondencia.
[10] Op. cit. Pág. 110
[11] Víctimas. Jaén en
guerra, (1936-1950). SANCHEZ TOSTADO Luis
Miguel. Jaén : Patronato Municipal de Cultura, Turismo y Fiestas, Servicio de
Publicaciones, 2005. Páginas 327-330.
[12] Eloy Revueltas también menciona
esta manifestación, pág.111: “un grupo numeroso de paisanos –sobre todo
paisanas- perdieron la voz gritando incansables por las calles la “victoria” y
el nombre del vencedor”.
[13] En el archivo militar territorial segundo de Sevilla
se conserva el expediente judicial abierto para este suceso. Ha sido
digitalizado por el Instituto de Estudios Giennenses, referencia I_281 11429.
[14] En un documento posterior, conservado en el A.M.Q.
se dice: “a la liberación del pueblo”, refiriéndose al 29 de marzo. Dámaso
Rico, de la FEDA, también se refiere en su declaración al juez militar a la "liberación"
previa a la entrada de las tropas. Expediente I.E.G. l_22 806.
[15] Op. cit. Pág., 112.
[16] Baltasar Fernández fue denunciado y detenido al día
siguiente de su regreso. Expediente I.E.G.
l_74 2973.
[17] A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia.
4-4-39.
[18] A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia.
15-4-39.
[19] Valga para acreditar esta afirmación que de los casi
900 documentos de correspondencia municipal que se han consultado, apenas 80 se
refieren a asuntos administrativos. El resto son informes de conducta y
antecedentes, correspondencia con policía militar, etc.
[20] Al menos en el expediente de dos procesos militares
se da como fecha de detención el día primero de abril. Juan de Dios González y
Gabriel Guijarro. Expedientes I.E.G.
l_0532_18203 y l_0561_18768
[21] Las fichas de acusación no se archivaron juntas en
un solo expediente, sino mezcladas con otros documentos incluso posteriores.
Este número de 23 se refiere a las que he localizado, pero deben ser más. De
hecho están numeradas y una de las localizadas tiene el número 25.
[22] Referencia AGMAV 1260,
27.
[23] A causa del estado de Alarma no tengo a mano la obra
de Eloy revueltas y no puedo citar página ni reproducir texto.
[24] A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia.
23-5-39.
[25] La historia de Francisca Plaza y Juan de Mata
Vílchez fue publicada en un artículo firmado conjuntamente con Luis Garzón Cobo
en la "Revista de Información y Cultura- Feria y Fiestas 2018" de
Quesada: “Juan de Mata Vílchez en el recuerdo”.
[26] A.M.Q. Registro de salidas de correspondencia. 2-6-39.
[27] La denuncia y detención de Fabiana Munuera la llevan
a cabo elementos de Falange. El atestado es firmado por el jefe local
accidental de información de Falange, asistido por el secretario del
juzgado. Expediente I.E.G. l_308 12525.
[28] Detenido a finales de julio de 1936, fue trasladado
junto a otros 20 quesadeños presos a Jaén. Desde allí hasta Alcalá de Henares
en el primero de los trenes llamados de la muerte (11-8-1936). A primeros de
1937 y tras un breve paso por la cárcel madrileña de Porlier, fue juzgado y
absuelto por el Jurado de Urgencia para los expedientes de Alcalá de Henares.
Puesto en libertad, consiguió pasarse a la zona franquista y regresar a Toledo.
[29] La muerte de Visitación Morán y Antonio Toral
coinciden, y seguramente son en parte causa, con la crisis política que supuso
en la práctica el fin de los “meses revolucionarios” y de la hegemonía de CNT
en el pueblo.
[30] Al menos tres de ellas están
incluidas en procesos judiciales de distintos presos (expedientes I.E.G. l_0403_15166, l_0403_15166 y l_113_4732). Se
refieren a la “persecución” sufrida por él en los años de la República, a la quema
de los libros parroquiales y de su biblioteca particular, así como a los
registros de la casa rectoral y la parroquia, a su traslado a la fonda y
posterior detención.
[31] Fue el caso de Clemente Cifuentes,
al que Morán acusó, entre otros muchos, de participar en la muerte de su
hermana y de planear su propio asesinato, lo que evidentemente no se produjo:
“Acuso, por consiguiente, al Clemente Cifuentes, como inductor y organizador de
mi asesinato.”
[32] Notificación de multa a Francisco Malo por firmar a
favor del detenido Francisco Ortiz. Documento facilitado por la familia.
[33] A.M.Q. Relación nominal de contribuyentes indicando
la cantidad aportada. 20-6-1939
[34] A.M.Q. Carta de la alcaldía de 26-7-39.
[35] Luis Garzón Cobo y Vicente Ortiz García. Op. cit.
[36] Expediente I.E.G. l_105_4306. Eugenio Moreno Amores,
p. ej., detenido e ingresado en el campo de concentración de Corbán, en
Santander.
[37] A.M.Q. Carta del comandante militar a la alcaldía de
26-7-39.
[38] “Historia de Quesada. Desaparición de la Virgen de
Tíscar. Julio 1936.”
https://historiadequesada.blogspot.com/2019/05/desaparicion-de-la-virgen-de-tiscar.html
[39] Actas del Consejo de Administración y Junta de
Accionistas de Fuerzas Económicas de Andalucía S.A. Archivo y fondo histórico
de ENDESA.
[40] Causa General. Pieza 11. Jaén. 18107254.
[41] Edicto publicado en el Boletín Oficial de la
Provincia de 28-8-39.
[42]
Expediente I.E.G. l_284 11550. Antonio Morata, condenado a 12 años de
cárcel.
[43] A.M.Q. Telegrama de 3-10-39.
[44] Expediente I.E.G. l_290 11844.
[45] Son los que he podido localizar. Por la forma de
archivar seguramente hay más, correspondientes a 1939, entre la documentación
de años posteriores. También es muy posible que
en muchos casos no llegaran a emitirse informes o que no se archivaran.
[46] Como curiosidad es destacable la vereda que los
presos vascos confinados en Padul (Granada) construyeron en la sierra del
Manar. Sigue siendo conocida como “camino de los gudaris” y es hoy día muy
utilizado por senderistas que a menudo desconocen su origen.
[47] Expediente I.E.G. l_114_4773
[48] Se refiere esta cifra, como casi todas las
mencionadas en este trabajo, a documentos que he conseguido localizar. El total real debe ser bastante
mayor
[49] Expediente de depuración conservado en el A.M.Q.
[50] Plenos del Ayuntamiento de 12-12-39 y 30-12-39. A .M.Q.
[51] Expediente I.E.G. l_0352_13854
[52] Expediente I.E.G. l_0505_17618.
[53] Expediente I.E.G. l_136_5806. Tomás Guijarro
Cerrillo fue detenido el 6 de enero al volver del batallón de trabajadores nº
51.
[54] Expediente I.E.G. l_136_5806. Jesús Martínez
Gallardo, desde Santa Bárbara, en Alicante.
[55] Salvador Rodríguez es separado del cuerpo de
funcionarios de prisiones. BOE 18-01-1940
[56] A.M.Q. Correspondencia recibida. 11-1-40.
[57] Expediente I.E.G. l_54 2137.
[58] Francisco Carruana y Pedro Martínez. Expedientes
I.E.G. l_290 11844 y l_278 11347.
[59] El industrial Carlos Sánchez, que había sido miembro
y secretario local de Unión Republicana, fue multado por el Tribunal Regional
de RR.PP. de Granada con 3.000 ptas. BOE de 7 de enero de 1942.
[60] Carta de Ildefonso Campos, alcalde de barrio de
Belerda y de Rosauro Galán, jefe de F.E.T. y de las J.O.N.S. en la aldea al
alcalde de Quesada, Jaime Palop. A.M.Q. 3-2-40.